El Portal de los Muertos

19

Ella queda estupefacta, sin palabras –es lamentable lo que pasó y sé que deben de investigar, pero yo sería incapaz de cometer tal acto –dijo totalmente segura de que no cometería tal atrocidad, no atentaría con la vida de nadie.

Oficialmente el detective da por finalizada la interrogación y Laura sale del cuarto para encontrarse con su padre y sin pensárselo dos veces, lo abrazo, en busca de consuelo.

–Que horrible lo que le paso, ya acabo de ver las fotos al salir del interrogatorio –murmuro Fernando en el abrazo –no quiero que te alejes de mí, no me perdonaría el hecho de que te pasara algo… –cuando se separaron del abrazo, Fernando aprovecho para limpiar una lagrima traicionera de la mejilla de su adorada hija.

Una vez los detectives les volvieron a confirmar que podían retirarse, padre e hija salieron de la comisaria y fueron a su carro, en donde el silencio reinaba debido a que cada uno iba sumergido en sus pensamientos, lo único que se escuchaba era el radio, a un volumen moderado, de fondo.

Luego de unos minutos de viaje, Fernando decide hablar –Cariño, ¿tu estas segura que nadie te vio cuando lo empujaste? –Laura asintió, no tan segura, pues no es como si hubiera revisado el lugar antes o después del hecho, a este punto, todo era posible

–Hija, ¿estas segura? –volvió a preguntar al notar la duda en el rostro de su adorada hija. 
–No lo sé, papá. Yo solo quería quitármelo de encima y honestamente, me asusta mucho eso que acabo de ver –comento con la mirada perdida en el parabrisas del carro

–No crees que fuimos nosotros dormidos, ¿verdad? –pregunto ahora mirando a su padre, en busca de descartar esa posibilidad.

Fernando negó seguro –no, estoy seguro que nosotros seriamos incapaces de realizar tal acto –ahora era Fernando quien se encontraba con la vista perdida en la calle, a la vez pendiente de los autos a su alrededor –hay que tener mucho cuidado hija, creo que nos están buscando a nosotros y creo que nos encontraron.

Quizás eso de Carlos fue una advertencia… –miro a su hija sin disimular la preocupación, Laura noto como la frente de su padre tenía unas líneas que reflejaban el estrés  ante la situación. 

El resto del camino, ninguno de los dos pudo decir alguna palabra, se encontraban en un estado de shock, pues estaban casi seguros de que, si había sido una advertencia y de que su vida corría riesgo de una u otra manera, pero no sabían exactamente como.

Al llegar a su casa lo primero en lo que piensan hacer, es mandar los videos de evidencias a los policías. Pero cuando abren la puerta del apartamento y entran, tienen una percepción como si alguien hubiera estado ahí.
Sin embargo, deciden simplemente cerrar la puerta con seguro e ir a sus respectivas habitaciones.

Fernando entra a su habitación y encuentra en el medio de la misma, un ataúd blanco de mármol en el suelo. La preocupación inundo su cuerpo aún más, provocando escalofríos en su espalda. Y lo primero que hace es llamar a su hija.

Laura entro aún más preocupada por los gritos de su padre a la habitación –¿Qué paso, papá? –pregunto mirándolo, en busca de alguna herida.

Fernando señalo el ataúd sin poder decir alguna palabra, tratando de buscar una respuesta. Laura ve el ataúd aún más preocupada y resiste las ganas de llorar de la impotencia de no saber que estaba sucediendo y por qué –padre, están pasando muchas cosas extrañas.

Ambos se acercan cuidadosamente a ver el interior del ataúd y lo único que pueden hacer es destapar el mismo, sin poder remover el cristal. Dentro, logran ver una flor roja un poco más abierta que la de su hija con un escrito y un símbolo en la tapa que dice “tu tiempo ha llegado. No eres el 60, eres el 1. Ahora comienza tu cuenta¨  

En el escrito, aparecía el nombre de el en el 1 y el de su hija en el 2, el resto de los espacios, 58 en total, se encontraban en blanco. Mentirían si dijeran que a ninguno se le puso la piel de gallina.

Ellos intentaron mover el ataúd y no pudieron. Lo único que se le venía a la mente era ¿Cómo llegó esto aquí? Si entre los dos no podemos ni moverlo.

Fernando decide bajar rápido a cerrar la tienda hasta nuevo aviso para no poner en peligro a sus trabajadores, siempre de la mano con su hija ya que no pensaba dejarla sola ni un segundo. Era lo único y lo más preciado que tenía.

No se perdonaría el hecho de que algo le pasara. Ninguna promesa de mantenerla a salvo era en vano, él daría todo por ella.


 



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En el texto hay: amor, fantasia, demonios

Editado: 14.05.2020

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