El beso.
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Abrí mis ojos acostumbrándome a la luz que se adentraba por la ventana. Por un momento olvidé donde me encontraba pero al girar a mi lado y ver el rostro pasivo de Aurora me relajé.
Me acomodé sobre mi costado para poder apreciarla mejor, sus pestañas eran casi tan claras como su cabello, estas rozaban parte de sus pómulos llenos de pecas. Bajé la vista a sus redondos y gruesos labios, mi boca se secó de repente.
Desde hace mucho tenía ganas de probar sus labios pero hasta ayer ese deseo se intensificó. Necesitaba aunque sea rozarla como lo había hecho en el comedor, pero un poco más de tiempo.
El cabello castaño lo tenía en un desorden y mechones caían por su cara, su aspecto mañanero en vez de causarme risa me encantaba. Me maravillaba.
Ella no parecía real.
Me atreví a tocar con suavidad su mejilla e hice un recorrido con mis dedos a sus pecas. Aura se removió un poco pero no se levantó.
Sonreí sin dejar de sentir esa piel de porcelana que tanto me incitaba. Su cuerpo estaba enteramente cubierto por la sabana y su respiración era lenta y acompasada. En pocas palabras, dormir con ella era extraordinario, me calmaba y agradecía contar con la suerte de volver a hacerlo.
Ya había dormido con ella dos veces antes, lástima que la primera no la disfruté tanto al estar ebrio. Pero, mierda, la segunda fue colosal, la tenía contra mi cuerpo, la sentía por completo.
Y quizás esta vez no fue así, pero me encantó tanto como la segunda.
Dejé una última caricia antes de incorporarme, aún vestía mis pantalones y la camisa. Fui a su baño y me lavé los dientes al igual que la cara.
Decidí salir de su habitación, antes de dormirnos Aura le dijo a su padre que me quedaría con ella, aunque al principio él estuvo reticente a que durmiéramos juntos Alisha insistió por nosotros.
Ahora me caía mucho mejor esa mujer.
Cuando iba a cerrar la puerta me fijé en el cuerpo de Alex saliendo también de la que supongo es la habitación donde durmió.
Se detuvo para mirarme por un momento pero enseguida siguió con lo suyo y desapareció escaleras abajo.
Sería difícil ganarme a ese niño, lo bueno era que me agradaba lo suficiente como para intentarlo.
Cuando iba a bajar también una voz me detuvo.
Volteé encontrándome con la morena; la prima de Aura. Todavía no sabía su nombre.
Ella estaba vestida con unos pantalones cortos que supongo son de pijama y una camisa que parece de hombre.
—Hola ¿Jaden, cierto? —dijo haciéndose la desentendida.
Asentí sin más.
Ella sonrió mucho más amplio y me repasó con su mirada.
Caminó unos pasos hasta quedar a pocos centímetros de mí, me miraba coqueta y trataba de presionar sus pechos contra la tela de la camisa por lo que pude apreciar que no llevaba sostén.
Miré sus ojos sin sentirme medianamente movido por esa acción, me sorprendió entender que así era.
Ella se me estaba insinuando y no provocaba nada en mí.
Hace unos meses esa simple acción hubiera hecho que tan sólo la tomara de la nuca y nos llevara al baño más cercano para poder descargarme. Ahora no era así.
No sentía la menor necesidad de tocarla o que ella lo hiciera conmigo, justo como intentaba ahora.
Antes de que pudiera acercar su mano a mi torso la detuve sosteniendo su muñeca con delicadeza.
—No —espeté firme. La miré a los ojos con suma seriedad—. Soy el novio de tu prima, de Aura. Aprende a respetar las relaciones porque al igual que yo estás en una. Si quieres hacerlo con otro, adelante, pero conmigo no lo vuelvas a intentar porque la próxima no seré tan dócil. ¿Entiendes?
Su rostro estaba crispado por la incredulidad, se soltó de mi agarre con violencia e indignación, miró sobre mi hombro y automáticamente sus ojos comenzaron a humedecerse.
No lo entendí hasta que una fuerte voz habló a mis espaldas.
—¡¿Qué le hiciste a mi hija?! —casi caigo cuando sentí un empujón a mi costado, cuando pude estabilizarme vi al padre de la morena abrazándola mientras ella lloraba.
Está loca.
Fernando me envió una mirada que prometía muchas amenazas pero yo ni me inmuté. Él no me asustaba, no podía hacerme nada porque yo jodidamente no le había hecho nada a su nena.
Muy pronto esto se convirtió en una discusión de varios cuando toda la familia de Aura llegó al pasillo a excepción de ella. Sonreí al pensar que seguía profunda en sus sueños.
James miró la escena confundido al igual que sus hijos. Alisha trataba de acercarse a su hija y Alex se mantenía en su lugar de brazos cruzados. Tenía el ceño fruncido y bufaba cuando los sollozos de su hermana incrementaban.
Nuevamente Fernando volvió a dirigirse hacia mí.
»¡¿Qué mierda le hiciste a mi hija?!
Me sentí incómodo, ahora tenía todos los ojos sobre mí.
Decidí que era momento de hablar.
—Nada.
Al parecer mi respuesta no le gustó porque estuvo a punto de golpearme pero no lo hizo gracias a que James lo detuvo.
Ni así me inmuté.
El hombre era impulsivo. En serio entendía porqué a Aura no le agradaba.
La morena comenzó a hablar entre hipidos.
—Y-yo s-solo le e-estaba d-dando los b-buenos días y é-él perdió el c-control. I-intentó empujarme sin r-razón —mostró su muñeca que hace unos minutos no tenía ni una sola marca, sorpresa, ahora estaba roja.
Ni con eso me inmuté.
Y mi indiferencia parecía cabrearlo cada vez más.