El planeta verde

El poblado Libit

         A lo largo de las semanas que pasaron en el nuevo planeta, la tripulación comenzó a tomar diversas muestras de la abundante vegetación que rodeaba su campamento.

         El ordenador de la nave, PAUL, informó que la flora y fauna de este planeta recordaba a la que existía en la era del Jurásico en la Tierra. Había enormes helechos, árboles de troncos oscuros y gruesos, cubiertos de enredaderas. El suelo estaba mayormente cubierto de musgo, y en los claros entre los árboles, se encontraban zonas invadidas por hongos de diversas variedades, formas y tamaños, desde pequeñas setas hasta enormes especies que superaban la estatura de un hombre alto.

        El equipo de investigación se adentró en el entorno, tomando notas detalladas, recolectando muestras de plantas y registrando sus observaciones. La flora y fauna de este planeta era fascinante y desconocida para ellos, lo que aumentó su interés en explorar más a fondo. A pesar de las similitudes con el Jurásico terrestre, este nuevo mundo presentaba sus propias particularidades y misterios que estaban ansiosos por descubrir

         

            A medida que exploraban el nuevo mundo, la tripulación notaba la ausencia de flores y la predominancia de colores más oscuros. El verde en todas sus tonalidades, el pardusco, el amarillo y el negro de los árboles y las rocas eran los tonos que dominaban la paleta de colores de este planeta.

         Ann, con su curiosidad insaciable, se asomó al cuadro de mandos y preguntó si había algún cuerpo de agua visible, como un mar. Sin embargo, la respuesta de PAUL fue negativa. Parecía que no había zonas costeras, solo selvas, ríos, montañas y una extensa área pantanosa que se extendía por el paisaje.

        Después de un desayuno rápido, la tripulación decidió aventurarse más en el planeta, ya que explorar más allá de la nave era su mejor oportunidad para encontrar civilizaciones o seres similares a los que habían encontrado anteriormente. Cargaron con mochilas llenas de provisiones, sacos de dormir, armas y se aventuraron en lo desconocido, emocionados por lo que podrían descubrir en su viaje

          El extraño animal que se les acercó en la selva dejó a Cleo, Ann, Michael y John atónitos. Tenía el tamaño de un pony, pero no parecía ni un mamífero ni un ave. Tenía una cabeza parecida a la de una tortuga, un largo cuello flexible, una joroba en la espalda y dos poderosas patas. Su piel era de un color amarillo pálido y tenía una textura similar a la de un delfín.

Ann no pudo resistir la tentación y se acercó al animal, notando que su piel era suave y agradable al tacto.

  • ¡Venid! ¡Tiene la piel muy suave, no es rasposa ni nada! - exclamó emocionada.

Cuando los demás se acercaron, el animal los olfateó detenidamente y emitió extraños chirridos. Parecía especialmente interesado en Ann, la más joven de la tripulación. Comenzó a darle toques con la cabeza en las piernas, como si intentara comunicarse con ella.

  • Creo que intenta obligarme a subir en él - dijo Ann, sintiéndose atraída por la criatura. Le parecía encantadora, y la idea de tener un animal como mascota la emocionaba, aunque nunca antes había tenido experiencias con caballos, perros o gatos, ya que en su vida anterior, la existencia de estas criaturas estaba lejos de su conocimiento.

         Ann subió al animal y este comenzó a correr hacia el interior de la selva, llevándola consigo. Cleo, preocupada por la seguridad de su hija, gritó para que la siguieran, temiendo que Ann pudiera perderse o lastimarse.

       Corrieron tras el animal a través de la jungla, siguiendo su silueta entre los árboles. A pesar de su agotamiento, el animal parecía incansable, y no tenían más opción que seguirlo para no perder a Ann.

       Finalmente, llegaron a un valle circular rodeado por chozas primitivas construidas con ramas. En el valle, se encontraban las mismas criaturas humanoides que habían visto anteriormente, todas ellas mirándolos con asombro.

       En el valle, también se encontraban otros de esos animales, más grandes y de color ocre oscuro, algunos con protuberancias similares a cuernos en la cabeza. Estaban montados por jinetes que se encontraban en sus jorobas.

       El animal que llevaba a Ann se detuvo y se acercó a otro, presumiblemente su madre, mientras esta última alzaba el cuello para comer. Ann, asombrada y sin entender cómo había llegado a ese lugar, comenzó a desmontar el animal y corrió hacia su madre.

  • ¡Mamá! - gritó, abrazando a Cleo. - ¿Dónde estamos?

        Mientras tanto, John y Michael permanecieron en guardia, con Michael empuñando su pistola y dispuesto a disparar si alguien se acercaba demasiado. La situación era completamente inesperada y llena de incertidumbre.

       Los indígenas, a pesar de su extraña apariencia parecían humanoides, ya que los adultos se cubrían con hojas a modo de atuendo, menos los que parecían crías, las cuales iban completamente desnudas.

      Reconocieron a las mujeres, ya que como solamente se cubrían de cintura para abajo, mostraban sin recato sus senos, éstos pequeños y casi inexistentes, y llevaban a modo de cabello, los filamentos largos hasta la cintura.

      Todos los señalaron emitiendo un lenguaje, mezcla de chillidos y gorgoteos, como si tuvieran la boca llena de agua.

      Nadie parecía resaltar como jefe o autoridad en aquella comunidad, pero al final, otra criatura, arrugada y cojeante, de senos caídos y secos se les acercó y comenzó a toquetearles. Otros más la imitaron y aunque al principio Michael se mostró reacio a dejarse inspeccionar, John le ordenó entre dientes que se mantuviera sumiso.




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