El Poder de Uno

Parte 1

Una joven morena de 20 años, de nombre Eli, se levantaba todos los días temprano desde que murió su madre, hacía cinco años atrás, a prepararle el desayuno a su hermano de 16.

— A levantarse flojo.

— Deja dormir 5 minutos más — el moreno escondió su cabeza bajo la almohada.

— No Andrés, porque luego llegó tarde al trabajo, y tú a la escuela.

— ¿Para qué estudiar? ¿O ir al campo? Ya todo da igual.

— Cuando termines la escuela, irás conmigo a trabajar, no quiero que seas un bruto, ni un vagabundo.

— De que me sirve saber la raíz cuadrada de 20, en nuestra realidad eso no sirve para nada — suspiró decepcionado — no me entiendes, nadie lo hace, me iré a una de las casas abandonadas, allí nadie me ordenará que hacer.

— Es peligroso, está fuera de los límites, debes cultivar solo, y...

— Sí sé, "pueden comerte los zombies o cazarte las guerreras", ese sería un mejor final que este, solo vegetamos.

— Vivimos, hay que hacer nuestra parte para ayudar a la comunidad, recuerda — puso cara seria, cerró los ojos y habló con acento oriental — una persona puede hacer la diferencia.

— Sigues con eso... lo escuchaste en esa película gastada que ya no se puede ni ver, nadie sabe el nombre. Olvídalo.

— Siento que lo que dice es verdadero, cuando yo la veía de niña tenía mejor calidad, la recuerdo de cuando la veía con mamá y papá, sé que todo volverá a la normalidad.

— Eres demasiada ingenua ¿Cuándo morirán esos monstruos? Nuestros abuelos dijeron que dentro de poco, y ellos se lo dijeron a nuestros padres, y ellos a nosotros... pronto morirán y seremos libres... todo es una gran mentira.

Mientras se movía en la casa el joven siguió refunfuñando, comió el sencillo desayuno y se fue a la escuela. Miraba todo con ojos cansados, años atrás cualquiera hubiera encontrado extraño ver dispositivos modernas, y a la gente vistiendo ropa hecha en el hogar, con fibras caseras, los hogares solo tenían electricidad unas horas durante el día, apenas caía la noche se cortaba, para ahorrar energía, y que no los vieran desde lejos, por eso también vivían en un valle oculto en la floresta.

Al llegar a la escuela Andrés se juntó con varios amigos, fumaron un cigarro hecho con hojas y tabaco, nada como lo que una vez probó, cuando encontraron una cajetilla de antaño, pero como le gustaba mostrarse como rebelde, igual lo fumó. Luego entraron a clase de historia, se sentó fastidiado porque ese día tocaba repasó, la clase termino con lo que los había llevado a esa situación.

"En el siglo XII se desarrolló una vacuna que podría prevenir todos los tipos de cáncer, luego de cinco años de estudios, al ver el buen resultado se realizó la vacunación mundial, en unos años el 90% de la población mundial estaba inoculada, la única condición es que debía ser aplicada antes de los 10 años de edad. Hasta que los primeros inoculados cumplieron 20 todo fue bien, a no ser que tuvieron problemas para tener hijos, pero nadie vinculó una cosa con la otra. Luego ocurrieron los cambios más horribles, las mujeres se volvieron violentas al punto de matar a quienes se les cruzaban en frente, empezaron a haber matanzas por todos lados; en cambio los varones sufrían de dolores terribles en el cuerpo que nada podía calmar, solo la carne humana que tuviera estrógenos y progesterona, o sea de mujeres.

Dependiendo de la cantidad consumida era que tanto tiempo estaban sin sufrimientos, al principio debido a la concentración de personas, las muertes fueron incontables. 

Lamentablemente para los humanos normales, los inyectados con esa vacuna tenían una larga vida, algunos ya tenían sobre los 80, pero se seguían viendo de 30 o 40, y su vitalidad no disminuía, su aspecto era igual que el de siempre. En ese escenario, los que no fueron inoculados se escondieron en lugares inaccesibles, y se cuidaban como pudieran, ya que las amazonas y los zombies los buscaban constantemente".

— Traigan para el lunes un resumen de la época donde más les hubiera gustado vivir, y por qué — el maestro miró un reloj en la pared — pueden retirarse.

La mañana siguió aburrida para Andrés, por suerte era viernes, y tendría dos noches para distraerse, con su grupo se iría de nuevo a un recorrido por la selva cercana. Cuando su hermana se durmió, el joven se vistió y salió callado.

Camino media hora y en el árbol de siempre se encontró con su amigo de rebeldía.

— Hola Omar — saludo al ver al rubio — Anaís ya viene, su familia tenía una celebración, se dormirán más tarde.

— Hola Andrés, a Susana la descubrieron, la estaba esperando afuera de su casa, y vi cuando su padre la tomó del brazo y la entró, no creo que pueda unírsenos en un tiempo.

— No sé qué diablos quieren los adultos, que sigamos sus aburridas vidas, esto no es vivir.

Cuando llegó la jovencita de pelo largo y claro, los tres se escabulleron por donde los guardianes del perímetro no los vieron.

— Son tan tontos — se rió Omar, siempre para él fue fácil escabullirse de su aldea.

— En realidad yo creo que ya les da igual todo, sus padres les contaban de todo lo que tuvieron, y eso los deprimió, yo solo quiero tener aventuras, no esconderme como una rata para seguir viviendo — les comentó Andrés.

— Quería hablar con ustedes, es que... yo quiero esta vida, miren — les mostró un anillo — ahora le iba a proponer matrimonio a Susana. Tendrá que ser más adelante.

— Otro que cae en aburrolandia — rió suavemente Anaís, abrazada a su novio, Andrés.

— ¿Y qué harán ustedes? Cuando les llegue la hora estarán igual que yo.

— No, ninguno de nosotros quiere esta aburrida vida, apenas cumplamos la mayoría de edad nos iremos a las casas abandonadas cerca del mar, allá forjaremos una verdadera comunidad, un lugar donde nadie nos diga que hacer, seremos guerreros, la única forma de acabar rápido con esos engendros del infierno es salir a cazarlos, no esconderse como cobardes.



#1063 en Terror

En el texto hay: muertes, zombies, lucha

Editado: 05.04.2021

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