El Poeta Y La Sirena

Capítulo 1

Después de un fracaso amoroso una mujer suele experimentar ataques de pánico, insomnio, ansiedad o mientras llora sus penas se llena de libras de helado muy alto en calorías mas lo que esta joven Harkönnen necesitaba era una nueva misión que supliera su sed de sangre y venganza. Al fin y al cabo ni sabía qué había perdido.

Y sí, me urgía volver a mi piel verdadera. Al menos así  tendría las agallas de irme contra el mundo hasta encontrar lo que me habían arrancado en carne viva. De momento tendría que soportar las pesadillas que no revelaban nada de valor que me guiara hasta el preciso momento en el que decidí ajustar cuentas con Elizavetta sin contar con el aval ni apoyo de los que hubiesen evitado todo esto que estoy pasando por mi incontrolable soberbia.  

Por otro lado, al parecer Ulbrecht, mi ex amante, se estaba desquitando con lo que me mantenía en pie cuando no hay que ir al estudio o preparar el equipaje para salir de gira. Mi amado colega y amigo es la cabeza a cargo de asignar misiones así que todo estaba más que claro. No volvería a blandir la espada hasta que diera muestras de sensatez. Y para ser honesta, mi inquieta cabeza estaba al borde de la locura.

Estaba pagando con creces el haber convencido a Jürgen de unirse a una causa perdida: penetrar en las entrañas del burdel clandestino propiedad de Elizavetta -la primera esposa del tío Petrus y madre de mi prima Susanna- que se expande como un virus a medida que el dolor de su clientela y trabajadores aumenta. Es algo así como una versión monstruosa, sanguinaria, inescrupulosa y gore del Hotel California. Estar en ese lugar es arriesgarse a perder algo de tu humanidad o descubrir que tu lado oscuro está más presente en este plano que en ese pequeño cuarto sellado donde mantienes tus deseos más retorcidos. Un instante dentro de esas paredes es capaz de despertar lo más pútrido de una persona y hacerle creer que esas escenas distorsionadas que le dan un mal nombre al placer, son escenarios de lo más normal. 

Como castigo, no tan severo como vivir con lo que vi,  fui llevada a nuestra casa en Oxford para que depurara todo mal recuerdo a punta de atenciones provenientes de mis considerados familiares: sesiones de estimulación sensorial, aromaterapia, ejercicios de bajo impacto como natación o salir a caminar. Estas sesiones no duraban más de cuarenta minutos y las realizaba al terminar el desayuno o bien caída la tarde. Nunca estaba sola. Pensaba estar en una clínica psiquiátrica como Shannah cuando casi se quita la vida porque sus crisis no resueltas cayeron como un castillo de naipes dejando a la vulnerable Matheson inmersa en cartas que no entendía. Fueron días difíciles. No es nada gracioso recibir mensajes de voz de una de tus almas gemelas diciendo entre lágrimas que quiere cortarse las venas, que ya lo había intentado pero le daba miedo la sensación del frío acero contra su piel. Fue necesario llamar a la patrulla de emergencia: Alex y Aidan. Shannah estaba sola en la casa de los Morrison. Nadie se podía explicar cómo la tranquila Matheson había llegado a esos extremos cuando todo estaba marchando bien para ella.

Hay un dicho “Nadie sabe la sed con la que vive otro’’. Mi querida amiga estaba sedienta de calma interior. Una temporada en el Hospital Johns Hopkins le dieron herramientas para poder lidiar con sus cargas emocionales. Dos meses después de que la dieron de alta, Andrew y yo viajamos a Escocia para pasar algo de tiempo con ella. Shay no pudo unirse por su apretada agenda como periodista de farándula. ''Lo único bueno de estar en un centro psiquiátrico  es que no tienes que hacer planes porque todos los días son lo mismo''. Shannah, te entiendo perfectamente.

 La apretada rutina que usualmente comenzaba a las cinco ahora empezaba a las ocho de la mañana con un buen desayuno en la cama

El menú era siempre una sorpresa. Era impredecible determinar la influencia cultural en la cocina pues el cocinero voluntario no era el mismo todos los días. Solamente rogaba porque no fuera Lauri o Charlie, quienes son vegetariano y vegana respectivamente. No es que tenga nada en contra de esos estilos de vida, pero para alguien que desde antes de caminar sola era feliz comiendo vísceras, no era lo más sano darle un bowl de frutos secos y leche de almendras.

Sin lugar a duda el desayuno más reconfortante en el mes que llevaba en casa había sido uno preparado por mi hermano Julian: omelette de tres huevos con champiñones, colada de avena con canela y té de melocotón. Julian siempre ha tenido una obsesión con batir los huevos hasta que son casi espuma. El resultado: huevos celestialmente esponjosos. No soy tan paciente como él. Admiro ese espíritu perseverante de mi pequeño gran hermano. Su visita de un día me sirvió para llenarme de ánimos. Para entender que no puedo hacerlo todo sola. 

Todos los días eran el retrato de una dama sin oficio.

Estaba comenzando a irritarme y decidí reunirme con mis padres para expresarles que a pesar del secuestro que yo misma había provocado, estaba lista para seguir adelante y les prometí que no me volvería a involucrar con nada relacionado con la demente ex de mi tío Petrus.

Aclaro que en mi cabezota reposaba una cláusula que me permitía ir en busca de Elizavetta y acabar con ella en dado caso de que esta me arrebatara algo muy querido. Cosa que sabía pasaría en algún momento de esta vida. 

A veces es necesario mentir para conseguir lo que quieres, pero es imposible engañar a tus padres pues ellos siempre están mil millas más allá que tus pensamientos.

Mamá y su mirada escudriñadora y papá cruzado de brazos escuchaban atentamente cada argumento que daba pero no creyeron una sílaba del vómito verbal que estaba esparcido por todo el cuarto de entrenamiento. ''Pequeña Lu, te entendemos pero es Ulbrecht quien decide si vas a meterte en otro nido de víboras o no''. Dijo mamá encogiendo los hombros, fingía que no podía hacer nada aún teniendo más jerarquía que Ulbrecht. ''Si yo fuera tú, me iría de viaje a investigar algo para ese libro que llevas escribiendo desde la secundaria. Ya es hora de que le pongas punto final a ese asunto''. Sugirió papá resaltando mi tendencia a darle largas a ciertas cosas. ''Sí, sí...Está bien yo provoqué el secuestro pero fue para bien, he descubierto una o dos cosas que nos ayudarán para destruírlos una vez llegue Maebius, si es que el cabeza dura lo hace antes de que termine  este siglo''. Me quejé.




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