El Portal de los Muertos

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– No es por ofenderlo, querido conde, muy agradecido estamos por todo lo que ha hecho por nosotros, pero recuerde que su pueblo lo necesita más que la hija de un panadero. 
Evidentemente enfadado, Vlad sacó su espada y con ella los señalaba, mientras les decía: 
–¡Siempre he cumplido todas mis promesas y ahora te prometo que si vuelves a nombrar a la hija de ese panadero, que es como mi familia, tú y los que están contigo dejarán de existir! 
Ellos, un tanto incómodos con la respuesta del conde Vlad, pero a la vez respetando lo que tan despiadado rey les hacía a sus adversarios, decidieron investigar un poco más, pero con mucha cautela, la relación que tenía su rey con aquella familia panadera. 
Mientras Vlad subía hasta su habitación a descansar, su mente jugaba con él y con las posibilidades de ayudar a su querido amigo con las pocas horas que le quedaban de vida. 
Vlad se caracterizaba por ser un rey despiadado con sus técnicas de tortura. También existían muchos rumores sobre su alianza con los demonios, lo cual hacía casi imposible de creer que él fuese un hombre normal. Los momentos en los cuales conciliaba el sueño se convertían rápidamente en pesadillas, pues recordaba todo el dolor que le hizo sufrir a sus adversarios. 
Él pensaba mucho en cómo ayudar a su amigo y evitarle su trágico final, así como salvar a su joven hija de un destino terrible. No veía ninguna solución más humana que convertirlo en vampiro, pero eso le haría pagar un alto precio, pues debía cargar con una maldición como la que él llevaba a cuestas todos los días, en una existencia interminable, en la que sus almas han de deambular por el mundo. 
Buscando una solución fue hasta el balcón y les habló a los dioses, implorando sabiduría para tomar la mejor decisión, suplicó por una respuesta para saber si dejar ir a un amigo hacia el descanso eterno o si convertirlo en uno de los suyos: 
–¡Qué esperan de mí! –gritaba hacia el cielo con desesperación-, son ustedes quienes toman las decisiones para que nosotros las cumplamos; no soy yo quien debe actuar; pero sé que este no debería de ser el final de Fernando ni de su hija. Si yo convierto a Fernando en vampiro serían sesenta creaciones, exactamente el número que me prohibieron y no sé qué va a pasar después. 
Cuando terminó de hablar con ellos, se percató de un humo que estaba saliendo de una casa. Desde el pueblo se escuchaban las campanas de la iglesia que sonaban en señal de emergencia. 
 



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En el texto hay: amor, fantasia, demonios

Editado: 14.05.2020

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