El Portador - Serie El Metamensaje

Cap. 12. Un nuevo mundo

New Denver, Consolidated States of North America - Futuro

Todavía dentro de la Cúpula de Transferencia, Leonado estaba rodeado de las ginoides operativas, que en una especie de coreografía se movían alrededor de su cuerpo, colocando y removiendo pequeños sensores, para reubicarlos en otra parte. Una ginoide supervisora médica le pidió que se volviera acostar en la cama, mientras que un dron clínico se posó sobre su brazo, insertó una cánula y comenzó a inocular un fluido de estabilización neurometabólico. Simultáneamente, su cama flotante fue conducida fuera de la Cúpula de Transferencia por toda una procesión de ginoides encabezada por Cassandra.

Leonardo buscó con la mirada a Cassandra. "Oye, tú. Este… Cassandra. ¿A dónde me llevan?”

Cassandra lo miró con interés, “No tienes que preocuparte, Leonardo", respondió en su extraño Italiano.

“Te llevamos al área médica, ahí los equipos te darán la revisión final y adecuaremos tu centro lingüístico para que puedas hablar y entender nuestro idioma. Tu Neurosincronizador también te ayudará en eso. Relájate mientras tanto".

Leonardo contemplaba la disposición del techo en la Cronosala. Los arcos dorados se alzaban majestuosos, curvándose hasta alcanzar un lejano techo abovedado de una blancura brillante y resplandeciente.

“¡Esto se asemeja a una catedral!”, exclamó, maravillado por el impresionante diseño arquitectónico y las colosales dimensiones de las estructuras. “¿Quién habría imaginado que el futuro albergaría tal esplendor?”

Un aeromóvil descendió silenciosamente ante el grupo. Leonardo, apoyado en un codo para tener mejor vista, contemplaba cómo las ginoides operativas acomodaban su cama sobre una placa que la mantenía flotando en la cubierta del vehículo.

Cassandra y la ginoide médico se sentaron a su lado, cuando con un ligero siseo, el aeromóvil se elevó. Leonardo no podía contener su asombro al contemplar la inmensidad de la Cronosala. Entre los arcos que se desvanecían en la distancia, una imponente columna se alzaba majestuosa en el centro. Su armazón, de un cromado opaco, se fusionaba con inmensos paneles de cristal transparente. A través de los cristales, se revelaba el interior de extrañas y luminosas formas que danzaban con flujos centelleantes de plasma azul. Leonardo observó cómo dos cúpulas blancas de nervadura dorada estaban dispuestas cerca de la columna. Acercándose a unas amplias terrazas, el aeromóvil sobrevoló un grupo de columnas de menor tamaño, dispuestas concéntricamente alrededor de la monolítica columna central.

El vehículo redujo velocidad y enfilándose a un amplio y abierto portón decorado con intrincadas filigranas, se estacionó en una sala de piso verde oscuro mezclado con decoraciones blancas y amarillas. Un reducido grupo de ginoides operativas, en vestidos de color amarillo azafrán, volvió a recostar a Leonardo mientras deslizaban la cama hacia una estación de atención médica.

Bajo la mirada objetiva y funcional de las dos ginoides supervisoras, Leonardo fue introducido en un espacio similar a un tomógrafo. La ginoide médico dio una silenciosa orden. Sintió que le retiraron la cama, permaneciendo flotando en medio de la estructura tubular. Inicialmente solo había silencio.

— Hola Leonardo — percibió como el ente se volvió a comunicar en su mente.

— Hola, la mujer que estaba conmigo habló de un Neurosincronizador. ¿Se refirió a ti?

— Sí, no supe cómo transmitirte ese concepto de forma entendible, pero creo que a estas alturas lo comprendes.

— ¿Cómo es que te comunicas ahora de forma fluida y verbal? — preguntó asombrado Leonardo.

— En este momento me están actualizando. Esto tecnológicamente no era posible en tu época pasada. Sin embargo, me puedo felicitar por haber logrado una buena integración contigo; basado en la genética configurada para el aprendizaje de interacción empática.

— Vaya, tú sí que hablas mucho ahora. — Respondió mentalmente Leonardo.

— Sí, ¿no es maravilloso? — replicó el Neurosincronizador.

— Por cierto, me acaban de cargar tu programación neolingüística para comunicarte en el presente idioma, el Neo Anglolatino. Te voy a poner a dormir por un rato. — Leonardo quiso protestar, pero el sueño lo dominó de inmediato.

“Hola, Leonardo. ¿Me entiendes?” La melodiosa voz de la ginoide Cassandra penetró a través de un denso sopor a su conciencia.

“¿Quién me está despertando, con esa voz tan dulce?, preguntó somnoliento y de mente confundida Leonardo. “Siento como si mi cerebro hubiera estado en una lavadora". Soltó un quejido.

“Tienes que esperar un rato. Tu mente debe ajustarse a las actualizaciones de algunas redes neuronales. No queremos que tengas problemas de adaptación a nuestro tiempo y cultura. Sin embargo, todo será óptimo, tu Neurosincronizador, un organismo integrado de última generación, nos está dejando sorprendido por sus habilidades. Puedes sentirte afortunado. ¡Vienes del pasado y ya dispones del cuerpo endosimbiótico más avanzado de nuestro mundo!”

Leonardo pudo escuchar como la mujer se estaba riendo alegremente. “Vamos a tener una relación muy interesante. Ahora descansa un rato más".

Leonardo volvió a caer en un sopor profundo. Imágenes raras que intercambiaban escenarios desconocidos y conceptos extraños se agrupaban y volvían a disgregar. Personas le hablaban, o simplemente le miraban. Atravesaba trabajosamente ciudades de negras ruinas, esqueletos calcinados y miembros metálicos. Para luego desplazarse por inmensos parques con árboles, vegetación cuidada y animales, que rodeaban enormes construcciones de arquitecturas intrincadas y hermosas. Se hallaba entre multitudes, pero no todos eran humanos. Veía gente sintética de ojos verdes y gente sintética de ojos violeta. Un sinfín de sueños se intercalaban y entretejían hasta perderse en el horizonte.




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