El Planeta Pilar: Pieza Clave Del Poder

Capítulo 37: Visitantes lejanos

Universo: Vía Láctea

Planeta: Tierra cuatrocientos treinta y uno punto cero. (Tierra falsa)

Lugar: San Pedro Cholula, Puebla, México 

 

Mientras que los ayudantes del ser creador supremo definitivo del Sur esperan por su líder, en el patio principal del santuario de la virgen de los remedios se abre un portal; uno de los tantos que se abren alrededor, apareciendo los habitantes del planeta Mistral que fueron salvados.

Filip abre sus ojos poco a poco, tratando de identificar los alrededores, encontrándose primeramente un gran edificio amarillo construido a base de cantera.

Lo último que recuerda es que Ginjo los estaba venciendo a todos, pero una misteriosa luz los envolvió, enviándolos a la nada en un solo segundo.

—Uhmmnn. Este lugar es completamente desconocido para mí; nunca había visto esta arquitectura tan peculiar —comenta Ritta; voltea alrededor, pero tal parece que la ciudad está abandonada.

—Madre, ¿te encuentras bien? —inquiere Zeroko al tanto que se acerca con Erika; su padre Arnald le acompaña.

En los alrededores y llenando cada calle abandonada, se encuentran esparcidas más de quinientas mil tropas, totalmente confundidas por el reciente acontecimiento.

—Sí —responde Erika tranquilamente, añadiendo—. ¿No has visto a tu hermana?

Su hija Zeroko solo niega con su cabeza, empezando inmediatamente con su búsqueda.

Se topa con Charlotte (*), quien está acompañando a Eisen y a Chaos (***). Cerca de la entrada del gran santuario se encuentra Ritta junta con Grom (*), Cirdan (*), Haakon, Lucy y Nathalie (**). Baja las escaleras y llega a un camino empinado que recorre una ladera del gran cerro, encontrándose con Gaia (**) y una pareja de casados: Alexander (***) y Annerose (***); más abajo de esa vereda de ladrillos, descubre a Ayato (***) junto con la perdida que buscaba desde el principio: su hermana Angelique (***).

Ya pensaba acercarse con ella, pero se percata que Angelique está llorando desconsoladamente junta con su esposo Ayato (*); él la consuela mientras que ambos se retiran un poco, pisando el pasto que cubre una parte del cerro.

Zeroko se queda en su lugar, al tanto que Telmarg (*) se acerca junto con su familia.

—Parece ser que alguien nos rescató de forma milagrosa —supone Telmarg con seriedad.

—¿No sabes quién fue exactamente? —inquiere Zeroko.

A lo lejos, Anatema, Anastasia, Ajatar (*) y Annelotte (***) inspeccionan el área.

—No —responde Telmarg, comenzando por bajar las largas escaleras que llegan hasta el final del cerro, que en realidad es una gran pirámide enterrada bajo toneladas de tierra y pasto.

Agregando más situaciones… misteriosas, en el cielo se abre un portal, apareciendo un hechicero que usa sombrero triangular y túnica oscura.

—¡¿Pero qué… —inquiere Lucy sorprendida, preparándose para el combate; pero todo su cuerpo es paralizado a causa de un hechizo.

—¡Saludos a todos! ¡Mi nombre no tiene importancia en este momento, pero quisiera avisarles que acaban de ser salvados milagrosamente de Ginjo! —anuncia Tsubaki, descendiendo directamente hacia el patio del santuario.

El ser creador supremo definitivo chasquea sus dedos, provocando que los generales y hechiceros más fuertes aparezcan en ese lugar en solo un segundo. Una vez que los guerreros más fuertes se encuentran reunidos en un solo lugar, el mago Tsubaki sigue hablando, pero no libera a sus prisioneros del hechizo paralizador.

—He decidido salvarlos a ustedes del poderoso ataque de Ginjo; no tenían la más mínima esperanza de sobrevivir contra sus ataques.

Afortunadamente, los rostros de los héroes circundantes es la única parte de su cuerpo que pueden mover, empezando a mostrar enojo o miedo, debido al gran poder mágico que posee este desconocido.

—¡Dentro de poco tiempo voy a eliminar el hechizo para que todos puedan hablar y moverse, pero tengan la confianza de que estamos para apoyarlos! —grita el supremo creador definitivo, eliminando su hechizo por medio de un chasqueo de sus dedos.

—¿Quién eres? —inquiere Ritta seriamente.

—Soy un aliado —responde Tsubaki, realizando otros ademanes con sus manos.

Los cientos de árboles que cubren el cerro y los pies del mismo desaparecen, apareciendo en su lugar varias grietas dimensionales, tanto en tierra como en el aire. Otros tipos de soldados aparecen de esos portales, cargando grandes cajas con armas, armaduras y suministros; los portales en el cielo son puertas interdimensionales, permitiendo el paso de grandes dirigibles. Todo lo necesario para soportar la próxima guerra.

Los soldados sobrevivientes no tardan en darse cuenta de los alimentos y bebidas disponibles, por lo que se acercan desesperadamente para poder recuperar fuerzas; los más cercanos les dicen a los demás que pasen la voz, o que ayuden para facilitarles la comida a los más alejados.

Ritta se da cuenta que Tsubaki es un ser bastante poderoso, quien los supera con gran facilidad.

Por otro lado, miles de tropas de diferentes reinos (Arasius, Beham, Indova e Idatrir, entre otros), se adueñan de diferentes armas y armaduras; algunos empiezan a dirigirse hacia las grandes naves voladoras, las cuales aterrizan en varios espacios vacíos amplios cercanos, alistándose para la guerra.

—Much… Muchas gracias por tu ayuda —tartamudea Annerose mientras se acerca con el mago misterioso; el ser creador supremo sonríe por unos momentos.

—No hay problema, no hay problema. Muy cerca de estos lugares se encuentran otros supervivientes que lograron escapar de Ginjo y sus hombres. Son unos pocos guerreros, pero son los aliados perfectos para enfrentar a los nuevos secuaces de Ginjo. Mi trabajo es salvarlos a todos ustedes para prepararlos para su venganza —informa Tsubaki con seriedad.

Todos alrededor escuchan atentamente.




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