El poder de Arabella

C A P I T U L O C U A T R O

Han pasado dos semanas desde lo que pasó con la cuchara, le estuve dando demasiadas vueltas a lo ocurrido y no supe que conclusión sacar, aunque Declan no me preguntó nada con respecto a eso, seguía siendo mi transporte desde el gimnasio hasta la cafetería.

El jefecito me gustaba, tenía ese porte rudo que me ponía, sin embargo era muy divertido y, aunque aún no lo sabía, sentía que también podría tener ese toque dulcecito. Le había tomado mucha más confianza.

A parte ya se sentía la navidad en todas partes, nunca lo celebramos mucho, sin embargo el año nuevo era lo más especial.

En este momento exacto estaba conociendo un poco más de la ciudad, de la parte centras, estaba viendo los malls, las diferentes tiendas y en esa hora que llevaba caminando sentía que me seguían y como ya no podía continuar con la paranoia, decidí llamar al primero que me saliera en contactos, Declan.

– ¿Hola? ¿Arabella? –

– Hola Declan, ummm ¿estas ocupado? – le pregunté mientras me paraba frente a un almacén y hacía como si estuviera revisando algo dentro, pero simplemente veía el reflejo.

– ¿ Que sucede, estas bien? –

Y efectivamente la vi, la misma mujer rubia pero esta vez iba acompañada por dos personas más.

– No. ¿Me podrías recoger,¿ por favor? –

– claro, pero dime que sucede, me estoy preocupando. –

– Si quieres te cuento aquí, te mandaré mi ubicación por mensaje, por favor que sea rápido –

Debí sonar tan desesperada que simplemente dijo que si y colgó, yo entré al local rápidamente y traté de disimular mis nervios perdiendome en los estantes.

En menos de diez minutos Declan ya estaba entrando y caminando hacia mi.

–¿ Estas bien? ¿Sucede algo? – dijo mientras me  inspeccionaba con la mirada. 
Simplemente asentí y lo abracé.

– Si, pero por favor llévame a otro lugar.–

Salimos del lugar y me llevó hasta un parque que quedaba a no más de cinco minutos, bajamos del auto caminamos hasta que llegamos a una banca y me dispuse a contarle todo.

– Días después que llegué todo a estado un poco raro, trato de hacer como si nada estuviera ocurriendo pero ahora si me sobrepasa – suspiré con agobio – siempre que no me llevas hasta la casa me voy por el mismo camino, y muchas veces siento que me observan, lo cual es estúpido por que nunca antes había pasado. A demás hay mujer rubia, no sé si la viste la otra vez en la cafetería, e visto como me sigue y hoy no estaba sola – termino de contarle lo más rápido que puedo y él me abraza tratando de calmarme.

– ¿ Cuantas veces la has visto? – me separó de su cuerpo y me miraba atentamente.

– no sé, tres o cuatro veces –

– ¿se lo has dicho a alguien más? –

– No, solo a ti hoy, y aparte muchas cosas raras me están pasando, como lo de la cuchara, yo sé que tu viste lo que sucedió –

– si, yo vi lo que sucedió, solo hagamos algo, cada vez que suceda algo similar me vas a contar, no importa que horas sean, me llamas y ya. Y también cuanto te sientas en peligro, no dudes en llamarme Arbella, por favor. ¿Queda claro? – termino de decirme con tono de voz de advertencia pero con un poco de súplica.

– Esta bien, solo no me regañez – le dije alzando mis hombro y un medio puchero con mis labios. 

Él simplemente suspiro y me vio como si no tuviera remedio.

– No te estoy regañando – soltó con un suspiro – más bien vamos por algo de comida, ya son las tres de la tarde señorita, y apuesto a que hoy no has almorzado – me recriminó con la mirada.

– Lo siento jefecito, eso sí no te lo puedo negar. Y ya me esta dando hambre, pero esta vez invito yo ¿ok? – le dije viéndolo a los preciosos ojos azules y estirando mi mano para cerrar el trato.

– Ok – estrechó mi mano me la retuvo – solo si me dejas llevarte hasta tu casa, y no, no me importa que sea tan lejos. – y la soltó.

– Esta bien, a eso tampoco me puedo negar–

Solté con una risita y nos dirigimos a un lugar de comidas rápida que había en una esquina.

Nos sentamos en una mesa de afuera e hicimos el pedido, Declan pidió una hamburguesa y yo una malteada de frambuesa con unas galletas de avena.

– Entonces, ¿ hace cuanto que tienes la cafetería? – le pregunto interesada por saber más de su vida.

– En realidad fue heredada, mi padre la tuvo despues de sus treinta y cinco años, y me la dio cuando ya estaba cansado y yo ya había terminado la universidad. –

– ¿y que estudiaste? – me iba a responder pero llegó la chica que traía nuestros pedidos.

– ¿Desean algo más? – preguntó amablemente ella

– No, así está bien, gracias – dijo él, a lo que la chica asintió y se fue – estudié administración de empresas, aunque no lo ejerzo mucho en la cafetería, sin embargo tampoco me hace falta. – yo asentí.



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En el texto hay: destino, magia, accion y drama

Editado: 29.10.2018

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