El plan perfecto.

Prólogo.

Jaden's Point of View:




 

Te amo Jaden.

Esas palabras, esas dos palabras son las que siempre arruinan todo. Amara me encanta, su personalidad... su belleza... todo de ella me idiotiza. Pero no la amo. No la amo. Y ahora por culpa de esas dos palabras todo debe terminar. Reconozco que duele un poco pensar en todas las noches que pasamos juntos, lo bien que nos complementábamos, pero lo fácil que fue quitar todas esas esperanzas y posibilidades.

Ya lo sé, soy un cobarde. Huir solo por dos palabras es una estupidez.

Pero esas dos palabras significan: vulnerabilidad y ataduras.

Eso es algo que no quiero. A pesar de que la chica me vuelve loco con tan solo un roce de su deliciosa boca.

—Creo que esto debe terminar —Joder, sí que soy un cabrón. Más aún cuando los ojos de Amara se llenan de lágrimas y su rostro se contrae por el dolor al rechazo.

—Per... pero... ¿Por qué? ¿Qué hice mal Jaden? —pregunta alterada, ambos nos levantamos de esa cama que tantos recuerdos de nosotros alberga y que solo serán desde ahora nada más que simples recuerdos—, no me dejes, por favor no lo hagas. Te amo, te amo tanto... No me dejes...

Maldición, no me gusta verla así, rogando por mí, por un asqueroso que no se la merece, no a ella.

Envuelvo su cuerpo desnudo cubierto por una sábana en mis brazos. Ella esconde su cara en mi pecho sollozando.

—No hagas esto Am, eres especial, cualquiera sería un afortunado de tenerte, pero no yo. No estoy listo para lo que esas dos palabras representan. Debes saber que te quiero, valoro todo lo que compartimos, de verdad lo hago —susurro sobando su cabello rubio— pero no te amo. Y no voy a ser un egoísta privándote de algo que puedes conseguir con un chico que esté dispuesto a dar todo de sí por ti. Porque lo vales.

—Pero yo te quiero a ti —suplica sollozando con más potencia en mi pecho.

—No soy lo que necesitas linda, mereces algo mejor.

Sus manos empujan mi pecho alejándome de ella. Su rostro está crispado por el dolor, sus mejillas rojas al igual que sus ojos por el llanto. Pero además de dolor ahora hay rabia e indignación.

—Te di todo de mí y así sin más, solo por que te he dicho que te amo te vas, como un vil cobarde. Eres un gran hijo de puta, espero que cuando te enamores te suceda lo mismo. El karma siempre llega Jaden, no lo olvides. ¡Nunca olvides mis palabras!

Vale, yo quería ser un caballero a pesar de que sé que ella tiene razón y soy un cobarde. Pero bueno, tampoco es lindo que te estén condenando así porque sí.

Termino de vestirme, tomo las llaves de mi camioneta y salgo escuchando sus insultos cargados de veneno.

Desde ahora no volveré a acostarme con la misma chica más de una vez.

 

****

 

Han pasado dos meses desde que lo dejé por completo con Amara. Lastimosamente ambos estamos en la misma universidad y aunque no me la encuentro muy seguido, sí algunas veces.

Y siempre que me ve es lo mismo, me dedica la peor mirada y cuchichea con sus amigas quienes unos segundos después ríen mirándome de reojo.

Es claro que habla de mí, y no dudo que sean cosas malas o que me dejen en ridículo. No me importa tampoco, no es que viva de mi imagen a pesar de ser considerado el "popular".

Camino por los pasillos con mi típico andar despreocupado, recibiendo los saludos de algunos amigos que me encuentro por el trayecto.

Llego a mi casillero, saco mi botella de agua y la bata de química. No se me considera un ser extremadamente puntual, pero estoy tan aburrido de ver las tontas peleas entre George y Carter que he decidido esperar que suene el timbre dentro del salón de química.

Dudo que al profesor le moleste.

Estoy consciente que no le caigo bien, pero con tal de que llegue temprano a una de sus clases hace fiesta el hombre.

Veamos, es el típico profesor joven por el que las chicas pierden las bragas e idean fantasías donde mantienen sexo con él en su salón de clases. Pero joder, el hombre es amargadísimo, además de estricto.

A ninguna de las chicas, las que están en mi clase, las ha mirado más allá que para darles felicitaciones o regaños por no atender su clase con madurez.

Me odia porque con él me comporto como un inmaduro solo para sacarlo de sus casillas. Aunque el tipo no me cae bien, no sé, tiene un aura que no me gusta.

Llego al salón silbando, pero dejo de hacerlo al escuchar un ruido proveniente de adentro.

Frunzo el ceño extrañado.

Me acerco a la puerta y apoyo la oreja en esta sin hacer ruido para no alertar a nadie que esté allí dentro.

—Joder hermosa, me encantas —¡mierdaaa! Abro los ojos sorprendido, casi hasta suelto un jadeo.

Estoy cien por ciento seguro que esa voz le pertenece a Evan Hills, nada más y nada menos que el profesor de química... el correcto no tan correcto.

Mierda, quisiera tener mi celular aquí conmigo...

Un jodido gemido suave hace que detenga mis pensamientos para prestarle total atención.

Maldición, quien sea que esté ahí con él gime delicioso, ha hecho que me ponga duro con solo escucharla.

Necesito saber quién es.

No lo pienso mucho cuando abro la puerta, eso sí, con cuidado para no hacer ruido. Ahora es cuando doy gracias que el escritorio de él esté al otro lado del salón.

Cuando pienso que con esto es suficiente para verlos me asomo despacio y... mierda.

Esto es erótico.

Debo aclarar que me estoy excitando por las expresiones y jadeos de la chica, no por el jodido Evan.

Pero... maldita sea, la chica es nada más y nada menos que la hermana de los Smith. Esos chicos son una leyenda, todos por estos pasillos les temen y nadie se acerca a su hermanita por ellos.

No porque no deseen, porque la condenada está hermosa.

Y vale, creí que era una lindura tímida e inocente... sólo ahora veo que no.



#4447 en Novela romántica
#1201 en Chick lit
#1741 en Otros
#462 en Humor

En el texto hay: comedia, apuesta, romance

Editado: 27.07.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.