El Portador - Serie El Metamensaje

Cap. 13. Como sembrar un metamensaje

New Denver, Consolidated States of North America - Futuro

Smith iba impacientemente dando zancadas, mientras Leonardo y Cassandra le seguían al vestíbulo de elevadores.

Leonardo a veces se quedaba ligeramente atrás, entreteniéndose al mirar las obras de arte del pasado que colmaban los pasillos, pero que a su vez pertenecían al futuro de su propia época. Sin embargo, su otro interés se centraba en contemplar furtivamente la impresionantemente grácil figura de Cassandra que con sus altos tacones y largas piernas cautivaba la atención del artista.

El grupo entró en un elevador lujoso de elegantes puertas y una cabina transparente que volvía a presentar el ambiente tropicalmente selvático.

Leonardo aprovechó la oportunidad para entablar una conversación con Cassandra.

“¿Los elevadores siempre tienen temas ambientales fijos?”

Casandra le miró con sus grandes ojos. “Oh no, solemos cambiar la temática con frecuencia variable. Los usuarios de los elevadores y otras áreas comunes pueden tener la oportunidad de disfrutar y aprender de los ambientes. Los sensores empáticos estudian las reacciones emocionales de los visitantes durante la semana y programan el próximo ambiente más adecuado a sus gustos”.

“Ah, sí, Ya en mi época tenemos programas similares, pero se centran más en los gustos de preferencias de compra”. Respondió Leonardo.

“Tu época es muy interesante Leonardo. Vives en un mundo muy complejo estando en plena transición tecnológica. Una tragedia que haya comenzado la tercera guerra mundial. ¡Que desarrollo hubiese habido en este planeta! Cuántos animales primigenios habría podido estudiar. Ahora la mayoría de estos, especialmente los grandes, son especies recuperadas con tecnología genética. Pero siempre tengo la impresión que algo les falta”.

Leonardo se le quedó viendo pensativo. — La tercera guerra mundial, siempre hablan de ella. De sus consecuencias. Pero como que no quieren entrar en detalles. ¡Tengo que saber más de eso!

La resonante voz de Smith sacó a Leonardo de su meditación. “Leonardo, ya llegamos al Nivel Laboratorios. Por favor acompáñame, el tiempo es oro".

Pasaron a un lobby con varios pasillos y mucho movimiento de personas. Hombres y mujeres se les veía trabajando con proyecciones holográficas o pantallas flotantes. Otros se movían en pequeños grupos, acompañados por las ayudantes de ojos verdes. Algunas plataformas autónomas, cargadas con materiales de laboratorio y equipos, llegaban de un pasillo, entraban y navegando entre la gente, salían por otro pasadizo.

Smith disminuyó el paso y comentó. “Estamos en uno de los niveles superiores. Aquí nos dedicamos a los negocios normales de la fundación del Museo de Recuperación de las Artes Pasadas. Restauramos obras de arte que en un nivel inferior del complejo ya han sido descontaminadas de elementos radioactivos. Les hacemos tratamientos químicos de limpieza, restauración y preservación. Con frecuencia tenemos piezas que requieren que les completamos secciones o partes faltantes. Eso lo logramos si encontramos registros, archivos, imágenes de esas obras. Hemos restaurado obras de arte recuperadas en alguna ciudad de China con registros hallados en lo que fue Inglaterra".

Leonardo estaba a punto de retomar el tema a Smith sobre esa guerra, cuando este lo tomó amablemente del brazo y lo condujo a través de una puerta deslizante a un espacio con una terraza circular. Esta rodeaba un área de un nivel inferior, donde un grupo de personas debatían en voz alta frente a un esquema en tres dimensiones que se extendía a lo largo de más de quince metros.

Un grupo tocaba unos puntos marcados con un recuadro lleno de datos y los arrastraba en cierta dirección para finalmente anclarlos a otros marcadores que cambiaban de color. Durante esta operación, otro grupo de personas estudiaba el cambio y daba aviso sobre el nivel de modificación de cierta escala.

Mientras tanto, el tercer grupo iba discutiendo algunas alternativas revisando los puntos clave y estableciendo líneas de conexión entre ellos. Mientras los investigadores modificaban la configuración de la estructura que estaban analizando, todo el ambiente estaba sumergido en diferentes alarmas y sonidos que aumentaban o disminuían en frecuencia según la posición de los enlaces.

“¡Sven Andersson!”, gritó Smith por encima de la algarabía. Un hombre joven, alto, con el pelo revuelto, estaba dándole vueltas al modelo 3D. Alzó la vista a la terraza y vociferó de vuelta

“¿Qué pasa Smith, no ves que estoy ocupado?”

Smith se inclinó sobre la barandilla de la terraza y con una sonrisa irónica dijo en voz alta. “Te traje a alguien, quiero que lo conozcas, alguien muy especial".

Sven Andersson removió los lentes de datos, inspeccionando a Leonardo. “Bueno, está bien", dijo resignadamente. “Llévalo a mi oficina. En un momento estoy con ustedes".

Smith condujo a Leonardo por la terraza hacia una gran puerta de incrustaciones de metales relucientes. Pasaron a un recinto elegante, pero al mismo tiempo funcional, con un modelo reducido de la estructura vista previamente en la sala. Interesado, Smith acercó una silla y apoyando la cabeza en las manos se quedó mirando los cambios de configuración que experimentaba la forma.

Leonardo, en cambio, intentaba por todos los medios memorizar el ambiente al observar cada objeto que veía. Le llamó la atención un artefacto en forma de tabla que estaba flotando en posición fija frente a una estantería.




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