Te amaba, Dean, pero poco a poco te fuiste olvidando de eso.
—Dean, cariño, no lo hagas —suplico. Su idea es peligrosa y descabellada.
Suspira y niega con la cabeza.
—Cálmate, Lorraine, ¿O acaso crees que dejaría que algo me pasara? —responde enfadado.
En los últimos meses su humor cambiaba con mucha frecuencia y estar enfadado con todo el mundo era, ahora, muy común en él.
No éramos de clase alta pero tampoco carecemos de dinero, teníamos lo justo para vivir y así éramos felices hasta algunos meses, no sé cuándo se empezó a obsesionar con tener más dinero y poder.
Nunca le había pedido nada, pero ahora él decía que merecía más, pero eso era mentira, lo único que deseaba era volver a la normalidad sin envidiar a los otros.
—Voy a volver dentro de unos meses, y cuando lo haga cambiaremos de casa y hasta de posición social —Dean deja un casto beso en mis labios y con rapidez sube a su caballo.
Lo veo marcharse y mientras siento un dolor en el pecho demasiado grande.
Mi vida le pertenecía al igual que mi alma, pero eso jamás le importó.