El Planeta Pilar: Pieza Clave Del Poder

Capítulo 38: De vuelta hacia el universo Nyberg

Universo: Rómgednar

Planeta: Sepnaru

Lugar: Plaza roja, Moscú. Rusia.

 

Una vez que ha caído una de las potencias mundiales, Ginjo voltea alrededor, observado con seriedad las ruinas de la ciudad; este es el último sitio que faltaba por destruir.

Desde el principio, los habitantes de este planeta no tuvieron ninguna oportunidad para enfrentar a las amenazas que se aparecieron. Sus municiones, armas avanzadas y bombas nucleares fueron usadas en vano; herramientas inservibles que han quedado diseminadas por todos los países y ciudades arrasadas, ahora abandonadas y solitarias.

—Dentro de poco tiempo, todos los universos serán míos —dice en voz baja Ginjo; luego de unos segundos voltea con Lindalë, aunque en verdad es Lozkar quien ha poseído su cuerpo—. ¿Vas a quedarte con ese insignificante cuerpo por toda tu vida?

Paythius Imperatore sonríe burlonamente, mientras que Sophi, Ariadna, Rebecca, Réum Slee y Alerid observan enojadas a su líder.

—¡No, no! ¡Claro que no, compañero! Solo estoy esperando a mi esposa para darle la sorpresa —exclama Lozkar al tanto que mueve sus brazos.

Resuelta esa duda Ginjo voltea su mirada hacia otra parte.

—Esa habilidad no hubiera servido si estuvieras en el planeta Mistral —informa él con voz adusta.

—¡¿Es imposible poseer el cuerpo de esos seres?! —inquiere asombrada Réum Slee.

—Depende del objetivo. Si es un simple minotauro o un ciudadano, si pueden apropiarse de su cuerpo; pero si es un asesino supremo o un dios de la muerte, como muchos clasifican a esos seres… Uhmmnn, es prácticamente imposible hacerlo. Recuerden que es un cosmos categoría ocho; es mejor enfrentarlos en grupo para asesinarlos.

Los compañeros de equipo voltean al suelo muy asombrados, al tanto que Ginjo se acerca con ellos.

—¿Sorprendidos? Todavía les falta mucho para que conozcan a ese universo; todo esto es gracias a la estupidez que cometieron Hastur y Azathot en el pasado, con ellos y con algunos otros universos. Por esas razones, es mejor eliminarlos rápidamente—. El dios serpiente realiza una respiración profunda antes de seguir hablando—. Milagrosamente nunca aparecieron las chicas que se enfrentaron entre sí en el pasado; es bastante extraño, contando que visitamos casi todos los universos existentes, pero no importa —informa Ginjo.

—¿Quiénes son? —pregunta Sophi.

—No sé muy bien los detalles. Solo estuve presente cuando ellas se enfrentaron entre sí en la gran torre de la discordia (*); si no fuera por el poder que tengo por parte de mi gran maestro, ellas me eliminarían en un santiamén —asevera Ginjo, dirigiendo su mirada hacia Lozkar—. Ahí no sirve para nada la posesión de cuerpos; ellas están en un rango mucho más grande que un simple demonio como ustedes. —Ahora el líder del equipo mira hacia el cielo—. Quiero que hagan…

Antes de poder terminar la frase, es interrumpido por un portal y por Ókinam, quien sale del mismo túnel interdimensional. La doppelgänger élfica dirige su mirada sorprendida hacia adelante.

—¿Lindalë? Este es un giro interesante; decidiste traicionar a tu esposa y unirte a nosotras —dice Ókinam con alegría, para luego voltear alrededor—. ¿Dónde se encuentra mi tonto esposo? —pregunta ella con molestia.

—Sorpresa querida, soy yo —responde Lindalë con una sonrisa.

Al segundo siguiente, el espectro Lozkar se desprende del cuerpo mortal de la faípfem felina, provocando que su cuerpo inconsciente se desplome en el suelo. Élmer Homero regresa al plano mortal, vistiendo sus ropas del viejo Oeste.

—Me apropié de su cuerpo en medio de la batalla; eso fue suficiente para darnos una gran ventaja —explica Lozkar tranquilamente.

Ókinam se acerca a la tigre hembra antropomorfa desmayada, observándola atentamente.

—Usaste la “posesión demoníaca”. Bien hecho, esposo; ahora tenemos una molestia menos de la cual preocuparnos —expresa la reina élfa muy alegre.

—Oh. Sabes, creo que te quedaba mejor el otro cuerpo —menciona el payaso Paythius.

Lozkar no dice nada, pero muestra un rostro enojado.

—Por fin llegó la última integrante, excelente; aunque… Uhmmnn —comenta Ginjo al tanto que mira hacia el cielo; se queda unos momentos callado, retomando la palabra después—. Vayamos hacia mi excelentísimo palacio en el universo Nyberg; hagan lo que quieran con esa tigresa antropomorfa que capturó Lozkar.

El dios serpiente abre un gran portal, esperando pacientemente.

—Eso es fácil. Prontamente ya no nos tendremos que preocupar por ese guardián sagrado y sus ayudantes; ella solo será un peso muerto —asevera Ókinam al tanto que invoca sus armas filosas personales; sus feng huo lun.

La villana trata de cortarle la cabeza a Lindalë, quien sigue desmayada, pero un escudo de energía naranja se lo impide; esa aura anaranjada protege todo el cuerpo de la felina antropomorfa. Ókinam lo intenta varias veces, pero no puede romper ese escudo mágico.

—Déjame intentarlo, querida —le dice Lozkar al tanto que empuña uno de sus machetes.

Élmer Homero intenta asesinar a la prisionera, pero ocurre la misma situación; esa energía misteriosa protege perfectamente a Lindalë en todo el tiempo. Todas las hermanas intentan quitarle la vida a la esposa de Ariadna de diferentes formas, pero no pueden.

—A veces es mejor ensuciarse las manos; permítanme mostrarle cómo se hace —expresa el payaso, apartando a sus compañeras y compañero del cuerpo de la heroína.

Paythius se acerca a la víctima; su plan es simplemente romperle el cuello con sus manos. Antes de que pueda tocar el pelaje de Lindalë, esa energía naranja regresa en un segundo, arrojándolo lejos y volviendo a proteger a la nigromante.

—¿Qué chinguetes está pasando? No podemos matarla —comenta perplejo y enojado Élmer Homero.

—Esa aura… —susurra Ókinam, analizando más detenidamente la energía anaranjada que protege a su enemiga; al ver más de cerca, se percata que hay símbolos muy familiares que brillan de manera intermitente.




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