El Poder del Rayo

Capítulo 1 El Rayo Inesperado

Mateo era un chico de quince años con una imaginación sin límites. Mientras muchos de sus compañeros de clase soñaban con ser futbolistas, cantantes o influencers, él soñaba con mundos fantásticos llenos de dragones, espadas mágicas y héroes con poderes sobrenaturales. Su pasión por los videojuegos y el anime no era solo un pasatiempo, era parte de quién era.

Vivía con su madre en un apartamento pequeño, pero acogedor, en el sexto piso de un edificio viejo. Su padre había viajado a otro país por trabajo y, aunque hablaban por videollamada de vez en cuando, Mateo a veces sentía que le faltaba alguien con quien compartir sus intereses. Por suerte, tenía a su mejor amigo: el internet. Gracias a él, se conectaba con personas de todo el mundo que también amaban los videojuegos, el anime y los cómics.

Su cuarto era su lugar favorito. Las paredes estaban decoradas con pósters de sus series japonesas favoritas, y sobre el escritorio descansaba su consola de videojuegos, justo al lado de su portátil y unos audífonos gigantes. A veces parecía más una estación de batalla que una habitación.

Esa tarde, mientras la lluvia golpeaba los cristales de la ventana, Mateo encendió su consola y se sumergió en el mundo de su juego preferido: "Reino de Sombras". Se trataba de un RPG ambientado en un universo oscuro, donde los jugadores podían elegir entre diferentes clases de personajes: magos, guerreros, arqueros y hechiceros de sombra.

Mateo, como siempre, jugaba con su personaje favorito: Kael, el Mago del Rayo. Con su túnica negra, ojos brillantes y manos llenas de electricidad, Kael era poderoso y elegante. A Mateo le encantaba imaginar cómo sería tener sus poderes en la vida real.

—¡Vamos, Kael! —exclamó emocionado—. ¡Esta vez derrotaremos al Dragón de Hielo!

El reloj marcaba las seis y cuarto de la tarde. Su madre estaba en la cocina preparando la cena, y Mateo ni siquiera notaba cómo la tormenta se hacía más intensa.

Fuera, los relámpagos iluminaban el cielo como si fuera un espectáculo de luces. El viento aullaba entre los edificios, y los árboles del parque frente al apartamento se movían con fuerza. La lluvia golpeaba las ventanas como si quisiera entrar, pero Mateo seguía totalmente concentrado en la pantalla.

En el juego, Kael caminaba por un bosque helado, persiguiendo al Dragón de Hielo. La música era intensa, y los efectos visuales hacían que todo pareciera casi real. Mateo respiraba hondo cada vez que su personaje esquivaba un ataque o lanzaba un hechizo.

—¡Electro-ráfaga nivel 3! —gritó, imitando la voz de su personaje favorito.

Era como si él y Kael fueran uno solo.

De pronto, el cielo rugió con un trueno tan fuerte que hizo vibrar las paredes. Mateo levantó la vista por un segundo, pero no se asustó. Él amaba las tormentas. Le parecía que hacían que todo fuera más épico, como si el mundo real también formara parte del juego.

Justo cuando Kael lanzaba su hechizo más poderoso, una gigantesca descarga eléctrica cayó sobre el edificio. Todo ocurrió en menos de un segundo:

-El televisor parpadeó.

-La consola hizo un sonido extraño.

-Un destello blanco iluminó la habitación.

Mateo sintió que su cuerpo se congelaba. Un zumbido agudo llenó sus oídos, como si estuviera dentro de un túnel. Su visión se volvió borrosa. Las luces parpadearon.

Y entonces, todo se volvió negro.

No supo cuánto tiempo pasó. Podrían haber sido minutos o solo segundos. Lo siguiente que sintió fue una especie de cosquilleo en todo el cuerpo. Era como electricidad viajando por sus venas. Abrió los ojos con dificultad.

Su habitación estaba igual... o casi.

El televisor estaba apagado, pero algo flotaba frente a él.

Un menú digital… ¡el mismo del juego! Estaba suspendido en el aire, transparente, con letras doradas brillando lentamente.

—¿Qué… es esto? —murmuró Mateo, parpadeando.

Intentó tocar la pantalla… pero no había pantalla. Solo aire. Sin embargo, al mover la mano, el menú reaccionó.

>> Habilidad desbloqueada: Electro-control

>> Nivel 1 alcanzado

>> ¿Activar poderes? [SÍ] [NO]

Mateo se quedó helado. Tragó saliva. Miró sus manos. Una leve chispa azul salió de sus dedos. No había duda. Algo había cambiado. Y no era parte del juego.

Mateo retrocedió un paso. Su respiración era rápida, su corazón latía como si acabara de correr una maratón.

—¿Estoy soñando? —se preguntó en voz alta.

Volvió a mirar el menú flotante. Las letras doradas seguían ahí, tranquilas, esperando su respuesta. Todo era demasiado real para ser un sueño. Se pellizcó el brazo. Dolió. Estaba despierto. Y lo que tenía enfrente era magia digital, o algo muy parecido.

—¿Activar poderes…? —repitió en voz baja. Sus ojos brillaban de emoción y miedo al mismo tiempo—. Esto no puede ser real… pero, ¿y si lo es?

Con una mezcla de duda y curiosidad, pensó: “Sí”.

En cuanto la palabra cruzó su mente, el menú reaccionó.

Las letras desaparecieron en un destello de luz azul, y una energía cálida comenzó a recorrer su cuerpo. Era como una corriente eléctrica suave, vibrando bajo su piel. No dolía. Al contrario, se sentía… bien.

Vivo. Poderoso.

Sus manos comenzaron a brillar con una luz tenue. Mateo alzó la derecha, y una pequeña esfera de energía se formó en la palma.

—¡Estoy haciendo esto! —dijo, maravillado.

Miró a su alrededor. El televisor seguía apagado. La consola tenía humo saliendo por una ranura. Algo se había quemado con la descarga, pero eso ya no le importaba.

Él tenía poderes. De verdad.

Recordó las habilidades de Kael, su personaje.

—A ver… si Kael podía lanzar rayos… —Se concentró. Miró hacia la lámpara del techo y extendió la mano.

¡ZAP!

Un chispazo azul saltó de sus dedos y golpeó la lámpara, que explotó con un estallido de chispas.

Mateo se agachó instintivamente.

—¡Ups! ¡Eso sí fue real!




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