El plan perfecto.

Capítulo Veintiocho

Revelaciones.

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Aurora's Point of View.


 

Dios mío, la cama de Jaden es tan suavecita y cómoda.

Abro mis ojos con pereza y me quedo mirando el techo de la habitación, hace poco repasé el lugar a mi lado y me di cuenta que Jaden ya no estaba.

Miré unos segundos más al techo, entretenida con mis pensamientos.

Poco después me levanté de la cama, un bostezo salió de mí justo en el momento que Jaden entraba por la puerta completamente fresco y vestido.

—¿Tienes hambre? —su voz sonó dulce. Asentí rápidamente, mi estómago no se hizo de esperar.

—¿Cuáles son esas preguntas a las horas de la mañana? Claro que tengo hambre.

—Aurora —me miró intentando no reírse—. Son las dos de la tarde.

—¡¿Qué?! —grité.

¿Cómo era posible que me hubiera dejado dormir tanto?

Empecé a correr por toda la habitación buscando mis cosas, pero sólo encontré mis jeans. Los tomé y miré a Jaden.

»¡Mi blusa! ¿Dónde está?

Jaden sólo atinó a reírse de mí.

»¡Dime!

Él señaló una esquina de su habitación donde efectivamente estaba mi blusa. Corrí hacia ella y después de cogerla entré al baño.

 

****

 

—Gracias por traerme —besé su mejilla—. ¿Nos vemos más tarde?

—Es lo que más deseo —sonrió mostrándome esos lindos hoyuelos, besé cada uno y después dejé un casto beso en su boca, porque a un señor (mi padre) le entraron ganas de salir a espiar.

Ambos reímos al verlo apoyarse "disimuladamente" contra la puerta de la casa y pasar sus ojos en nuestra dirección.

Me despedí por última vez de Jaden y salí del auto acercándome a mi papá.

—¿Qué haces afuera papá? —reí.

James fingió que no dije nada, en cambio se acercó a mí y me abrazó con mucha fuerza.

—Fue extraño no tenerte en la casa la noche anterior —besó mi frente. Eso apaciguó mi corazón, papá es muy tierno.

Enredé mis brazos por su espalda.

—Fue extraño que no hayas ido a darme las buenas noches. Te extrañé papá.

Su abrazo se intensificó, me levantó del suelo, y así entramos a la casa. Dean y Sean estaban en la cocina, cosa que me sorprendió.

Pero lo que hizo que mi mandíbula casi se desencajara fue el verlos a ambos cocinando. ¡Cocinando! ¡sin quemar nada, sin hacer un desastre!

Sobretodo Dean.

»¿Qué está sucediendo aquí?

Papá terminó de entrar mis maletas y se burló en cuanto miró a mis pobres hermanos cocinando.

—Hoy vienen las chicas.

Asentí comprendiendo.

Volví a mis hermanos y esta vez también reí.

—Ustedes se toman eso de gemelos muy en serio —dije divertida.

—Calla —me chitó Dean frunciendo el ceño, estaba tratando de ver algo en su celular.

—¿Es una receta? —pregunté acercándome.

Sean se giró para verme y dejó un beso en mi frente.

—Efectivamente lo es —respondió por su gemelo.

—Pero si Dean es malo siguiendo instrucciones.

El mencionado me fulminó, para después seguir en lo suyo.

Sean se encogió de hombros.

—¿Quién soy para cortarle las alas a mi hermano? —los dos reímos mientras Dean nos lanzaba harina. Me quejé y poco después en la cocina comenzó una guerra de comida.

Cuando papá bajó nos dio el regaño de nuestras vidas y nos ordenó limpiar todo y hacer entre los tres la comida.

No pude rechistar ante ese tono.


 

****


 

—Estuvo muy bueno lo que hicieron —James habló, acababa de levantarse del comedor y estaba lavando su plato.

Dean y Sean hicieron reverencias y yo sólo me reí.

—Pero es triste que ellas no hayan venido —hice un puchero siguiendo el ejemplo de papá y lavando mi plato.

Mis hermanos asintieron viéndose tristes, papá se acercó a ellos y les dio un fuerte abrazo.

Los chicos rieron e intentaron alejarlo diciendo que ya no eran unos niños, pero de todas formas papá no los dejó.

Yo me reí de ambos para después ser apretujada en un sándwich extraño por los tres.

—¿Por qué no vinieron? —preguntó finalmente papá.

Sean miró extrañamente a Dean y este hizo lo mismo con él.

Mientras, papá y yo los mirábamos a los dos sin entender esa extraña comunicación de gemelos.

Finalmente Dean habló.

—La verdad es que nos terminaron —se encogió de hombros.

—¿Qué? —dijimos papá y yo al mismo tiempo.

Los gemelos nos miraron sin ninguna expresión en particular.

—¿Al mismo tiempo? —pregunté esta vez yo.

Los chicos asintieron.

—Síp, ellas son amigas —le restó importancia—. No nos pregunten por qué, de hecho no sabemos, sólo fue una llamada y un "ya no queremos estar con ustedes".

Dean era el que hablaba, pero noté que Sean se encontraba demasiado callado y apartado.

Me acerqué a él cautelosamente.

—Habla —fui directa.

Sean salió de su ensimismo y me miró nervioso.

Dean pronto se acercó colocándose al lado de su hermano gemelo tratando de atraer la atención hacia él.

—Ya les dije que no sabemos nada, no tenemos ni idea de por qué nos dejaron.

James chasqueó la lengua.

—La expresión de Sean nos dice todo lo contrario.

Asentí.

Sean se puso más nervioso, al punto de que sus manos temblaban.

Me sorprendí y asusté.

Sean era el más pacifico y tranquilo de los tres, nunca lo había visto de esta forma.

Al instante la rabia subió a mi cabeza y lo cogí de las manos para que me viera.

—¿Qué te hicieron? —gruñí.

Sólo las chicas pudieron ponerlo de esta forma ¿quién más?

Es mucha coincidencia que se coloque así en el momento en que nos dicen que sus novias los dejaron.



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En el texto hay: comedia, apuesta, romance

Editado: 27.07.2021

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