El Policía

EL POLICÍA

Estamos en medio de un operativo, es el mayor operativo del que está hablando la corporación en meses, nunca había visto tanta movilización policíaca por detener a un par de narcotraficantes y estábamos en primer cuadro de ataque.

                                                      

Rodolfo mi compañero de turno y diría que de vida y yo estamos equipándonos con los arsenales que la división antidrogas nos proporcionaba al iniciar la semana para operativos sorpresa como el de hoy, y desde hacía un par de meses no habíamos tenido mucha acción pese a la situación que se vivía día con día con los asaltos, los secuestros y todas esas cosas que se escuchaban en las noticias, la división antidrogas estaba muy pacífica estos últimos meses, el jefe Jaime estaba preocupado por los cárteles como todas las divisiones antidrogas del país, pero se preocupaba más por el aspecto mafioso que por el propio narcotráfico en sí, por lo que se podía escuchar en la división.

 

La secretaria de seguridad pública tenía la enmienda de encontrar a los secuestradores, extorsionadores y mercenarios por encima de los distribuidores de drogas que era a los que nos tocaba perseguir y esa noche era el momento en el que meses de inactividad física mezclada con el alza de mi adrenalina y mi euforia salieran, era tan de noche según yo lo suficiente como para que la mayoría de las familias estuvieran dormidas porque en la televisión de la estación estaban comerciales repetitivos de productos para el hogar inservibles y esa programación solo la pasan muy tarde por la televisión, todo olía a adrenalina intensa y estábamos listos, nos gritaron por nuestros nombres seguido de un “op” y una palmada en la espalda para subir al camión blindado que se encontraba parado en la cochera de la estación, este era el vehículo donde nos transportábamos al encuentro con la delincuencia organizada, el ruido del motor aceleraba mi adrenalina pero Rodolfo siempre sabía cómo calmarme sin decir una sola palabra, estábamos juntos en esto, yo daría la vida por él si fuera necesario y ambos esperábamos que esa noche no fuera así, aparte de Rodolfo esa noche estaba platicando rumbo al operativo Martín acerca de los problemas de pago que había tenido el departamento con él y Carlos aprovechaba para checar su teléfono celular unas cuantas veces antes de no poder revisarlo más el resto de la noche, la oscuridad se rompía por un haz de luz amarillenta que entraba por el contorno de la puerta de la luminaria pública y en cada tope o bache que el camión atravesaba se sentía como nos despegábamos del asiento o del piso y caíamos tambaleantes por el nerviosismo que nos provocaba lo desconocido del destino, el informante le había dicho al jefe Jaime que teníamos que llegar a una casa a las orillas de la ciudad justo en la parte trasera de una calle invadida por partes de auto que se según el informante pertenecían a un cementerio de vehículos robados por el un grupo delictivo que operaba la zona, aunque como autoridad el jefe Jaime hubiera podido ordenar algo por ese concepto no fue posible porque lo competente a nosotros era única y exclusivamente el motín antidrogas y ese se encontraba en la parte trasera del cementerio de vehículos, buscábamos esa noche metanfetaminas fabricadas y todos los químicos con los que se preparaban, también estábamos por buscar sales de baño con químicos para producción de drogas sintéticas, me resultaba difícil pensar en cómo reconocer eso ya que hasta ese momento no había incautado más que un poco de mariguana con pequeños vendedores ambulantes o en puntos de venta de la zona, lo que nos aguardaba era más allá de lo que alguna vez pude pensar o imaginar pero mi memoria me trajo a la cabeza un día de entrenamiento del año pasado donde conocí cosas como el crack y el cristal, así que vino a mi recuerdo ese entrenamiento y me sentía como si hubiera interactuado con esas drogas hacia unos segundos, mi corazón palpitaba porque según Rogelio nuestro compañero que nos mantenía rastreados desde la central mediante satélite al camión decía por la radio que estábamos cerca, íbamos equipados pero estábamos seguros que habría fuego cruzado y que podría ser la última vez que estuviéramos juntos. Al llegar nos estacionamos a unas cuadras de distancia del punto rojo a dónde nos dirigíamos y estábamos preparados con todo el equipo necesario para ir en contra de la delincuencia así que nos colocamos los auriculares para seguir nuestras voces y caminamos lentamente en medio de la noche alumbrados por la luz de la luna y por la luminaria de la calle, la calle estaba muerta literalmente y llena de lo que el informante nos había dicho, todas las aceras llenas de rines, llantas, tableros, puertas, escapes, engranes, motores de autos y una mezcla de olores que iban desde olor a caucho quemado,  aceite de auto, hasta la humedad que almacenaban las piezas una entre la otra, el escuadrón estaba listo para proceder pero sin duda los delincuentes no estaban solos, nadie deja tantas partes de auto en la calle sin ninguna protección y en efecto así fue, rodeando toda esa calle inundada por las piezas de auto nuestro guía Carlos dijo por los auriculares.

— ¡Alto!, alguien vigila la entrada al terreno.

 

Nos dirigíamos a un terreno casi baldío con una pequeña casa en el centro y como Carlos mencionó. Estaba alguien parado que apenas si se podía vislumbrar y que aún no tenía la oportunidad de vernos por las condiciones del lugar, Carlos nos guiaba por su vista 20/20, las cosas se tornaban difíciles pero teníamos lo más valioso que era la información así que Raúl se dirigió al lugar y proporcionó una clave que nos había dado el informante para comprar material por mayoreo mientras nosotros aguardábamos detrás de los vehículos estacionados a más de una cuadra de distancia del terreno, equipados con todo lo que pudiéramos necesitar, por supuesto Raúl se acercó desarmado y llevaba un atuendo de civil para que nadie sospechara, según el informante estos hombres tenían tanto poder y protección en la zona que no les preocupaba si alguien sabía que hacían o cómo hacían las cosas ahí, lo único necesario para acceder a su mundo era la clave y verdadero dinero en efectivo que pudiera comprar su producto cualquiera que fuera.




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