El Planeta Pilar: Pieza Clave Del Poder

Capítulo 56: Lo siento; ya estoy casado.

En pocos minutos se desarrollan combates intensos por doquier, sumando los navíos en el mar que no dejan de disparar sus cañones.

Al notar que han llegado refuerzos, las hermanas Zeroko, Angelique y Reiko deciden que ya no necesitan de los ayudantes especiales del consejero siniestro.

—Ya pueden dejarnos por nuestra cuenta; regresen con su amo.

Dicen ellas tres casi al mismo tiempo cuando aterrizan en una de las calles casi solitarias, un tanto alejadas de las confrontaciones.

Las serpientes negras obedecen a sus dueñas temporales, soltando sus manos y retirándose de su cuerpo; las heridas que dejan los colmillos se cierran y regeneran en solo segundos, al tanto que las alas de cada una desaparecen por completo, convirtiéndose en humo negro que se esfuma. Una vez que se han alejado un poco, las serpientes negras se transforman en tres guerreros diferentes; los demonios se despiden y emprenden el vuelo para buscar a su amo Fiorello.

—Hora de hacer ejercicio; hay que correr de regreso para seguir ayudando —es lo que dice Reiko antes de empezar la carrera de regreso a la batalla; sus dos hermanas la siguen de cerca.

 

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Sophi y Aris ya no pueden mantener sus transformaciones especiales; necesitan recuperar fuerzas, lo que significa que regresan sus cuerpos humanos.

Siguen peleando, pero ahora son más débiles que antes.

 

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—No sé de dónde salieron estos aliados, pero tal parece que ya tenemos la guerra ganada —menciona Evangelos tranquilamente.

Él y su esposa Akuris están en lo alto de un edificio, observando las batallas que se desarrollan en las cercanías.

—¿Eso crees, draghetto? —inquiere la súcubo con ropas y alas blancas.

—Sí; aparte, las tres hermanas acaban de liberarse de mis ayudantes. Mira —expresa Fiorello al tanto que señala el cielo en otra dirección.

La osa antropomorfa voltea, observando que se acercan tres demonios alados; son Hitler, Antonina y María. Cuando los tres ayudantes llegan junto a su amo nuevamente se convierten en cadenas vivientes, introduciéndose en el cuerpo de Fiorello a través de sus brazos.

—¿Entonces quieres que ya te devuelva a Marcos y a Funky? —pregunta Akuris.

—Si quieres; todavía tenemos las energías que el capo nos ha regalado temporalmente —comenta su esposo tranquilamente.

La súcubo decide ordenarles a los dos ayudantes blancos soltarla y regresar con su dueño; ellos obedecen, provocando que las ropas, alas, cuernos y cola larga de Akuris vuelvan a ser de color negras y rojas. Al igual que sus compañeros negros, las serpientes blancas se convierten en cadenas vivientes y se introducen en el cuerpo de Evangelos por los brazos.

En esos momentos, una de las aliadas que recién han llegado se detiene abruptamente, volteando inmediatamente hacia la pareja de casados; en un parpadeo emprende el vuelo veloz, llegando con ellos.

—¿Eres un ser dracónico? —inquiere Rei con seriedad sin siquiera saludar o presentarse.

Fiorello y Akuris voltean perplejos con la mujer que está parada cerca.

Es una humana con cabello corto y una larga cola de dragón, usa unos guanteletes y hombreras muy grandes; las protecciones para los antebrazos tienen decoraciones extravagantes, parecidas a los cuernos de la misma creatura de fantasía. En lugar de una armadura, luce un vestido escotado de falda corta.

—Sí. Soy un dragón legendario; ¿quién eres tú? —inquiere un Fiorello perplejo.

—Rei, diosa de los dragones; supongo que eres uno de los subordinados del familiar de nuestro gran maestro Tsubaki. Percibí tus energías desde lejos, así que decidí echar un vistazo. Nunca imaginé que me encontraría con un dragón legendario; aunque, no tienes apariencia de un ser dracónico. No tienes cola ni cuernos —menciona la guerrera dragón bastante asombrada.

—Cuando estoy en mi forma de útber… quiero decir, cuando me transformo en humano no me aparecen esos elementos; pero si soy un dragón. Te daré una demostración —expresa Evangelos al tanto que cierra los ojos.

En solo instantes, Fiorello se convierte en un dragón antropomorfo con la mayoría de sus escamas de color blanco, excepto en los antebrazos y piernas (debajo de las rodillas); no tiene cuernos, pero sí una larga cola, aparte de sus alas en la espalda. Sigue vistiendo su pantalón de cuero negro, su gabardina larga de cuero y su sombrero australiano negro.

—Entonces eres una dragona diosa; hace mucho tiempo que no me encuentra con una de tu tipo —comenta Fiorello mientras guarda sus garras en las bolsas de la gabardina.

—¿Esa es tu forma original? Impresionante que guardes todo ese poder en ese cuerpo —menciona Rei con seriedad.

—No. Mi forma original es la de un dragón salvaje de más de cien metros de largo, sin extender mis alas. No puedo demostrarlo, porque causaría un desastre mayor que el de ahora —asegura Fiorello Evangelos calmadamente.     

—¿Desastre mayor? Nos ayudarías bastante con los enemigos. Soy más poderosa que tú, pero estás muy cerca de igualarme; ¿por qué no quieres mostrar todo tu poder? —pregunta Rei muy confundida.

—Porque ya son bastantes aliados contra Ginjo y sus secuaces; no hace falta esforzarnos de más. Aparte, yo soy un practicante de la filosofía de la no violencia; entre menos tenga que ensuciarme las garras, mejor —explica el dragón benévolo con tranquilidad.

«Interesante. Un dragón manso; tal vez podría serme útil para… jugar con él en mis ratos libres», piensa Rei un tanto feliz, para luego coquetear con el consejero siniestro—. Cuando termine esto, ¿no quieres una compañera sentimental?

Actuando inmediatamente para resguardar su tesoro más preciado, Akuris se adelanta y abraza a su esposo, mirando a Rei con enojo.




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