El Planeta Pilar: Pieza Clave Del Poder

Capítulo 44: Más bromas

Paythius imperatore sigue persiguiendo a los dos bromistas hasta llegar al siguiente piso, pero apenas baja las escaleras, es sorprendido por otro proyectil fuera de lo común: un panal. La colmena se rompe en la cabeza del payaso, ocasionando que el enjambre de insectos comience por atacar al arlequín; Paythius empieza por ser picado en todo el cuerpo por los insectos voladores, permitiéndoles a Fiorello y a Carlitos escapar al siguiente piso de abajo.

—Espero que los otros se apresuren; solo se me ocurren un par de bromas más. Ese panal de abejas lo mantendrá ocupado solo pocos momentos —comenta el consejero siniestro mientras corre junto con su compañero hechicero.

—¿De abejas? Creí que me habías pedido uno de avispas; esa colmena era de avispas —expresa Carlitos sin dejar de correr.

—Buona scelta Enmaru, pero igualmente solo nos hará ganar poco tiempo —menciona preocupado Fiorello, al tanto que preparan la siguiente broma.

En todo el tiempo se han estado topando con guardias serpientes, pero los derrotan con gran facilidad, gracias a las armas impregnadas con energía del guardián sagrado de Rómgednar.

 

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De regreso con la reina Ókinam, ella tiene dificultades para enfrentarse a las tres enemigas que la rodean; ha invocado una parte de sus verdaderas fuerzas ocultas para tratar de obtener ventaja.

Al igual que varias hermanas, también puede transformarse para despertar todo su poder, pero prefiere no hacerlo, debido a la falta de espacio disponible.

A causa de los ataques de ellas cuatro, se empiezan a producir diferentes tipos de explosiones en ese piso.

 

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—¿Sabes? Estoy empezando a considerar aniquilarte de una vez por todas; solo me causas dolores de cabeza —le dice muy enojado Carlos a Lozkar, durante un breve descanso en la batalla.

—¡Oh! Vamos Carlos; nunca te atreviste a hacerlo por poco más de una década, ¿crees que tendrás las agallas para hacerlo en esta ocasión? Lo dudo bastante —comenta el doppelgänger en tono burlón, para luego transmutar uno de sus machetes en una escopeta winchester.

Apunta y dispara, pero El Gitano Blanco esquiva la bala y salta a un lado; luego, invoca un escudo de hierranto.

—¡Pinche tramposo! ¡Hijo de tu puta madre! Sabes que nunca supe usar un arma de fuego —comenta furioso el humano terrestre mientras se pone de pie.

—No soy tramposo; solo estoy aprovechando mis ventajas —expresa él, al tanto que dispara por segunda ocasión; el escudo metálico de Carlos le protege la vida. Esa protección medieval queda dañada, pero el guardián sagrado la repara en un segundo.

Filip sigue enfrentándose al gólem de fuego; ha usado diferentes armas pesadas para tratar de derrotarlo, pero solo le provoca rasguños. Cuando se detiene unos instantes para analizar la situación, se da cuenta que ha estado usando los elementos incorrectos para detener a este ser en particular.

Concentra su poder, dirigiendo una de sus manos directamente al gólem.

—¡Water cannon! —exclama Filip.

Un chorro de agua potente sale disparado de la mano del rey Filip, impactando de lleno en el cuerpo del ente de fuego; el gólem se apaga al tanto que la armadura es perforada por completo, siendo arrojada a la pared del cuarto circular donde se encuentran luchando. Habiendo acabado con el estorbo, Filip aprovecha que el segundo enemigo sigue muy concentrado con Carlos; dirige su hechizo de agua contra el forajido negro, empujándolo hacia otra parte de la pared.

El Gitano Blanco ayuda inmediatamente, congelando parte de esa agua e inmovilizando a su némesis. Lozkar ha quedado completamente congelado.

Infortunadamente la pelea no ha terminado; la armadura dorada agujereada sigue moviéndose por voluntad propia. Sin nada de esfuerzos, Carlos también congela ese metal viviente, dejando que Filip rompa el hielo de un puñetazo; ese elemento congelado se derrite en solo segundos, sin dejar rastros del metal o de agua.

—Vamos con los otros; tenemos que irnos antes de que Lozkar se libere.

Le dice Carlos a Filip, abriendo un portal al segundo siguiente.

 

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De regreso con Paythius Imperatore, el payaso está buscando a los dos bribones en el mismo piso donde se ha quedado Lozkar congelado.

En medio del camino, se encuentra con dos guardias reptiles.

—Señor, acabamos de capturar a dos de los intrusos: un dracónico y un humano; los hemos encadenado y encerrado en una de las habitaciones —reporta uno de los soldados reptilianos.

—Hasta que hacen un buen trabajo, inútiles. Llévenme con ellos —ordena enfadado Paythius.

—Síganos —responde el otro guardia, quien es más bajo que su compañero.

Ambas serpientes humanoides guían al payaso hasta una puerta de madera; es un cuarto aparte de donde está Lozkar, luchando por liberarse del hielo que lo aprisiona.

—Detrás de esta puerta, señor; adentro de la celda —dice el guardia alto.

Imperatore abre ese objeto, descubriendo que adentro es un tipo de celda solitaria; más adelante y al final de un pasillo corto, se encuentra otra puerta con un ventanuco incluido.

—Cuidado con el escalón, es muy alto —le advierte el guardia de baja altura.

Paythius observa abajo, observando que el pasillo está cubierto por una alfombra larga; el supuesto escalón “alto”, tiene diez centímetros de altura.

—Sí claro —susurra el arlequín con molestia, deseoso de empezar a castigar a los presos.

Apenas da los primeros dos pasos, Paythius cae adentro de un hoyo cuadrado bastante profundo; parte de la alfombra también cae, mostrando que esa sección de la tela estaba cortada.




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