El Planeta Pilar: Pieza Clave Del Poder

Capítulo 30 “Llegan los refuerzos”

El cielo se empieza a nublar de un segundo al otro, pero lo más desconcertante, es un portal que aparece en el cielo y justo arriba de los recientes vencedores de la batalla.

De ese portal empiezan a aparecer miles de creaturas negras escamosas aladas; específicamente, búpsoefs menores alados. Entre esa parvada de seres salvajes demoníacos, aparece la coeflhom Réum Slee, montada sobre una de las tantas creaturas; también aparecen la androide Rebeca y la qumkso Sophi, quien viene sosteniendo al payaso Paythius Imperatore de los dos brazos. 

—¡Paquetería por parte de Ginjo express! ¡Llegamos en menos de treinta minutos, o su paliza será gratis… ah no, perdón, o su exterminio ya no será tan doloroso! ¡Jajajaja! —expresa el arlequín entre risas alegres.

De un momento al otro la balanza se ladea completamente al lado contrario; la itqa-lirt Rebeca y Réum Slee se encargan de los dragones. Slee hace alarde de su poder, convirtiendo a varios de esas bestias voladores en demonios qumksos enormes, preservando su cuerpo dracónico salvaje.  

Cuando los búpsoefs menores, Sophi y Pythius llegan al suelo, otro portal se abre justo detrás de ellos; en solo instantes aparece otro ejército de hombres serpientes, empezando por atacar a los soldados defensores locales que todavía no creen lo que ven.

El arlequín llega junto con Lozkar, pero Fiorello, Abihu, y las dos reinas se interponen en su camino.

—¡¿Quién es este payaso y que hace aquí?! —pregunta enojado Abihu en voz alta.

—Oh. Pues soy tu colega y compañero de equipo, ¿sufres de amnesia o qué? —expresa Fiorello un tanto molesto y perplejo, volteando con su mejor amigo.

—¡Tú no, Toribio! ¡Ese payaso! —exclama Abihu mientras señala al frente.

—Quisiera presentarme antes del espectáculo, pero antes tengo que ayudar en un acto de escapismo —comenta Paythius al tanto que se frota las manos.

—¡Ah sí! —exclama Fiorello, para luego usar dos de sus cadenas negras vivientes, atrapando la mayoría del cuerpo del nuevo enemigo—. Primero intenta escapar de esto.

—¡Reto aceptado! —dice Paythius muy feliz, empezando a correr velozmente alrededor de los cuatro estorbos, atrapándolos con las mismas cadenas de Evangelos.

Sin dejarles tiempo de decir o hacer algo, el payaso arroja a los cuatro héroes encadenados lejos del lugar; con el paso ya libre, se acerca con Lozkar y le ayuda a librarse de las cadenas, rompiendo los eslabones con demasiada facilidad; aunque, parece que se ha lastimado un poco las manos, porque las sacude por unos segundos.

—Gracias compañero, llegaste a tiempo —le agradece el forajido negro mientras se levanta.

—Todavía no digas nada; no te has salvado de la reprenda de Ginjo. Mejor disfruta este momento antes de enfrentarte a su enojo —le dice el payaso, para luego empezar por ayudar a los soldados.

En otro lado Fiorello controla a sus cadenas, liberándolo a él y a sus tres amigos.

—¡Hay que llamar a todos! ¡Que todos los soldados del planeta se replieguen a este sitio! —les ordena Abihu a las dos reinas, quienes se comunican mentalmente con todos los habitantes del astro.

Ariadna, Lindalë, Abihu y Fiorello, empiezan por abrir decenas de portales, permitiendo que los ejércitos aliados se reúnan en el mismo lugar.

Asi inicia otra guerra épica en el planeta Pérsua Ifpabe, que determinará el destino del universo.

—¡Hay que mostrar nuestra verdadera apariencia, Toribio! —le comenta Édznah a Fiorello, quien solo asiente con la cabeza.

Después de un efímero resplandor, ambos consejeros muestran sus verdaderos cuerpos y armas.

Abihu es cubierto por una armadura de placas plateada brillante, pero con grabados en alto relieve color rojo óxido; esas partes no están oxidadas, ese es su color. No le aparece un yelmo. Sus seis alas emplumadas, todo su cabello y sus ojos, pasan a colorearse de un negro absoluto. Invoca sus dos espadas de plata brillante (éqmev puro), de las cuales emana un aura rojo óxido.

Por su parte, Fiorello se transforma en un dragón antropomorfo de dos metros con diez centímetros de altura; pierde todo su cabello, pero sus ojos no cambian. Sus fuertes escamas son mayormente blancas, excepto en los brazos y las piernas, donde son de color negro; no se queda desnudo, usando únicamente su pantalón, su gabardina larga abierta y su sombrero australiano negro. En sus manos empuña un par de espadas talwar, cubiertas con fuego perpetuo color blanco.

—¡Hora de atacar! — gritan Lindalë, Ariadna, Abihu y Édznah al mismo tiempo. La nigromante da un silbido para llamar a su compañero Bucéfalo.

La batalla se intensifica en gran manera cuando los aliados de los defensores van llegando, porque atrás de esos guerreros nobles que defienden Pérsua Ifpabe, aparecen los soldados del imperio Doppel y de la isla de Tuffune. Sumando a todo esto, Lindalë y Friedrich no paran de invocar a sus muertos vivientes y animales salvajes de electricidad, aparte de los dragones salvajes.

El sitio se convierte en un pandemonio caótico.

Por un lado, Paythius imperatore se encarga de una tropa de soldados completa, usando una bomba redonda con su mecha encendida, la cual escondía mágicamente debajo de su sombrero.

Lindalë y Ariadna pronto descubren que ese sujeto es aliado de Lozkar, aparte pueden sentir un gran poder que emana de él. Las esposas deciden enfocarse en ese adversario.

Ambas atacan al mismo tiempo: Ariadna por el aire y Lindalë por tierra, mientras monta en su zilhao Bucéfalo. El payaso logra descubrirlas mientras se acercan, esperando pacientemente al tanto que infla un globo que crece demasiado. Las dos guerreras dan un golpe con sus espadas, justo cuando el globo revienta, apareciendo un escudo triangular al segundo siguiente; Paythius se cubre con ese objeto, evitando ser rebanado en dos partes.

Mientras Berenice se enfrasca en una batalla contra el arlequín, Lindalë desmonta del compañero cuadrúpedo y se acerca para apoyarla; Paythius ha empuñado una espada corta, la cual extrajo de un bolsillo de su pantalón, defendiéndose de los ataques de ambas guerreras. En realidad solo se está divirtiendo; no está demostrando su verdadera fuerza.




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