El Planeta Pilar: Pieza Clave Del Poder

Capítulo 47: Sí existe un contrato

Universo: Vía Láctea

Planeta: Tierra cuatrocientos treinta y uno punto cero. (Tierra falsa)

Lugar: San Pedro Cholula, Puebla, México 

 

Los demás siguen esperando en la ciudad mexicana.

Aunque en la dimensión de la realidad apenas han transcurrido un par de días, en esta dimensión ha pasado casi un mes desde que Rei llegó y se fue, aparte del caos apocalíptico que dejó la diosa de la conquista con sus balas de cañón. Tiempo suficiente para que los pueblerinos abandonaran esta ciudad y se mudaran hacia la muy cercana capital del estado.

Los capitalinos de Puebla no se tardaron en descubrir a los invasores que han aparecido, por lo que han decidido huir lo más pronto posible más al Norte, Sur y Este.

—Deberíamos de entrenar o hacer algo para distraernos, esto es bastante aburrido —comenta desanimada Anatema mientras descansa.

Ella se encuentra en la iglesia del cerro, sentada en uno de los bordes exteriores de una de las torres de las campanas.

—Eso podría ser más contraproducente; no debemos bajar la guardia. Ginjo puede atacar en cualquier momento —asevera Abihu seriamente; él se encuentra flotando en el aire junto a ella.

—Tendrás un espíritu malvado, pero sigues siendo un aguafiestas —expresa Anatema con molestia.   

—Sé cuando puedo divertirme y cuando no; es un asunto diferente —aclara Édznah, volteando levemente con la hechicera de Mistral.

La relativa quietud se interrumpe cuando se abre un portal cerca de los dos compañeros; Anastasia asoma solo medio cuerpo afuera de la grieta, dando una noticia importante.

—¡Ya volvieron! ¡Ya volvieron! ¡Vengan, vengan! —repite ella un par de veces, para luego regresar adentro del portal.

Abihu y Anatema se adentran ahí, llegando en un segundo a la plaza principal, cerca del kiosko; los hechiceros más importantes les dan la bienvenida al grupo de rescate y a la prisionera liberada.

Una vez que Lindalë saluda al resto de los compañeros, tanto del universo Rómgednar como el de Mistral, se dirige con el guardián sagrado, preguntándole.

—Carlos, ¿no sabes en dónde se encuentra Bucéfalo?

—Lo siento Ered, no lo sé —responde cabizbajo el Gitano Blanco.

Segundos después, un pequeño portal ovalado color rojo escarlata se abre cerca de los reunidos; todos se asustan, e inmediatamente se preparan para un combate. En lugar de un enemigo, un caballo negro con ojos llameantes emerge del portal, caminando tranquilamente; cuando el equino sale por completo, el portal se cierra.

—¡Bucéfalo! —exclama Lindalë muy alegre, corriendo para abrazar a su compañero cuadrúpedo.

Todos se acercan, felices de que la mascota se encuentre bien; los aliados de Mistral también se acercan contemplando detenidamente a este caballo tan peculiar. Una hechicera se percata de algo inusual (más inusual que los ojos llameantes).

—Miren, hay una nota en la silla de montar —menciona Annerose, al tanto que señala ese objeto.

Carlos se acerca a esa hoja de papel, sujetada a la silla de montar con ayuda de un pedazo de cinta adhesiva; el humano retira la hoja leyendo atentamente el recado escrito con tinta negra.

“Es una suerte que Lindalë tenga un contrato escrito por Bucéfalo; de no ser así, ya me lo habría quedado y lo hubiera guardado en mi infierno menor. Para la próxima que cuide bien a este caballo; si Bucéfalo vuelve a morir, me tardaré unos días en devolvérselo.

Atte: Lilith”

Carlos le entrega el recado a Lindalë, quien se sorprende; no sabía que tenía un contrato escrito por su compañero equino. Lo que genera más dudas en su mente.

—Carlos, ¿tú no sabes algo acerca de un contrato por mi alma? Ókinam asegura que unos dioses firmaron un contrato por mi esencia —le pregunta la esposa de Ariadna al protector sagrado.

El Gitano Blanco se queda callado por unos momentos; al final, decide revelar el secreto.

—Sí lo sé, y sí hay un contrato por tu alma —responde Carlos, generando una oleada de reacciones de sorpresa por los compañeros de alrededor; el humano sigue hablando—. Ocurrió cuando Satanás realizó el ritual para regalarte parte de su poder, aquella vez en que regrese por segunda ocasión a Rómgednar (*1).

»Antes de que eso ocurriera, tu padre Eldwin firmó un contrato con Lucifer para entregarle a Satanás mil almas a cambio de la tuya (*2); en ese mismo tratado engañó a Lucifer, y por eso eres dueña legal de Bucéfalo.

»Al mismo tiempo y en otro salón del infierno mayor, Satanás y Yahvé firmaron un contrato por tu alma. No puedes morir, hasta que se cumpla la cláusula principal de ese contrato.

Ariadna y Lindalë se sorprenden por esta noticia; aunque al final se alegran un poco. Al final Carlos da otra noticia.

—Igualmente Satanás y Yahvé tienen un contrato firmado por el alma de Berenice; ella tampoco puede morir, hasta que se cumpla la misma cláusula especial. No puedo revelar más —asegura el guardián sagrado con seriedad. 

La tranquilidad vuelve con los compañeros, hasta que Erika nota algo especial en su hija.

—¡Angelique! ¡Una serpiente negra te está mordiendo la mano! —exclama ella toda espantada.

—No te preocupes mamá; no me hace daño y él es quien me dio estas alas —menciona Angelique, dándose la vuelta y mostrando sus alas de murciélago.

—Entonces, ¿esas serpientes les dieron esas alas? —indaga su padre Arnald, señalando a sus tres hijas.

—Así parece —menciona Zeroko, quien todavía no entiende esta magia extraña.

—Ellos son ayudantes de mi esposo Fiorello —expresa Akuris Gaels al tanto que se acerca.

La osa antropomorfa todavía mantiene sus ropas y apariencia de súcubo blanca, aparte de las dos serpientes blancas enrolladas en sus brazos y mordiéndole el dorso de sus manos.




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