Nadie la ha visto.
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El fin de semana fue lo mejor de mi vida, Aurora y yo por fin nos sinceramos, y estuvimos juntos toda la noche hasta el amanecer. Fue perfecto.
Por la mañana tuve que irme rápidamente antes de que el padre de Aurora llegara. Poco después de que los dos nos acostáramos juntos fue que me di cuenta que ella no estaba sola, sino que Sean estuvo todo ese tiempo encerrado en su habitación. Por un momento me puse nervioso al pensar que podría enojarse porque llegué de improvisto, pero él nunca salió de su habitación.
Me pareció extraño, pero no me inmiscuí ya que no tenía que hacerlo.
El lunes por la mañana me levanté renovado, ayudé a mi mamá con lo que sea que me pidió, y me fui alegre a la universidad. En el transcurso del día me sorprendí al darme cuenta que Aurora no había venido hoy tampoco, lo atribuí a la situación de su familia, y me relajé porque ya estaba seguro de nuestros sentimientos, así que no le tomé importancia y me dije que la iría a ver después de la universidad,
—¿Cómo van ustedes dos? —Carter estaba conmigo en la cafetería, esta vez solo nos encontrábamos los dos porque George también faltó hoy
—¿Aurora y yo? —pregunté mientras comía mi almuerzo.
Carter rodó los ojos por mi pregunta, pero después asintió.
Sonreí.
»Estamos bien.
Ellos dos no saben la pequeña pelea (en mi mente) que tuvimos Aurora y yo, tampoco les hablé de las cosas que Amara quería meterme en la cabeza para hacerme sentir inseguro -y que por poco lo logra-.
Carter me sonrió feliz.
—Me alegro —dijo, luego bajó su emparedado mirándome con curiosidad—. ¿Sabes por qué no vino hoy?
Casi me río por la expresión que estaba mostrando. Pequeño chismoso.
Negué.
—Nop —pues suponía que era por algo familiar, pero no sabía exactamente qué, tampoco le iba a decir a Carter.
Antes de que Carter pudiera volver a hablar, su celular sonó, y rápidamente lo revisó, la expresión en su rostro se suavizó para después mostrar una gran sonrisa. Cuando guardó nuevamente el celular me miró con una sonrisa.
—¿Quieres salir en la noche?
—¿George te mandó un mensaje? —pregunté, sabía que Carter no era muy extrovertido, eso de salir a cualquier parte siempre eran ideas de George que Carter aceptaba sin importar cuándo o dónde (a veces).
Él asintió y sonrió.
Lo pensé un poco, hace mucho no salgo con ellos, además las cosas con mi conejita están bien así que no veo el problema de compartir con mis dos amigos.
—Okey —acepté.
Carter alzó las cejas como si estuviera sorprendido, se levantó de su silla alegre y me pegó con su palma en la cabeza.
—¡Por fin recuerdas que tienes amigos!
Le di un manotazo riendo.
—Deja las bobadas.
En se momento sonó el timbre y ambos fuimos a nuestras respectivas aulas en medio de bromas y risas.
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—¡Jaden! —me giré hacia la persona que estaba gritando mi nombre. Ya mis clases habían terminado por hoy, así que me estaba organizando para irme a la casa. Seguía en el salón de mi última clase cuando Charlotte apareció de repente gritando mi nombre.
Su rostro estaba contraído en una mueca de angustia, lo que me hizo pensar que quizás me iba a sermonear porque atribuyó el que Aurora tampoco viniera hoy a mi causa, pero me sorprendí cuando llegó a mi lado y comenzó a llorar como nunca la había visto antes.
—¿Charlie? —la sostuve de sus hombros cuando vi que casi cae y la ayudé a sentarse en una de las sillas vacías frente a mí. Ella continuó llorando fuertemente, iba a preguntarle qué le sucedía pero ella me interrumpió en medio de su llanto.
—Di...dime por...por favor qu...e has visto a Auro...Aurora —apenas podía entenderle debido al llanto, pero en cuanto escuché el nombre de mi conejita salir de sus labios mis alertas se encendieron.
—¿Aurora? —pregunté, por alguna razón mi corazón se estaba estrujando con miedo—. ¿Le pasó algo a Aurora?
Charlie me miró con pánico y poco después comenzó a llorar con más fuerza agarrándose de mi camisa.
—No... no... no... no puede ser... —repetía entre llantos y jadeos.
—¿Charlotte? ¡¿Charlotte?! —le grité zarandeándola—. ¡¿Qué mierda pasó?! ¡¿Dónde está Aurora?!
Ella siguió llorando cada vez más fuerte, pero no decía nada relevante, no hasta que su rostro se deformó de la angustia, ella volvió sus ojos rojos a los míos.
—Nadie la ha visto —fue la única oración que dijo completamente sin titubear. Después de escucharla mi mente se puso en blanco.
¿Qué?
¿Aurora no...?
¿Qué...?
No sé en qué momento salí de las instalaciones de la universidad y llegué a mi auto, mi intención era conducir hasta su casa y al llegar ver que ella seguía allí acostada en su sofá y esto solo era una mala broma.
Esa era mi intención.
Hasta que James me llamó preguntándome por Aurora con un tono de voz que nunca le había escuchado.
Llevábamos ocho horas exactas buscando a Aurora, en cualquier lado, con cualquier persona. Alisha también vino para ayudar a su hermano, Alex también, todos estábamos preocupados.
Sean parecía ido, hace tiempo que lo había visto con esas ojeras que cada vez se le acentuaban con más profundidad, Charlotte no dejaba de llorar, James hablaba con la policía.
Lo que más nos puso los pelos de punta fue saber que el celular de Aurora seguía en la casa, junto con todas sus pertenencias, lo cual nos daba una clara idea de que esto no era un juego.
Aurora podría haber sido secuestrada.
¡Mierda, mierda!
Mis ojos se abrieron con rigidez al recordar algo.