El Poeta Y La Sirena

Capítulo 5

     Una de las ventajas de viajar ligera de equipaje es que no tenía que abrir el baúl del auto para sacar estorbosas maletas con mil cosas que seguramente no usaría durante mi estadía. Por otro lado, era raro descender del auto con un morral y una tula en un viaje de placer. Encogí los hombros y seguí mi rumbo hacia la entrada del castillo. 

     Home sweet home.

     Como estaba atravesando por una fase rebelde no parqueé el auto en el garaje oculto ubicado en las entrañas de la edificaciónmsino que lo dejé descaradamente en la entrada. Ya me animaría a aparcarlo después de un buen baño en el Pielinen, una botella de la reserva y una escaneada a los archivos a ver si la evidencia de algo realmente escandaloso surgía de entre los anales del archivo nacional. 

     Algo que siempre me ha encantado de esta propiedad es que pese a su apariencia rústica, cuenta con un sistema de acceso de última tecnología. Es como una octagenaria con gadgets que trota en Central Park.  Para comenzar, las cámaras exteriores escanean tus facciones para compararlas con la base de datos de quienes tienen total acceso; después un zoom odioso ofrece al sistema una vista de tus líneas de expresión y si resulta que no eres alguien del equipo un campo electromagnético de aprisiona hasta que el sistema se encarga de enviar la señal de alerta para que el miembro más cercano acuda e identifique al sospechoso; finalmente, si has pasado los anteriores filtros te acercas a la compuerta y dices tu nombre seguido de tu código de identificación y la robusta puerta te da la bienvenida a un lobby donde, si es que has estado en alguna misión, puedes dejar tu traje salpicado de cesos y sangre en un shut ubicado en el extremo izquierdo del amplio salón. Si no necesitas hacer esto, simpremente sigues hasta la puerta principal hecha de hierro forjado y madera de roble con una osa y sus tres crías tallados en la espesa puerta. Este tallado representa a la madre de la abuela Mila, Mila y sus dos hermanos Taneli y Marco. 

     Puse mi dedo índice en el identificador de ADN para que la puerta me diera entrada al corazón de nuestro hogar: un vestíbulo de lujo con pisos de mármol y paredes con revestimiento de piedras decotarivas que provenientes de diferentes latitudes. El mobiliario exquisito de estilo gótico y Guillermo IV y una que otra pieza de estilo Rococó entre otros tipos de muebles que tía Eve ha olvidado enseñarme a identificar, estaban prestos para recibirte. Mas la pieza más especial de este espacio era un piano de cola negro hecho con madera de abeto en Skye.  El macizo instrumento tenía delicadas figuras doradas. El contraste entre el negro y el dorado representaban la melena negra de Emil y la cabellera rubia de Taneli. Este fue el regalo de bodas que Valkoinen y Taneli le dieron al tío Emil y a Taneli hija; el abeto del cual extrajeron la madera tardó casi setenta años en crecer, la fabricación del piano llevó dos años y Temil - nombre dado al pianoforte- ha estado en el castillo por casi trescientos años; su presencia ha perdurado más que la unión de mi tíos la cual se disolvió cuando Taneli desapareció a los doce años de haber contraído nupcias,  tío Emil se rehúsa a hablar de ello.

   En fin, nuestro vestíbulo puede albergar cómodamente a trescientas personas en caso de llevar a cabo allí un festejo o una de esas reuniones de las familias aliadas que se celebra cada año. 

     No era el presuntuoso lobby lo que necesitaba sino mi recámara así que subí las escaleras. Tenemos elevador pero tenía que darle dramatismo a mi llegada y lo hice al viejo estilo, subiendo cada escalón con sobriedad como la dama decente que podía llegar a ser si mi risa no fuera tan estruendosa. Me reí internamente aunque estaba sola y mis carcajadas no le harían daño a los tímpanos a algún aguafiestas que me pidiera bajar el tono de mi risa. 

     El castillo consta de tres alas: la norte, sur y oeste. Mi habitación está en el ala oeste la cual tiene vista al hermoso Pielinen. La puerta frente a mi agotada tez se abrió de un solo golpecito con la frente. 

     Todo estaba en orden.

     Dejé caer la tula en el piso de madera y colgué el bolso en el perchero de hierro forjado con forma de serpiente. Olfateé para capturar todos esos aromas que me llevaban de regreso a los días cuando era una estudiante incauta que creía estar de tour con la familia Harkönnen. 

      Frente a mí la cama queen size con dosel cubierta por un acolchado hecho a mano  con diseño de un lobo y un oso reunidos bajo la luz de la luna. Ese acolchado representaba la unión entre la abuela Mila, el oso proveniente de Rusia, y el pueblo de Lieksa, un lobo fiel a su manada. Este acolchado siempre ha sido muy especial por la simbología representada en él y porque las manos que lo hicieron han sido unas manos que me han protegido, mimado, curado y reprendido: las manos de Chelsea. 

      En estos momentos mientras me pierdo en mis pensamientos mi amada madre debe estar viendo una de sus telenovelas de temporada. Sin ella y su inquebrantable espíritu, Harreck y Aria hubieran tenido de vuelta a una criatura debilucha. Cada día bajo las alas de Lady Barbossa fue un día más lejos de la maldad de todos quienes me querían ver hecha cenizas. Ahora estoy por mi cuenta y con las alas de este ángel a millas de distancia. 




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