Breves momentos después, un portal se abre en la misma planta baja de la torre; afortunadamente no hay guardias en este lugar. La mayoría se encuentra en los pisos superiores.
—Te dije que afuera, pero ya que. Por fortuna no hay nadie —le dice Friedrich a su jefe.
—Antes de seguir avanzando, ¿quién más puede abrir portales, aparte de Berenice, carlitos y yo? —pregunta Carlos Alberto al tanto que invoca su armadura de placas de hierranto; un metal azul claro con vetas café claro y grabados en relieve alto color blanco.
—Yo puedo —dice Filip.
—También nosotras —aclaran las tres hermanas.
—Lo mejor es dividirnos en grupos, para que podamos ganar más tiempo —opina el doctor Friedrich, preparando su bastón Bō de élpiu.
—Que sean dos grupos: uno distraerá y los otros liberan a Lindalë —dice Francisco, quitándole el seguro a su fusil de asalto.
—Zeroko, Angelique y Reiko; ustedes acompañen a Fiorello y a Carlitos mientras distraen a ese nuevo enemigo, apóyenlos con las enemigas que se aparezcan. Doctor Friedrich, Ayato y Francisco; ustedes permanezcan afuera de las mazmorras, mientras Berenice y Lucy entran para liberar a Lindalë. Yo y Filip los apoyaremos en el caso de que Lozkar aparezca —organiza el guardián sagrado para luego usar su “visión divina”, escudriñando cada piso del edificio en solo segundos. Una vez que toda la estructura es revisada, Carlos se dirige con sus ayudantes—. Ginjo está solo en la cima; al parecer está meditando. Lozkar, un payaso y las hermanas están en el noveno piso; justo arriba de las mazmorras. Por desgracia, Ókinam se encuentra con Lindalë; ya se podrán imaginar lo que está haciendo.
—¡Oh no! —exclama Berenice muy preocupada.
—¡Ustedes cinco! Suban y apresúrense; los demás esperaremos en el séptimo piso —ordena Friedrich.
—Antes esperen; dejen bendigo sus armas y auras, así podrán dañar mucho mejor a los enemigos —comenta El Gitano Blanco, realizando varios ademanes con sus brazos y manos.
En un par de segundos, los cuerpos y armas de todo el grupo están cubiertos por una energía azul claro con café claro.
Reiko es quien abre un portal hacia el noveno piso, permitiendo que sus cuatro compañeros lleguen al sitio, sanos y salvos; por su parte, Carlos abre otro portal hacia el piso número ocho, directamente al pasillo externo.
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Una vez que Angelique y los otros llegan al piso nueve, se mueven muy sigilosamente, evadiendo a los guardias reptilianos; no pueden evitar asesinar unos cuantos en el camino, pero procuran no provocar un escándalo antes de lo planeado.
Tranquilamente, los cinco se acercan a la puerta del cuarto.
—¿Cuál es el plan? Entramos todos y los enfrentamos —inquiere Angelique con interés.
—Solo si quieres morir antes de tiempo. Las hermanas son más fuertes de lo que aparentan; pero el más peligroso es Lozkar. Primero atraeremos la atención de ese payaso; cuando logremos alejarlo, ustedes distraen a los otros —les explica Enmaru, preguntándole luego a su compañero—. ¿Con cuál broma empezarás, Fiorello?
—Empecemos con una pizza in faccia —menciona el dragón antropomorfo, sonriendo ampliamente.
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Adentro de la recamara circular amueblada, se encuentran todos los integrantes del equipo reunidos; solo hay una cama y varios sillones alrededor, aparte de un librero y un ropero.
—¿Por qué no se van? Queremos privacidad —les dice Aleryd a los dos hombres presentes con molestia; ella ha decidido volver a usar sus ropas de monja de fantasía para cubrir su ropa interior, debido a que Paythius no deja de mirarla con esos ojos pervertidos. Su nueva ropa no ayuda mucho: ceñida y muy reveladora.
—Tranquila, tranquila preciosa. No muerdo… bueno, solo un poco al principio —comenta el payaso con esa sonrisa maliciosa.
—Estoy de acuerdo con Paythius. Un rato de… “distracciones” nos ayudarán a recuperar fuerzas más rápidamente; yo elijo a Aris —menciona Lozkar al tanto que se quita el sombrero y el poncho; se empieza a desabrochar el cinturón de su cinturón, pero alguien interrumpe su libido que va en aumento.
Tocan a la puerta varias veces, seguido de un grito poco común.
—Repartidor de pizzas; traigo pizzas gratis por parte de nuestro jefe de personal —dice la voz al otro lado de la puerta.
Las hermanas y los dos hombres voltean hacia la entrada, muy perplejos por esa interrupción.
—¿Pizza? ¿En este universo ya inventaron la pizza? —le pregunta bastante perplejo Lozkar a las hermanas, al tanto que se vuelve a colocar su poncho y su sombrero; ellas solo alzan los hombros, desconociendo ese dato.
—Veamos —menciona el arlequín al tanto que abre la puerta, encontrándose con un hombre con uniforme de repartidor de pizzas: gorra, camiseta polo llena con logos de la pizzeria, pantalones casuales y tenis.
Es totalmente desconocido para las hermanas y Lozkar.
—Hola villanos. Nuestro jefe de personal se acaba de enterar que ustedes son los guerreros más fuertes del universo, aparte de que han conquistado a prácticamente de todos los universos existentes. Para felicitarlos, les regala tres de nuestras pizzas familiares —informa el repartidor mientras le entrega las cajas de pizza al payaso—. El paquete también incluye dos refrescos de dos litros y medio—. El mismo repartidor deja los envases de plástico en el piso y al lado de la puerta—. Disfruten la comida y hasta luego —así se despide el misterioso sujeto, recorriendo tranquilamente el pasillo hacia las escaleras del piso de abajo.
Lozkar es quien cierra la puerta, para después llevar los dos envases de plástico a una mesa en el medio del cuarto.
—Tal parece sí existen la pizza y los refrescos en este planeta —comenta el forajido con felicidad.