El Portador - Serie El Metamensaje

Cap. 22. El Apogeo

Florencia, Italia - presente

Al día siguiente, Florencia fue sacudida por un creciente interés en las obras de Leonardo. Morelli, curador de la Galería Arcadia Art Gallery tomó la decisión de alquilar una sala de exhibición en la avenida Corsini cerca del puente Santa Trinita con el propósito de permitir una alta afluencia de visitantes y poder cobrar la entrada.

Estimulados por los artículos de prensa, noticias de la televisión local y los comentarios de las mismas personas que el día anterior habían presenciado el éxtasis masivo de los visitantes a la galería, una gran multitud comenzó a formar fila para comprar las entradas. Varias unidades móviles de los medios televisivos se estacionaron en las inmediaciones de la sala de exhibición. Ante el amontonamiento creciente de la gente, los carabinieri buscaban establecer el orden en la afluencia y permitir un relativo flujo del tráfico.

Las redes se llenaron de mensajes, videos y llamadas. Una onda de curiosidad se expandía más allá de Florencia, esperando la apertura de la sala de exhibición. Los visitantes comenzaron a moverse lentamente hacia la entrada cuando finalmente abrieron las puertas. Progresivamente, un flujo constante de personas visiblemente afectadas emergían de la salida, siendo abordadas por varios periodistas preparados para entrevistarlos.

Las cámaras registraban las mismas manifestaciones observadas el día anterior en la galería de arte, pero de mayores proporciones. Una gran cantidad de gente extasiada comenzó a esparcirse por las inmediaciones del centro de exhibiciones. Un ánimo de euforia y bullicio irradiaba de los expuestos al metamensaje, aglomerándose en una desbordante manifestación de alegría.

Las calles del centro histórico de Florencia se colmaban de grupos que animadamente compartían sus experiencias, atrayendo a su vez a curiosos intrigados por saber más y poder participar de la misma energía. Muchos usuarios del tranvía que ordinariamente se hubieran evitado en un mutuo acuerdo de incomunicación, armaban un ameno bullicio que no escapaba de atención de demás habitantes de la ciudad.

Para las tres de la tarde, una gran multitud de interesados se había formado ante la sala de exposiciones, siendo controlada por un cuerpo reforzado de carabinieri poniendo en práctica sus planes de seguridad pública. Barreras fueron montadas controlando el acceso de los que iban a comprar el ticket de entrada. Mientras que otras vallas impedían que el exceso de personas obstruyera las vías de tránsito.

Los carabinieri contaban con alteraciones del orden público, especialmente entre los visitantes que se formaban en masivos grupos en los alrededores. Sin embargo, para la sorpresa de la Polizia di Stato, el comportamiento de los expuestos al metamensaje, mostraban una conducta pacífica y colaboradora, no llegándose a reportar comportamientos desordenados o violentos.

Mientras Leonardo y dos de su equipo de seguridad estaban sentados en la suite del hotel presenciando los acontecimientos por la televisión, sonó su celular.

“Signore Lahrson, soy Morelli de la Galería Arcadia Art Gallery. ¡Quiero felicitarlo por sus obras que han causado una reacción como no me hubiera imaginado en toda mi vida! La afluencia del público ha llegado a niveles inesperados”.

“Me alegro de que mis obras hayan sobrepasado sus expectativas. Supongo que para mañana habrá recuperado con creces la inversión de los 9000 Euros a los cuales le vendí mis tres pinturas, ¿No?”, respondió Leonardo.

“Bueno, no me puedo quejar”, confesó Morelli. “Le llamaba para saber si es posible alargar el tiempo de exposición de las pinturas por cinco días más. Estoy dispuesto a compartir el cincuenta por ciento de los ingresos por venta de entradas con usted. Será un buen negocio sin ninguna otra inversión o gasto extra. ¿Qué le parece?”

“Signore Morelli, agradezco su oferta, pero lamentablemente ya tengo pautado una exposición mayor en Roma” aclaró Leonardo. “Pero podrá seguir cobrando por exhibir las tres pinturas en su galería, total, son suyas. Le aseguro que no faltarán visitantes tanto locales como turistas que querrán verlas y estarán dispuestos a pagar por ellas".

“Una última pregunta si me lo permite Signore Lahrson. ¿Cuál es su secreto para crear esa maravillosa atracción en sus pinturas? Le aseguro que será una información que trataré con toda discreción y confidencialidad".

“Bueno Signore Morelli, el asunto es precisamente eso, un secreto, y pienso mantenerlo así".

Morelli infructuosamente siguió insistiendo pero finalmente claudicó ante la determinación de Leonardo en mantenerse firme en su postura.

De Luca y Luigi Esposito, quienes habían escuchado la conversación por el altavoz del celular, se rieron por la forma en que Leonardo manejó la situación con Morelli.

Luigi Esposito le preguntó a Leonardo “Con todo respeto. Sabe que somos sus fieles seguidores, y quisiéramos saber si podemos conocer qué es lo que esconden sus pinturas para lograr ese cambio tan profundo en nosotros y la gente que los mira”.

“Bien, no sé realmente que parte de mis pinturas crea ese efecto en la gente. Solo sé que se produce, y si se preguntan cómo llegó eso a mí, les confieso que fue una inspiración que me envolvió. No soy místico en absoluto, ni me he interesado en estos temas jamás en mi vida, ni me llaman la atención, pero quizás se pueda comparar a lo que describen como una iluminación”, respondió enigmáticamente Leonardo.




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