El planeta perdido.

Una tarde de pesca.

-¿Pescar ahorita? –pregunta Melina intrigada.  -¡Si ya va a ser de noche y ni creo que pesquemos nada!

 

  -Me encanta que me digas eso como si estuviéramos en la Tierra.                 

 

Dice Anuart desde el módulo de transporte en el monorriel, mientras veían el gran domo atmosférico de más de 1 kilómetro de diámetro y 400 metros de altura, que protegía a Villa Lago Nix del vacío espacial, con el Sol artificial descendiendo por un costado ya cerca de su poniente.

 

  -Tal vez no pesquemos nada pero no creo que exista mejor lugar, ni mejor manera de monitorear la erosión del domo, que desde el Lago Encantado en un atardecer de pesca; ¡Aunque sea un atardecer artificial!

 

  -En eso tienes razón tío, tú no sabes lo que es un atardecer verdadero, por eso pienso que te gustan los atardeceres de aquí, déjame enviarle un holo a Nikita para que pase por el Fercho y el Boomer y nos alcance allá. –dice Melina.

 

  -¡Claro que sé que es un atardecer verdadero! En mi viaje de Plutón hacia la Tierra yo mismo podía hacer un eterno atardecer en el horizonte de la Nix, y aunque apenas y los recuerdo, también se perfectamente que éste no tiene comparación con el espectáculo de luces y sombras de un atardecer terrestre, pero es lo más parecido al último amanecer que vi cuando tenía 18 años y tu padre 15, tu hermana ya debe de estar esperándonos allá con todo y perros, si precisamente de ella fue la idea de ir a pescar.

 

  -Esa Niki siempre comportándose como niñita y siempre pensando en fiestas; ¡Como si una tuviera tiempo para eso!

 

  -Todos ustedes son unos niños, sobrina, no porque viajen por el espacio significa que no van a vivir su vida como la de cualquier otro de los muchachos en la Tierra, por eso tu padre diseñó a Villa Lago Nix lo más parecido a una comunidad urbana, para que los viajeros espaciales y principalmente ustedes que son sus hijos, no se estresaran en este viaje que puede ser de más de 40 años.

 

  -Lo bueno es que ya no estamos hablando de más de 80 años, tío.                   

 

Dice Melina al ponerse de pie para abandonar el módulo del monorriel, ya que estaban llegando a la estación de descenso en Villa Lago Nix, donde abordaron cada uno sus bicicletas en el ciclo puerto, para dirigirse a sus respectivas cabinas en el barrio, para cambiarse de ropa e ir hacia el Lago Encantado, que contaba con un malecón y un embarcadero, donde ya los esperaba Nikita Vessel con el par de chihuahuenses amarrados al diván de playa donde ella estaba  recostada, mientras bebía algo al lado del letrero que decía: Bienvenidos al Lago Encantado, en medio de aquel atardecer simulado que les proporcionaba la luz rojiza del Sol, que ya se metía en su poniente artificial, la temperatura media era de unos 25 grados centígrados, climatizado así por el sistema de calefacción y circulación de aire del domo que provocaba una brisa que parecía natural, y por la temperatura media del planetoide, que era de 10 grados centígrados por causa de la tenue atmosfera que lo rodeaba, y de su núcleo en movimiento que mantenía activo su volcán situado del otro lado, en lo que podríamos llamar la quilla de la Nix.

 

  -No es igual pero se ve bonito. –dice Nikita mientras su tío y su hermana bajaban de sus bicicletas.

 

  -Nada que ver Nikita.

 

Le replica Melina aproximándose, el Sol ya se había ocultado en su poniente y un repentino manto de estrellas apareció de repente, en aquel ambiente artificial, donde las olas del Lago Encantado se escuchaban al romperse en las orillas, olas causadas por la brisa provocada por el sistema de circulación de aire,

 

  -El domo se ve seguro. –dice Anuart mirando al cielo. -Pero no olviden el equipo de emergencia en caso de que se rompa alguna sección.

 

  -Ese ya lo sé usar porque estoy bien entrenada, ya hasta se dónde voy a acomodar al Boomer, lo que no se usar es esto. –dice Nikita tomando una caña de pescar en la mano.

 

  -¿Si se rompe el domo a poco tendremos tiempo de escapar sin que nos succione el vacío del espacio?

 

Pregunta Nikita a su tío mientras se acomodaba en la orilla del muelle.

 

  -Si nos golpea un asteroide de varias toneladas no lo creo. –dice el tío Anuart. -Pero no te preocupes porque si viene un bandido de ese tamaño nuestro sistema de vigilancia espacial lo detectara a 3 semanas de distancia y tendremos tiempo de  esquivarlo o destruirlo, el equipo de supervivencia lo necesitaríamos si se rompieran una o dos secciones directamente sobre nuestras cabezas, rupturas ocasionadas por cascajo espacial, pero en esta zona donde hay planetas orbitando constantemente, es muy difícil encontrar cascajo, por las constantes barridas que dan los planetas gigantes como Júpiter y Saturno cada vez que pasan, pero no nos succionaría por la altura del domo, pero en el caso de que llegara a suceder una ruptura brusca, y no se pueda contener con el sello de emergencia, si aplicamos el procedimiento correctamente podremos llegar a las cabinas.




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