El portal a Apricon.

07

2 horas han pasado donde decidí dejar de mirar a Ragna.

Cada vez que la veía lanzaba cosas extrañas, tanto viva como muerta, en un pequeño caldero burbujeante.

Rezaba porque no me diera a beber de lo que estuviera haciendo.

—¡Mi madre! me contaba que el mundo de los humanos era verde y hermoso.

Neron me hacía compañía mientras Krohonan salía a buscar los últimos ingredientes que Ragna le había pedido, más no parecía interesado por nuestra charla.

—Bueno, no es tan hermoso como imaginas.

No comparado con Apricon y su cero contaminación.

—Muchos exploradores escribieron de nosotros, ¿verdad? —asenti con la cabeza—. Mamá decía que eran muy divertidos e ingenuos. Se maravillaban hasta por como respirábamos.

La añoranza e ilusión en su voz era confortable, dulce y enigmática. Ragna sonreí cada vez que me miraba, como si estudiara mi fisionomía humana.

—Sin ofender, pero la mente humana no es tan lista para crear seres extraordinarios y mucho menos creer en nada a menos que lo haya visto.

—¿Y qué ocurrió? —quise saber más—. ¿Qué los hizo irse de mi mundo?

La sonrisa de Ragna desvaneció conforme revolvía el líquido.

—Ustedes quisieron más. Empezaron a atacarse entre sí, y luego de que los débiles se revelaran su codicia se expandió hasta vernos como esclavos, nos maltrataron y explotaron, como si... ya no nos vieran como iguales.

» Las hadas habían visto mucho sufrimiento y convencieron a los hipocampo de crear un portal lejos que nos mantuviera a salvo. Pero cuando ustedes supieron que nos íbamos, empezó la masacre. Solo pocos sobrevivieron y muchas otras criaturas quedaron en el olvido.

—Eso es horrible... —somos horribles—. Lo lamento mucho.

Ragna hizo un pequeño movimiento con la cabeza, con una leve sonrisa.

—Entiendo que tu no debes de pagar por los crímenes de tu gente, sin embargo...

—¿Fueron muchas especies las que se extinguieron?

—Se registraron 521 especie alrededor de todo el mundo, y después de la batalla otros fueron los únicos que quedaron. Imagina: ver a todos tus seres morir y vivir en plena soledad. Es un destino que llegará pronto, la extinción final ocurrirá más temprano que tarde.

—¿Habrá otra extinción?

—El reino de Apricon, como muchos otros, no lo quieren aceptar. Pero cada vez quedan menos pura sangres, veme a mí y a Krohonan.

—Pero hadas hay muchas —comente.

Ragna dejo de revolver el caldero para mirarme confundida, incluso Neron dejó lo que hacía para prestarme atención.

—¿Y eso que tiene que ver con nosotros?

—¿Krohonan no era un hada?

Por un momento, Neron quiso resistir la risa, dije quiso, no que lo hubiera hecho. Su carcajada resonó por toda la cabaña opacando la risita de Ragna.

—¿¡En serio crees que Krohonan tiene pinta de ser un hada?! —exclamó el zorro.

—Es lo que él me dijo.

Neron se partió de risa y Ragna continuo con mi pócima.

—Podrá aspirar a la elegancia y el carisma de uno, pero no, Krohonan no es una hada. Es un Basilisco el unico que queda.

Ahora estoy más en blanco.

—¿Y eso es...?

—La peor evolución de un dragón, todos los reptiles provenimos de dragones, pero la especie de Krohona fue proclamada como la peor y la más letal. Muchos ni se atreven a acercarse por medio.

Eso tiene más sentido.

—La ventaja es que los tipo reptil vivimos mucho más tiempo y podemos reproducirnos con otras especies sin perder la pureza. Mis cálculos recaen más que todo en la líder del cuartel.

Neron la miró.

—¿Anna?

—Annalis —confirmó—. Las arpías solo viven unos 200 años a lo mucho. Annalis es la última Arpía nacida después de la guerra, era a penas un huevo cuando sus padres murieron. Las ninfas la cuidaron, pero sin elfos...

—Las ninfas también se extinguieron —entendí el destino de muchas especies.

De pronto sonreí, y no es porque me pusiera feliz, era un sonrisa irónica de cuan malvados podemos llegar a ser los humanos.

—Se fueron a tiempo, desde entonces todo empeoró con las guerras mundiales, pandemias... ¡Están muchos mejor aquí!

—¿Deseas volver? —mire a Neron por su pregunta. De reojo vi que Ragna tambien ansiaba una respuesta.

—Tengo a mi familia, deje a mis amigos y deben de estar preocupados.

—¿Extrañas a tus amigos? —él se acercó a mi.

—Por supuesto que sí, los adoro —me brotó una risa espontánea—. En cierto aspecto, tú me recuerdas a uno de ellos, parlanchín e impertinente.

—Se escucha buen chico.

—El mejor, siempre supo cuando tenía miedo y él me...

—¿Que?

Me tomaba de la mano.

Como lo hizo Neron.

—Lograba que ya no me diera miedo—finalice, pero una semillita de nostalgia se sembró en mi pecho.

Entonces, la puerta se abrió con la llegada de Krohonan, se me estanco la respire al verlo y corrí a atajarlo antes de que se desplomara.

Neron me ayudo a levantarlo y sentarlo en la silla.

Krohonan se veía mal, como si un perro salvaje los hubiese atacado.

—¿¡Pues que te paso?! —exclamó Ragna.

—Me mandaste a buscar bigote de Dzulum.

—¿Te fuiste a pelear con un Dzulum? —cuestionó Ragna preocupada—. Lo venden a una esmeralda la docena en el bazar.

Krohonan pestañeó, sin creer que su esfuerzo fue en vano.

La mujer rodó los ojos arrebatándole los ingrediente que literalmente lanzo en la olla provocando una mini explosión morada.

Ella vertió la mezcla en un molde largo, y con ayuda de una esfera blanca y humeante la posición había quedado lista.

—Una gomita cada mañana, no te volverá un bakeneko de verdad, pero si imitara la apariencia de una.

—Ayuda el hecho de que ya nadie los recuerde —opinó Neron, a lo que Ragna apoyó con una sonrisa.

—Anda prueba una, no deberían saber tan mal, tiene tripas de murciélagos.

—Una delicia —dijo Krohonan y su sarcasmo me hizo soltar una arcada.

—¿No hay otra opción?




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