El poema de Esteban

II. Paciente Cero

II - Paciente cero

























 

Cien días


Di mil veces los te quiero, 

a la mil y una calla y dilo en silencio. 

Que nadie se entere de esta tendencia porque ni seguir despierto está de moda. 

Ve, tú dónde quiera que aquel haya invitado la cama a la fiesta y dónde quiera que hayas puesto tu infierno para vivir. 

Yo, éste del que poco se sabe,

cómo nosotros

que somos más de los que creen

y nos importan menos de lo que esperan,

siento frío al tocar la mano cálida

en color carmesí, como el paciente cero en la camilla de esta habitación.

 

Estoy triste por dentro de la lágrima cuándo río,

ojalá me hubieras mirado cómo contas

pero qué iba a ser yo de la inocencia.

¿Qué sabrá del amor un pobre tipo cómo él?

¿Qué sabrá del amor un buen tipo cómo yo?

La cama fue invitada a la fiesta, lo sé. 

Y yo soy el detalle de abrazarte en mi almohada,

porque no es entregarnos a una noche,

es darnos a un amanecer. 

No es convertirnos en Santos,

es vencer al pecado. 

 

Te voy a decir algo que nunca nadie te dijo:

keep calm and take it easy.

Dont forget you rakastan sinua musiikki enkeli. 

Qué sos la única magia en la que creo,

a pesar de que seas toda magia creo en vos. 

No te ahoges en el lado medio vacío del vaso.

Tengo un siglo de verdades sin días dónde subrayé

 la tristeza ajena como resumen.

"No le digas que estoy destruido,

utiliza otro lenguaje",

me da la espalda y firmo mi idioma

en tu hoja porque el que escribe no besa,

si me das la espalda la usaré como papel. 

 

¿Quién es la cárcel?

¿Quién es el inoportuno en un mundo de dos?

La cama con uno se siente vacía.

Me quedé con las ganas de que te vieras hermosa en simples palabras,

una mirada y el deseo de que no me creas,

sólo que lo sepas porque

cualquier espejo no te va mirar como lo hago yo, 

se me hizo rutina tu belleza. 

 

Soy un artista al admirarte.

Puedo tocar una canción,

escribir un poema,

acariciar el este,

trazar una mirada hasta los labios

y abrazar un rostro 

a la hora de besar. 

De tu cabello hice un poema en mi mirada,

escribí un poema y creé una Minerva.

¿Te convierto en el perdón 

de este verso que inspiraste 

en mis pecados? 

 

Yo sé cómo viste y luce un ángel.

Haceme cosquillas en los labios. 

Entre tus brazos cualquier lugar es mi hogar,

estaré en la tierra más bella que mis manos hayan visto. 

Entraste a mi corazón 

antes que mis sueños,

estoy aquí contigo. 

 

No hay leyendas ni copas.

La inocencia ya cumplió la mayoría de edad 

y ya puede salir sin permiso a olvidar el error 

del que me daré cuenta mañana, 

el amor en la esquina y yo en el balcón, 

de que Dios no baja porque se quedó sin Mesías, 

de que todos tienen un olvido 

y un pecado debajo de la almohada,

de que sabrá mi infierno llenar otro vaso

cuando el corazón comprenda 

que me he ido, 

que me rendi al verte 

como al principio que te vi sonreír,

como ahora que ya no lo haces sola. 

 

Pocos son los que pegan 

y muchos los que resisten. 

Duermo a un costado de la cama 

por si se desorienta el sueño 

y se acurruca en mi almohada 

y a no desesperar que el sueño es largo, 

que sean tu voluntad tus sueños.

 

¿Cuántas personas verían la película de tu vida?

Desprende aliento agitado 

lleno de sonido y locura

y así comienza la guerra entre tu nombre 

y el poema. 

Amar haciendo trampa.

Me río, no se mentir. 

Acá adentro es el único lugar dónde existo

y soy el primero en llegar y el último en irme. 

De la calle salió un poema por más 

que no haya literatura en sus palabras,

pero cuando miente o calla no se equivoca. 

Ella es poeta pero no escribe.

Ella es poesía, por eso escribo

Me estoy volviendo historia de coma y poesía

porque quiero que escuches mis silencios,

que no importa si algún día lloras 

porque de las costas de tus labios saldrá el arcoiris,

que me hubiera gustado sentirme tu respiro,

escucharme en un suspiro,

que esto ya no un viaje,

llegué al destino porque te llevo 

para toda mi vida.

No quizá delante ni atrás, 

cuanto mucho al lado; 

pero siempre dentro.

Y aunque no quiero el recuerdo

la cama sigue desordenada,

a pesar de la distancia

entre dormir y mi almohada.

Estoy sólo y estoy a tu lado,

le temo al silencio porque nunca se esconde

y es el amanecer el que te ve llegar. 

 

Sos caricia y paisaje.

En el idioma de la poesía, como creyente de tus ojos; 

pecado, dulce latido de mi corazón sordo, 

el peor pecado es verte llorar.

Te vi desnuda cientos de veces,

volví macabramente al recuerdo

para matarnos en la habitación,

para desnudarnos otra vez

y besarte hasta el aliento

y vestirte de nuevo en mis brazos,

que recogieran todas las prendas

del piso mojado que habías

dejado caer. 

Te vi desnuda cientos de veces,




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