El plan perfecto

- Capítulo 10 -

– Todo salió genial – dice Felipe cuando todos los invitados se van. Quedan treinta minutos para cerrar el restaurante, así que me quedo aquí, y Felipe conmigo.

– Tengo la sensación de que ni siquiera lo dudaste – resoplo.

– Tienes razón. No lo dudé – mi prometido ha ocupado mi oficina y ahora está sentado en mi escritorio, mientras yo reviso las facturas de hoy en el sofá. – Creo que tú y yo somos la pareja perfecta.

– De mentirosos – termino por él. – Por cierto, mañana tengo una despedida de soltera con mis amigas.

– ¿Irán a un club? – Felipe me observa con interés.

– Parece que sí – me encojo de hombros. – Las chicas lo organizarán todo, y tienen mucha imaginación.

– Bien. Yo también me divertiré con mis amigos – Felipe sonríe, y por alguna razón yo no puedo.

Todo parece estar bien. Nuestro plan funcionó, pero me pesa que todo esto no sea real. Que estamos mintiendo a su familia. Al menos mis padres están al tanto de todo. Ni siquiera sé cómo podría haberles mentido.

– Ya terminé – digo y guardo las facturas en una carpeta. – Podemos irnos.

Salimos del restaurante juntos y nos dirigimos a la salida. Felipe está a mi lado, y mi personal nos observa con curiosidad.

¡Claro! Todos sabían que iba a casarme con Dima, y ahora aparece un nuevo prometido.

– ¿En qué piensas? – pregunta Felipe mientras caminamos hacia el estacionamiento.

– En nada – miento.

– Pareces preocupada. ¿Es por la boda? – pregunta cuando nos detenemos junto a mi coche.

– Por todo – confieso. – No es tan sencillo como parecía al principio.

– ¿Quieres detenerte? – Felipe no aparta su mirada de mí. Espera una respuesta.

– No – me encojo de hombros. – Ya he llegado demasiado lejos.

Abro la puerta del coche y estoy a punto de entrar cuando veo un coche familiar cerca y me quedo paralizada. Miro a mi alrededor y mi corazón se hunde cuando veo a Dima detrás de Felipe.

– ¿Qué pasa? – pregunta mi nuevo prometido y se gira. En ese momento, Dima se lanza sobre él. Felipe no lo esperaba, así que se desconcierta un poco y recibe un golpe en la cara. Da un paso atrás y toca su labio roto con los dedos.

– ¡Vita es mía! – suelta Dima y vuelve a lanzarse sobre Felipe. Creo que su enojo también se debe a que Felipe lo echó de mi apartamento. Dima es rencoroso y quiere vengarse por eso. Y por mí, por supuesto.

Esta vez, Felipe se defiende bien. Logra golpear a Dima en la nariz y derribarlo.

Yo estoy un poco apartada, observando todo y apoyando a Felipe. Está ganando claramente en esta pelea, pero aún así veo la sangre que brota de su labio roto.

¡Perfecto! Ahora mi prometido estará golpeado en su propia boda, y todo por culpa de ese maldito Dima.

– ¡Ya basta! – grito con todas mis fuerzas, y cuando veo que Dima levanta una piedra del asfalto, mi corazón se detiene. ¡Se dispone a golpear a Felipe con ella!

No sé qué me impulsó en ese momento. Tal vez me sentí avergonzada de que mi ex atacara a mi actual, aunque sea ficticio. Me lanzo al centro de la acción y solo veo los ojos asustados de Dima, porque la piedra viene directamente hacia mí. Entonces Felipe me empuja al asfalto y cae sobre mí, sacándome todo el aire.

– ¿Estás loca? – gruñe Felipe cerca de mi oído. Se levanta de encima de mí y luego toma mi rostro entre sus manos. – ¿Estás bien?

Solo puedo negar con la cabeza, porque es difícil decir una palabra. Aún estoy asustada y confundida por la reacción de Felipe.

¿Se preocupó por mí?

– ¡Ven aquí! – gruñe, poniéndose de pie, pero Dima ya ha huido. Probablemente también se asustó de haberme golpeado en la cabeza. – ¡Dame la mano!

Hago lo que dice y caigo en los fuertes brazos de mi prometido ficticio.

– ¿Seguro que estás bien? – pregunta y me examina con atención. Solo puedo mirar su labio roto, y las lágrimas brotan de mis ojos.

No pienso en lo que estoy haciendo, y debería hacerlo.

– Lo siento... – susurro y toco su labio con las yemas de mis dedos. Felipe se queda quieto. Sus manos aún me sostienen, y es tan extraño. – ¿Te duele mucho?

– No es mortal, Vita – inhala y hasta sonríe.

– No es mortal – acepto. – Pero tendremos que besarnos en la boda, y tú tienes esto...

– ¿Eso es lo que te preocupa? – Felipe vuelve a ser él mismo. Se relaja y se divierte.

– ¿Y no debería? – gruño.

– Beso muy bien, Vita. Incluso con el labio roto.

Parece que Felipe quiere demostrarme eso, pero retrocedo. ¡Lo último que necesito son besos! ¡Y menos con mi prometido ficticio...

Felipe y yo nos dirigimos a nuestros respectivos coches. Yo vuelvo a casa, y él también se va a algún lugar. Probablemente a curarse las heridas.

Me siento amarga y disgustada por lo sucedido, y estoy lista para estrangular a Dima con mis propias manos.

¿Cómo se atreve, después de lo que hizo, a culparme de algo y pelear con mi nuevo novio?!

Al llegar a casa, llamo a mis amigas de inmediato y, mientras cocino, les cuento todo. Afortunadamente, hoy toda nuestra pandilla está reunida, y eso no puede más que alegrarme.

– ¡Qué idiota! – grita Kira a la cámara. – Si hubiera estado allí, le habría arrancado todo. ¡Mira qué macho! ¡Vino a reclamar lo que cree que es suyo!

– Aún no entiendo por qué vino – respondo. Me divierte la pasión de mi amiga, aunque sé que no está bromeando.

– ¿Y cómo está Felipe? ¿Le hicieron mucho daño? – pregunta Khrystyna.

– ¡Sí, claro! – se une Yana. – Qué pena por su hermoso rostro.

Resoplo y me meto un trozo de pepino en la boca.

– ¡No le pasó nada a su rostro! – gruño y recuerdo cómo me entristecí por su labio roto. Por supuesto, no les dije eso a mis amigas.

– Espero que mañana todo siga en pie – dice Kira. – Ya reservé una mesa en un club y un stripper.

– ¿Qué? – grito y me pongo roja al instante. Kira comienza a reír como loca, y yo frunzo el ceño.

– ¡Es broma! – resopla, pero no le creo en absoluto.




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