El plan perfecto.

Capítulo Veinticinco



Ahora ella es mía.

****

 

 


 

¿Qué pasa con tu expresión? —un chico del que no tengo ni idea pero está muy feliz bebiendo con Carter y George, quienes ya están borrachos, me habla con la mayor confianza del mundo.

—¿Quién eres tú? —suspiro, sentándome de nuevo en el sillón.

Está comenzando a darme dolor de cabeza por el fuerte ruido del bar, además ya estoy lo suficientemente irritado y me quiero ir de aquí.

El chico de cabello rubio y rasgos fuertes me sonríe.

—Me llamo Hank. Tus amigos casi se meten en un problema así que vine a ayudarlos, pero ellos me retuvieron —contesta, mostrándome su cerveza.

—Ah.

—Ellos me contaron mucho de ti en el poco tiempo que no estuviste.

Frunciendo mi ceño giro a verlo, él continúa sonriéndome sin preocupaciones.

No me gusta este chico. Sobretodo por la mirada que le estaba dando a Carter antes de que yo  llegara. No es un secreto que mi pelirrojo amigo tiene unos bonitos rasgos que lo hacen ver ligeramente andrógino, por lo que George y yo hemos tenido que lidiar algunas veces con personas que intentan sobrepasarse con él. 

Más que todo  George, ese idiota odia firmemente ver a cualquier individuo (sea hombre o mujer) acercarse a Carter. Por eso me sorprendí cuando él propuso la apuesta.

En fin, miro al chico rubio con indiferencia.

—No deberías tomar en cuenta las palabras de unos borrachos —digo.

El rubio sólo atina a reír y levanta su cerveza para después beberla.

Decido ignorarlo recostando mi cabeza en el respaldar del sofá y cerrando mis ojos.

Yo sé lo pesados que se ponen mis dos amigos cuando están ebrios, por lo que no querrán irse, y no tengo ánimos para lidiar con ellos.

Pero al parecer yo soy el que está mínimamente sobrio y tampoco los puedo dejar solos.

—¿Conoces a Amara?

¡Ahhh! No tengo nada de ganas para iniciar una conversación, y menos si se trata de Amara. Así que muevo mi cabeza negando.

»¿De verdad?

Joder, que insistente es.

—De verdad —afirmo, luego suelto un profundo respiro de cansancio y vuelvo a cerrar mis ojos—. Deberías irte, ya estoy aquí así que yo cuidaré a mis amigos. Gracias.

Espero que capte el hecho de que su presencia me irrita y se vaya.

Claramente no todo deseo es cumplido.

—Me gusta aquí.

¡Ahh!

Quisiera saber dónde está Aurora, de verdad tengo muchas ganas de verla, de disculparme... así no volvamos a hablarnos nunca más. Puede que para mí no sea algo tan profundo el que haya mencionado las cosas que me dijo, pero para ella lo es, y si para ella lo es se supone que confiaba en mí para no utilizar sus errores en contra.

Ahora que lo pienso de verdad fui un auténtico imbécil.

Reúno un poco de fuerzas y me levanto del sofá, tomo de los brazos a George y Carter, lo hago con fuerza por lo que estos no son capaces de soltarse así estén quejándose.

El chico rubio me observa con una extraña sonrisa, lo ignoro dándome la vuelta con ambos chicos pesados y los arrastro por el bar hasta llegar a la salida y buscar el auto de George.

Tomo sus llaves y después de meterlos en el asiento de atrás uno encima del otro, me adentro yo también y enciendo el auto.

Esta es definitivamente la peor noche de chicos que no disfruté para nada.

 

*****

 

—Hola mamá, ¿tienes mucho trabajo? —al entrar a mi casa veo a mamá en el suelo en medio de varios papeles.

Son casi las tres de la mañana y ella sigue despierta. Cuando sus ojos me enfocan quita sus gafas y sonríe dulcemente.

—De hecho no, sólo tengo que acomodar unas fechas —ríe—. ¿Quieres ayudarme?

Asiento rápidamente, quito mis zapatos y me siento a su lado. Ella aprovecha y deja un beso en mi frente.

»¿Cómo te fue?

Mi expresión decae un poco y ella lo nota, levanta mi barbilla observándome preocupada.

»¿Pasó algo malo? ¿Los chicos están bien?

—Sí, mamá, tranquila —le sonrío suavemente—. Es que hoy no estaba tan motivado y no disfruté mucho la noche.

Su expresión se relaja rápidamente para abrir paso a una sonrisa traviesa.

—¿Así que todo esto es por Aurora? —adivinó—. Más te vale que te disculpes por las cosas que le dijiste, de verdad quisiera saber qué hiciste para que no te hablara más, pero esto son sus asuntos, ya son adultos y sabes que si cometes un error debes remendarlo.

Asiento lentamente.

—Lo sé, lo sé... lo que no sé es cómo hacerlo.

Ella chasquea su lengua.

—Pues claro que no, eres un orgulloso de lo peor, y mira que lo dice tu madre.

Me hago el desentendido.

Ambos reímos por varios minutos, pero nuevamente mamá se pone seria.

»Sólo debes disculparte, pero tienes que sentir arrepentimiento de lo que hiciste, no puede ser una disculpa superficial porque eso sólo empeorará las cosas. Esas palabras deben salir desde lo más profundo de tu corazón —me sonríe palmeando mi hombro—. Hijo ¿Aurora te gusta? Díselo. Pero hazlo bien, con tranquilidad, sinceramente.

¿Eh?

—¿Cómo sabes? —no sirve de nada negarlo.

—Es bastante obvio —dijo, sonriendo—. Además George me lo dijo.

Lo sabía.

Él no sabe mantener la boca cerrada.

Ruedo los ojos y mamá me da un golpe en el hombro.

»Te vas a quedar bizco si sigues haciendo eso.

—Mamá, eso no es cierto —me río de ella. Después me levanto para ir a la cocina y comer un poco antes de acostarme, antes de irme giro hacia mamá y le pregunto—. ¿Tengo que ir el lunes? ¿Cómo va el caso?

Mamá deja de lado su concentración y me mira, parece pensativa.

—Va bastante bien, y sí, el lunes debo estar allá a primera hora —sonríe—. Necesito a mi niño.



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En el texto hay: comedia, apuesta, romance

Editado: 27.07.2021

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