Universo: Vía Láctea
Planeta: Tierra cuatrocientos treinta y uno punto cero. (Tierra falsa)
Lugar: Ciudad costera de Palma, isla Baleares, Archipiélago de España
Sophi observa bastante asustada al dios de los zombies: Nockmon. Puede sentir que el aura del dios es bastante fuerte e intimidante; dirige su vista hacia los grandes músculos, descubriendo que el dios está sangrando continuamente, pero no pierde nada de vitalidad o energías.
—¿Qué estás observando? —inquiere Nockmon.
A lo lejos, Paythius y sus demás compañeros luchan fuertemente contra sus enemigos.
La demonio qumkso retrocede un poco, pero el dios Nockmon se le acerca lentamente.
«¡Maldita sea! ¡No voy a ganar nada si no lo intento!», piensa Sophi, optando por convertirse en la criatura grotesca de antes; el único posible método para escapar.
—Vaya, así que posee una insignificante transformación —susurra Nockmon, cerrando su puño derecho mientras que sonríe; luego cruza los brazos.
«Maldito, de seguro piensa que no represento algún peligro, pero… », medita Sophi al tanto que se prepara para el combate.
Por otro lado, Albert Cathal y Carlos Alberto llegan para luchar contra varios enemigos.
«¡No lo ataques!», exclama Beelcebú adentro de la mente de Sophi, sorprendiéndola.
—¡¿Pero… —susurra Sophi, viendo que Nockmon sonríe malévolamente.
«No eres ningún desafío para él; en cuanto dañes su cuerpo, pagarás las consecuencias y tu vida terminará», informa la voz de Beelcebú en su mente, añadiendo. «Mejor escapa como una cobarde».
Esto solo provoca el enojo en ella, mientras escucha los fuertes enfrentamientos por parte de sus aliados contra el ejército enemigo.
—Él no se está defendiendo, puedo provocarle un gran daño y escapar a apoyar a alguna de mis her… —musita Sophi, pero nuevamente es interrumpida por esa voz omnipresente en su cabeza.
«¡Noo! Ese dios te supera con gran facilidad. Será mejor que busques la manera de no enfrentarte contra él», comenta Beelcebú.
Sophi regresa a su cuerpo humano de diesciseis años, provocando que Nockmon se confunda.
—Uhmmnn, ¿no me ibas a atacar con tu transformación más poderosa? —inquiere Nockmon, añadiendo—. Prueba reprobada.
El dios da unos cuantos pasos hacia Sophi.
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(Momento en que Carlos Alberto se da cuenta del enfrentamiento entre Sophi y Nockmon)
—¡Nockmon se acerca contra Sophi! —anuncia Carlos Alberto, asesinando a un guerrero serpiente.
—Ella no es tan importante como Ókinam o Lozkar, olvidala —comenta Albert Catahal, quien está junto a él.
—Sí es importante para uno de mi equipo. Hay que ayudarla —contradice el guardián sagrado de Rómgendar.
Dicho esto trata de moverse hacia ese lugar, pero el ejército enemigo le impide el paso, así que decide invocar varios golems de hielo. Se da cuenta que Nockmon es un aliado que puede representar un grandísimo problema si llegan a intervenir, por lo que empieza a enojarse.
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En otro punto de la batalla, uno de los ayudantes del Gitano Blanco se percata de la situación.
—La ragazza de Enmaru está en problemas —dice Fiorello en voz alta, pero tranquilo.
—Y ahí va él para ayudarla; ¿deberíamos de ayudarles o detenerlos? —le pregunta su esposa Akuris.
—Uhmmnn. Mi amante también quiere ir para ayudar. Yo piens…
Dice el dragón antropomorfo, pero algo lo distrae; una energía que proviene del cielo.
—Molto bene, molto bene. Está aquí. Aumentó un poco su poder desde esa vez cuando lo atraparon; no lo he visto desde el torneo que organizó Satanás hace miles de años —menciona Evangelos, formando una sonrisa en su boca.
—¿Chi? ¿Chi è arrivato? —inquiere Akuris muy perpleja.
—Otro paria —menciona Fiorello entre ligeras risillas, luego voltea con su esposa—. Hay una oportunidad de que Sophi pueda escapar por su cuenta. Mantenla vigilada; si no escapa, ayúdale y alejala de ese dios zombie. No toques ninguna parte de su cuerpo sangrante; puedes morir si solo le rozas la piel. Igualmente ayuda a Carlitos y llévatelo lejos.
»Yo ayudaré a mi amante Aris unos momentos y la alejaré a un lugar seguro de esta isla.
Fiorello da una oteada alrededor, descubriendo un lugar ideal.
—¡Aja! Lleva a los dos bambini al castillo Bellver; ahí también llevaré a Aris y ahí nos reencontraremos —explica el dragón antropomorfo, señalando el sitio mencionado.
La súcubo solo afirma con la cabeza y ambos emprenden el vuelo a lugares diferentes.
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(Momento en que Nockmon se acerca lentamente hacia la pequeña Sophi)
Enmaru se da cuenta que su novia está en graves problemas, gracias a que a escuchado el grito de su jefe y padre adoptivo.
—¡No lo permitiré! —grita Enmaru comenzando a correr hacia Sophi y Nockmon, mientras que varios gritos por parte de sus aliados se juntan en su cabeza.
«¡No intervengas Carlitos; debemos buscar otra solución!», suena el grito omnipresente de Abihu, al tanto que el hechicero de élite esquiva el ataque por parte de un guerrero serpiente; aniquila a ese estorbo con sus espadas gladius y sigue corriendo.
«¡Es un oponente que los supera a ustedes con gran facilidad! ¡No intervengan en esto!», ahora es la voz de su líder Carlos Alberto.
El humano hechicero, quien ahora tiene el cuerpo de un joven de dieciocho años, ignora las advertencias, enfocándose únicamente en su pretendiente.