Hoy, entre mi viaje en busca de aquello que me falta, he visto nuevamente en el camino correr a unos niños y niñas. Estos, que se encuentran vistiendo el uniforme de su escuela, me hace recordar con añoranza aquellos días de mi infancia, aquel en el cual le decían con gran afán “patojos” para la familia, mientras que para aquel desconocido o el vecino aquel al que casi pareciera que ni el viento llega a soplar su presencia aparece de la nada y, aquel con chueca puntería, manda la pelota hacia el vecino que, malhumorado con este accidente y volviéndolo tan personal como si todo el mal causado no fuera nada más que pura casualidad sino que fuera aquella travesura que un niño haría con malicia o con falta de ella, y de esta manera gritar a todo pulmón, que por cierto, pareciera que fuera como aquellos vendedores que en el mercado de la terminal Minerva andan ofreciendo con elocuencia los productos que encuentran en sus puestos, lo cual no podemos negar que está tan arraigado en nuestras raíces que hasta podía escuchar, aunque no fuera con todo su esplendor, en aquellos tramitadores que puedes ver cerca a la SAT, para decir, mientras todos empezaban a correr al saber que el dialogo no estaba dentro de las propuestas “¡EEeeeeeyyyyy…! ¡¿Acaso no ven que estoy pasando aquí?!” Para luego decir “Estos güiros ya no respetan nada”, como si de verdad el respeto se diera sólo con ser una persona mayor o conocido, quizás algunas de las que podía hacer que en ese momento huyéramos a todo velocidad era el miedo de tener que estar ahí y que nos acusaran incluso de hasta lo que no hubiéramos hecho casi como si no bastara con llevarse la pelota que tras una larga coperacha en la que algunos daban una choca y otros, que siendo los que tenían más, daban cincuenta centavos, y de esta manera juntar los tres quetzaltes o tres cincuenta, dependiendo si es que conseguíamos en la tienda donde nos la vendía más cara o la que nos daba más barata la misma aunque ahora me preguntó cuál era la diferencia en sí de esto, ¿Acaso era que cambiaba de tamaño? Aunque para mí me parecía tener el mismo tamaño, pero del cual no se podía esperar que a pesar del precio podía ver como una bolsa de unas seis u ocho pelotas terminaban vacías y para luego ya no conseguir más hasta el siguiente día.
Pero, saben, esa pelota que puede incluso variar sus precios y a pesar de eso se compraba sin tomar importancia, no era como si no fuera indispensable, sino que gesto se volvía en un pedacito de felicidad, el estar detrás de esa pelota y tratar de meter un gol, aunque no fuera el merjo de todos y el más pilar, pues creo que quizás era el más pilas en patear la pelota y verla irse al lado contrario.
Pero con fuerzas siempre podía ver esas sonrisas mientras siempre en del lado contraría había más de alguno que dijera “¡Vamos muchá! No podemos dejar que nos ganen así, ¡Hay que ponerse pilas!” sobre todo el entusiasmo aumentaba si en caso la refa estaba en la apuesta, ya que nuestra cancha era un campo en el cual con unas piedras grandes o si encontrábamos unos pedazos de blocks los usábamos para marcar las porterías, incluso un suéter, o lo que se tuviera a la mano puede funcionar, ahí la imaginación era libre mientras se pudiera jugar con todo.
En todo este andar, nunca hizo falta aquella niña que era el hada de mis sueños, un hada que se esfuma con la imaginación al ser que nunca logré decirle ni una palabra. Un amigo… amigo aquel que sólo soñó serlo, pero ni siquiera eso pudo llegar a serlo, entre un cambio tan drástico en el cual el estudiar mientras el profe o la seño trataba de lograr hacer que entendiera incluso el más despistado.
De esta manera fue tan fugaz el querer crecer para luego verse sumergido en volver a esos tiempos que ya han pasado. Es por ello que sólo puedo sentir la energía de todos ellos que pasan a mi lado, no sé lo que estarán pensando o lo que estarán pasando. Sería muy torpe decir que puedo sentir en ellos todo lo que fue mi pasado, al ser que en realidad todo va cambiando, sólo puedo decir que una pizca de mi me dice que el añorar lo que fue con lo que es ahora no es algo que debería de poner como prioridad, así que, ante una vieja historia que pueda ser muy mal contada, ¿Cuál sería tu historia? Sería una aventura memorable o sería la peor de todos los tiempos.
Con un pequeño suspirar, dije:
– si… si alguna vez escuchas estas palabras que el vacío se ha llevado consigo. Oh, mi futuro yo… aquel que en una ilusión ha sido formado por le pasado que en el presente se ha materializado, no dejes que todas estas enseñanzas de mis errores y pesares, sean el motivo por el cual dejes de soñar para siempre. Aunque esté lastimado, aun por aquella persona que tontamente le di todas mis esperanzas y las destrozó con todas sus fuerzas como si estas no valieran nada, así como el cristal se rompe en el momento de caer y chocarse contra el suelo. De esta manera deja que vuelva a tratar de volar una vez más. Sé que puede que sea irracional el pedir que un ala rota trate de alzarse nuevamente en el aire, que sabiendo muy bien no podrá hacerlo, sino que terminará rompiéndose más y el fin se verá. Pero, aunque fuera una simple mentira que me haga sentir que puedo volver hacerlo a pesar de todo, aunque la respuesta siga siendo la misma, la ignorancia a veces puede ser lo que me haga falta para intentarlo nuevamente.
Como un tonto, sólo eso puedo ser, así que deja que las enseñanzas sean las que te puedan hacer reír nuevamente incluso en el momento más difícil de todos, en ese instante en la que todas las adversidades se han acumulado y creado una gran montaña y como volcán están a punto de erupcionar y destrozar todo, arrasando sin discriminación alguna y dejando todo en un lugar desértico, donde nada puede vivir tan fácilmente, sólo con un mirar con pesar deja que esta pueda tener un pequeño destello de esperanza y regrese nuevamente a la vida.