Universo: Desconocido
Planeta: Desconocido
Ubicación: Desconocida
Tiempo: Treinta y cinco años en el pasado
Año en el planeta pilar: Finales de 1999
En un mundo misterioso abundan los pantanos, aparte de otros cuantos ecosistemas diferentes: bosques, mares y una pequeña parte de praderas. Este es el hogar del segundo dios más poderoso de todos los universos.
El dios serpiente Ginjo se encuentra descansando en su trono de madera tallada; el cual se encuentra en medio de un lago de muy baja profundidad y lleno de árboles. En lugar de contar con un ostentoso palacio y servidumbre al por mayor, la deidad reptil prefiere la soledad; le cuesta trabajo controlar ese deseo de aniquilar a seres vivos por diversión.
—Vaya. De verdad que todo esto es muy aburrido. No tengo ganas de visitar a mi maestro Satanás; sus clases son muy aburridas —comenta Ginjo, pensando luego en la manera de entretenerse—. Ya asesiné a todos los habitantes de este planeta; creo que ya dejé vivir por demasiado tiempo a los seres del astro vecino.
Inesperadamente, aparece un portal rojo escarlata a escasos metros del trono de madera; Ginjo se espanta y se levanta en un santiamén, preparándose para una posible pelea.
Un hombre emerge de la grieta dimensional, la cual se desvanece en pocos segundos. El desconocido está usando ropas del viejo Oeste, todas de color negras, incluyendo su sombrero; su cara está cubierta con una careta de plástico negra, mostrando siempre un rostro ligeramente alegre.
El tipo misterioso voltea hacia el único habitante de ese mundo.
—Allí estás. Hola Ginjo, ¿cómo te va? —Saluda el forajido negro muy feliz.
—Eres… Eres… Un momento, eres ese forajido que se enfrentó contra un payaso hace miles de años en el pasado, cuando Satanás organizó ese torneo —asegura la serpiente antropomorfa muy sorprendida.
—Vaya, no esperaba que tuvieras tan buena memoria. Sí, ese era yo —responde el vaquero enmascarado tranquilamente.
—¿Dónde están tus compañeras? —inquiere Madogis con mucho interés.
—Es una historia demasiado larga para contarla; la versión corta es que ellas se encuentran en otros universos… por el momento. Lamentablemente me encerraron; solo me estaba divirtiendo y los dioses regentes de mi universo me capturaron. Tal vez te acuerdes de mi nombre falso: Élmer —supone el forajido.
—Sí, recuerdo que el presentador dijo ese nombre cuando anunció el nombre de tu equipo. Si ese era el falso, ¿cuál es el verdadero? —pregunta Ginjo con mucho interés.
—Mi nombre verdadero es Lozkar Toalber y provengo del mismo universo pilar. Soy un demonio especial conocido como doppelgänger. Acabo de escapar de una prisión especial.
El demonio reptiliano escucha atentamente las palabras de Lozkar, analizándolo silenciosamente con su magia y una habilidad especial.
—Eres un simple demonio menor; con razón no le provocaste ni cosquillas a ese arlequín. ¿Qué asuntos vienes a tratar conmigo? Espero que sean buenos, si no quieres perder la vida. Recuerda mi título y mi nombramiento de aprendiz —advierte Ginjo seriamente.
—Claro que me acuerdo. Dime, ¿has escuchado de la enciclopedia Cóvniem?
—No. Nunca había escuchado de esa enciclopedia; no me interesan los libros inútiles.
—La enciclopedia Cóvniem no es un libro inútil; con esos escritos, fácilmente podrías conquistar a todos los universos… y me estoy refiriendo absolutamente a todos —asegura el doppelgänger con malicia, dando más detalles al final—. Esa enciclopedia tiene un directorio con todos los universos y planetas existentes; pero aparte, puede regalarte más sabiduría… y poder del que tienes ahora.
—¿Qué hay de Azathot y Hastur? Si me empiezo a mover por los cosmos, ellos me descubrirán e interferirán —asevera Ginjo con seriedad.
—No te preocupes. La enciclopedia Cóvniem te sacará de cualquier apuro —asegura Lozkar confiadamente.
—¿Y dónde tienes escondida esa tal enciclopedia tan útil? ¿En la celda que acabas de dejar? —indaga Ginjo ahora con mucho interés.
—Desafortunadamente no la tengo en mis manos, pero sí se el lugar dónde puedo comenzar a hurgar; buscaré en ese lugar y te avisaré cuando la encuentre —dice Lozkar tranquilamente.
—No me das mucha confianza, demonio Lozkar; sería mejor que te destruyera y busque por mi cuenta esa enciclopedia —medita el dios serpiente en voz alta.
—¿Qué te parece si por el momento te digo tu futuro? Yo sé mucho de ti y tu… vida futura —comenta Lozkar con alegría maliciosa.
—Interesante. Entonces dime que tanto sabes —ordena Ginjo, volviéndose a acomodar en su trono de madera.
Durante varios minutos, Lozkar Toalber le platica al dios reptil acerca de otros universos: Mistral, Rómgednar, Nyberg, Píteri, Monlix, Monet, Eifell y Degas entre otros. La mayoría de esos cosmos ya los conoce Ginjo, pero hay varios otros que escucha por primera vez.
Luego, el doppelgänger le comparte al dios reptiliano los posibles enemigos y amigos que se encontrará por primera o segunda ocasión: el reino Arasius, Yin, Gwen, el reino Antar, una sacerdotisa llamada Lucy, Mictan y Zadras entre otros nombres más.
—¿Cuántos años has estado encerrado? —inquiere Ginjo muy sorprendido.
—Catorce años en tiempo del planeta pilar; tengo quince años terrestres —responde Lozkar con tranquilidad, aunque su cuerpo humano aparenta tener unos treinta y cinco años.
—¡¿Quince años?! ¡¿Pero… pero… —Ginjo se queda a medias palabras, sin poder explicarse esa respuesta; a los pocos segundos se empieza a reír, expresando al final de ese ataque de risas—. ¡Buena broma, Élmer; buena broma! ¡Jajajaja! ¡Me lograste engañar por un segundo! Querrás decir tres mil novecientos noventa y nueve años.
—No. Tengo quince años terrestres —asegura Lozkar con voz seria.