El Poeta Y La Sirena

Capítulo 3

     Para ser una criatura tan vieja como varios reinos modernos, Eoin tenía un porte más fresco que las personas de mi generación. Puede que fuera un elfo pero la forma como se camuflaba entre las gentes de estos tiempos me hacía recordar al rebelde Lestat: un alma vieja presta a aprender de la era moderna. Qusiera poder contar con esa versatilidad para poder acomodarme al mundo que seguía cambiando a costa de los estragos causados a la Madre Tierra pero tendré que vivir con la realidad de que soy un alma vieja que ni siquera ha resuelto sus asuntos dejados a medias en vidas pasadas.  

     ''Amado Eoinen no quiero ser  pesimista pero debemos llegar a la sala V.I.P. antes de que Caroline se vaya y entonces tendremos que pasar la noche en una sala de abordaje''. Aceleré el paso y Eoin me siguió el paso pero creo que lo hizo por cortesía pues con sus largas piernas eran suficientes para que se me adelantara al menos unos veinte metros en un par de pasos.

      Aunque mi primo llevaba mi equipaje de mano y yo sólo cargaba con mi morral lleno de comida y la laptop, me sentía muy pesada. Después de ser deborada por un embudo gigante, todas mis fuerzas habían sido drenadas y debía estar caminando como una actriz porno después de un gang bang. Cada paso que daba me acercaba a la tierra en donde esperaba hallar un poco de paz. 

      El ver la puerta de la sala me llenó de tranquilidad. Aceleré la marcha. Necesitaba unas horas de sueño reparador. Esa sala era el Valhalla.

      La puerta fue abierta por Caroline. Quien me hacía señas para que caminara un poco más rápido.

      Me recibió con su impecable sonrisa y un abrazo. Ella da esa clase de abrazos cálidos que te hacen sentir mucho mejor así hayas pasado por el Averno. 

      ''Espero no te moleste que haya traído a mi primo E... Oliver''. Casi meto la pata. ''En lo absoluto''. Dijo entusiasmada al ver a mi bien parecido pariente. 

      Ingresamos en la sala. Caroline se las había arreglado para guardarme unos  tentepiés. 

      ''Hasta aquí los acompaño''. Dijo Caroline. ''Ojalá puedan descansar''. Ahora sonaba un poco tensa. 

      Recordarán que hace un par de líneas admiraba lo moderno que era Eoinen pero esta admiración se esfumó cuando, como un caballero del siglo XIX, se acercó a Caroline y tomó su mano para posar un beso sobre ella. ''Ha sido un placer conocerla señorita''. Su voz sonaba un poco rara. 

      Carraspeé para que dejara hacer lo que fuera que estaba haciendo. 

     La pobre Caroline se ruborizó y su tez melocotón parecía un volcán en llamas. Se rio nerviosa y se fue. Seguramente a darse un duchazo de agua muy fría. Yo lo hubiera hecho.

     Codeé a Eoin. 

     ''Necesito venir a la superficie más a menudo''. Suspiró. 

     Lo miré incrédula. 

     Era el colmo del cosmos que el primer día que Eoin visita una sala V.I.P., quede flechado mientras que yo llevo casi doscientos años esperando a que Johannes regrese. Sigo esperando a que haya reencarnado en un ejemplar tan exquisito que haya valido la pena la espera.

     ''Te gustan con curvas ¿eh?''. Intenté molestarlo como lo hago con mi hermano Mathias. ''Es más que eso''. Aclaró. 

     Le di una palmadita en el hombro. No sabía lo que estaba a punto de pasar por amor. Pobre de ti niño bonito.

     Parece que las dramáticas historias del amor que son tan comunes en las primeras generaciones de la familia no habían surtido su efecto anestesiante en el corazón del hijo de Valkoinen. Estaba más que bien que de a poco nos fueramos deshaciendo de las cadenas del pasado.

     ''Príncipe Encantador, a difererencia de ti yo no pude comer nada en el vuelo así que tengo que recargar energías y descansar mientras que tú sigues fantaseando despierto''. Una vez dicho esto, me desplacé para buscar una de esas benditas sillas Neurosonic y comer uno de los sándwiches que traía conmigo. 

     Dejé el morral en la mesa auxiliar, me senté, giré hacia la izquierda para alcanzar el morral y sacar el sándwich. Esto era el paraíso. Pero faltaba una cosa, la usual copa de vino o el vaso de cerveza negra o roja con la que acompaño las cenas. 

    ''Haces esto muy a menudo''. Eoinen interrumpió mi primer mordisco al sándwich. ''¿Comer?'' pregunté incauta de lo que insinuaba. ''Digo, viajar así de repente''. Su tono era algo desaprobador. ''Cuando tengo que hacerlo, lo hago''. Respondí rápidamente para comer en paz.

     Mi primo se sentó en una Neurosonic frente a mí. Estabamosa a unos dos metros de distancia y como o había nadie más en la sala, no era necesario gritar para entablar una conversación. 

    ''Heredaste eso de Mila''. Dijo mientras balanceaba un vaso con agua en su mano. ''Ajam''. Asentí mientras masticaba. ''No te molestaré más, se ve que quieres comer''. Acertó.  

    Le señalé mi mochila para decirle que tenía un sándwich extra pero no quiso comer. 

    Pese a su postura despreocupada, se notaba a leguas que tenía algo que decir.

    ''Cuando me contactaron para que te escoltara pensé que estaban locos porque es bien sabido tanto en nuestro territorio como en este que eres una asesina fría que logró escapar de la misma Elizavetta pero no me puedes engañar amada prima''. Miró de reojo la barra de snacks como si allí hubiera un teleprompter. ''Eres muy parecida a Mila en ese sentido''. Sonrió. ''Puedes estar ahogándote en la peor de las situaciones y no lo expresarías sino que lo resolverías sola, lo cual es admirable. Pero fue por esa actitud autosuficiente que terminaste en manos de las bestias y ahora quieres escapar de lo que tú misma causaste''. Exhaló como si hubiera descansado. 




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