El poder de Arabella

C A P I T U L O C I N C O

– El don que tienes lo heredaste de tu padre. Su familia tuvo siempre esa gran "característica". Los que los desarrollan son generaciones intermedias, tu padre no lo desarrolló pero tu abuela si, por consecuencia tu también. Normalmente la persona que tiene este don lo descubre desde temprana edad, podría ser desde los cinco o nueve años. Tu nunca tuviste estos indicios, siempre creí que estarías a salvo. – me confesó casi llorando.

Quedé completamente impactada, cosa que pasaba mucho últimamente. Nada en la vida te prepara para poder procesar el que tienes un don, ese don que estoy desarrollando y aún no sé de qué se trata.

Ellos me observaban impacientes esperando una reacción de mi parte...

– ¿Como se llama el don que puedo tener? Y si todo esto es real ¿por que no me lo habías dicho?, si supongo que lo entiendo, ya que no se veía en mi, no tenían necesidad de decírmelo. ¿Que tiene que ver Declan en todo esto? ¿Tu por qué sabías todo esto? – le dije a Declan que estaba en un sillón de enfrente. Y si, efectivamente como casi nunca sucedía, había tenido vómito verbal. Lo único que quería era saberlo todo.

– Hija, yo lo siento de verdad. Se le conoce como telekinesis o como un fluido psíquico capaz de afectar a tu alrededor – dijo como si se supiera la respuesta de memoria – Declan sabe todo esto por que también viene de una generación similar... –

– Solo que a mi no me tocó Arabella – Interrumpió el jefecito – se muchas cosas sobre mi familia y tu familia, por eso no te cuestioné con lo de la cuchara. Y hay algo que tienes que saber Eleanor, los OAS*ya lo saben. – en ese momento mamá se levantó asustada.

– ¿Que rayos son los OAS?, ¿que carajos está sucediendo? – pregunté completamente intrigada.

– ¿Desde hace cuanto te siguen? Cariño – me preguntó mamá con nervios, supuse que eran los que me seguían.

– No sé, creo que desde que llegamos. – me encoji de hombros con aparente calma.

Nadie dijo nada por unos minutos, mamá se volvió a sentar con la mirada perdida, era como si estuviera planeando algo. Declan en cambio estaba íntercambiaba  desde mamá hasta a mi. Y yo simplemente no podía más con el tenso silencio, solo me paré para caminar hasta la cocina para servir algo de agua por que mi garganta lo exigía.

Estaba tan confundida, no entendía absolutamente nada, sin embargo tampoco era ajena a todo esto. Creo que siempre lo sentí, eso era lo que había en mi.

Desde pequeña supe que algo me escondía papá, las cenas entre la familia, cuando se ponían a conversar de su herencia con tanta dicha, en frente de mi, supongo que eso me quiso decir papá en el sueño.

Todo es tan frustrante, no entiendo por qué recién cumplido mis dieciocho años se estaba desarrollando este poder, era como si hubiera estado dormido dentro de mi. Como si no hubiera necesitado salir hasta ahora.

– ¿Arabella? – escuché a Declan llamarme desde la entrada de la cocina, alcé la cabeza del lavaplatos  y me di cuenta que muchas cosas flotaban a mi arlededor y de repente cayeron estruendosame.

Declan hizo a un lado lo que había caído al piso hasta llegar a mi.

– ¿Estás bien cariño? – era la primera vez en dos meses largo que me llamaba por un mote cariñoso, eso hizo que mi corazón pegara un brinco de emoción. Solo atiné a hacer un movimiento negativo con mi cabeza. – ¿En que estabas pensando? – me abrazó. En ese momento mamá entró a la cocina, supongo que por el ruido que había hecho todo al caer.

– En todo un poco – murmuré en su pecho.

– ¿ Estás bien Arabella? – preguntó mamá desde el marco. Solté una risa irónica.

– Tan bien como cuando te acabas de enterar que no eres tan mundana como parecía – solté con sarcasmo, y vi una mirada de culpabilidad en su expresión – lo siento mamá, solo... Esto me sobrepasa, creo que estaré en mi habitación – ella solo asintió y me dejó el camino libre hasta la escalera.

Entré a mi habitación cerrando la puerta despacio, ella no tenía la culpa de nada, no había ninguna necesidad de azotarla. Caminé hasta una silla que estaba colgada por unas cadenas del techo de mi balcón, desvistiendome en el camino; me quité los zapatos con aparente lentitud, desabroche la camisa y me la quité, quedé en el short que tenia puesto, un top deportivo y en medias.

Me senté en la media luna y como desde hace cinco minutos, rememoraba todo lo que creía que tenía algo que ver con lo que me estaba pasando.

No sé cuánto tiempo estuve ahí sentada, me di cuenta en mi móvil que ya eran las tres de la mañana. Supuse que ya el jefecito se había ido, digo, era más que lógico.

Me puse un pijama y me acosté en mi cama tratando de dormir las dos pocas horas que me quedaban para descansar.

¡Ay! Declan, él sí que estaba buenísimo. Nunca me fijé en nadie mayor, ni menor. En el único que me había fijado, teníamos la misma edad, dieciséis para es momento. Y las cosas no resultaron nada bien, él era muy inseguro con nuestra relación y yo simplemente me cansé de él.



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En el texto hay: destino, magia, accion y drama

Editado: 29.10.2018

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