El poder oculto

Capítulo 33: Entre llamas

   El constante sonido del motor del auto y el monótono paisaje de la llanura me envolvieron con su calma. Me adormecí. Me encontraba en un extraño limbo transitando entre el sueño y la vigilia. Quizá fuese el calor de mediados de febrero o que las luces ocres del amanecer teñían el cielo con su encanto, pero comencé a sentir que llamas tibias envolvían mi cuerpo. El fuego no me dañaba, era más bien como estar flotando en un mar cálido y sereno, pero había algo inquietante en esa calma.

   La voz de mi padre me devolvió a la realidad.

   —Vamos a cargar combustible en la próxima estación de servicio. ¿Querés bajar a desayunar?

   —Está bien —asentí, mientras me refregaba los ojos.

   Pedimos dos expresos y unas medialunas y nos sentamos en una mesa junto a la ventana. Si bien me había sentado dándole la espalda al pequeño televisor del local, escuchaba perfectamente la voz de la locutora de un canal de noticias.

   —Suman 162 los muertos confirmados en la tragedia del vuelo de pasajeros 875 con destino a Bariloche. La policía intenta recuperar la caja negra del avión para determinar cuáles fueron las causas del forzado aterrizaje.

   Del otro lado de la mesa, mi padre no pareció perturbado por la información. Habíamos escuchado a las banshees en el aeropuerto y por eso él había cambiado de planes. Estaba claro que sabía lo que iba a pasar. ¿Podríamos haber evitado de alguna forma la muerte de tantas personas inocentes? Estoy seguro de que habíamos cambiado nuestro destino gracias a aquellos presagios. ¿No podríamos haber salvado a alguien más? Me preguntaba si habrían enviado a esos seres para asesinarnos o acaso las banshees habían venido a advertirnos.

   —No podíamos hacer nada por ellos —dijo mi padre en voz muy baja respondiendo a una pregunta que yo no había formulado— terminemos el café, es mejor que lleguemos lo antes posible.

   Decidí que era conveniente no discutir con él, sin embargo creía que si las posibilidades del futuro se nos revelaban, era porque teníamos la oportunidad de cambiarlo. Podríamos haber llamado al aeropuerto desde un teléfono público y haber advertido sobre una amenaza de bomba. Quizá de esa forma ninguna vida se hubiese extinguido.

      Debo reconocer que, por otra parte, me sentía aliviado de no haber abordado ese vuelo. Puedo parecer egoísta, pero aquella tragedia me hizo apreciar un poco más mi propia vida.

   El sol se alzaba en el cielo cuando volvimos a la ruta. Lamentaba no haber llevado conmigo algún libro para leer, pues el paisaje del desierto era monótono y aburrido. Mi padre, por su parte, no había resultado una persona muy conversadora. Yo intentaba no pensar en las 162 personas que según creía en ese momento, habían muerto en mi lugar.

   —¿Es posible aprender a controlar a las banshees? —pregunté sin rodeos.

   —Las banshees son seres oscuros, aún más poderosos que los espíritus elementales. Considero que toda criatura, ya sea viva o espiritual, puede ser sometida de alguna forma. Sin embargo, dudo de que haya alguien con el poder como para controlarlas completamente. Aun si existiera, correría el riesgo de que aquellas traicioneras criaturas se volviesen contra él o incluso que terminase siendo una más de ellas.

   Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Había leído en mi grimorio y escuchado de mi mentor que si un hechicero muere en manos de una banshee, se convierte en una de ellas y queda esclavizado por el ángel negro durante toda la eternidad. Dominarlas significaría burlar a la mismísima muerte.



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En el texto hay: brujas, romance adolecente, paranormal suspenso

Editado: 17.07.2020

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