Pero al recordar como su hija se levanto a ayudarlo cuando la hirieron, al recordar como su hija era una luchadora y no se iba a dar por vencida, una fuerza que no sabia que tenia llego a él.
Esto es por ti, hija mía. Se dijo y con lágrimas en los ojos, corre atraves de la sala. Abre las ventanas y se tira por el balcón, con toda la fuerza y la seguridad que tenía. A medida que iba descendiendo, nuevamente recuerda todas las promesas que le hizo a su hija, de que siempre la iba a cuidar, y todos los momentos que estuvieron juntos. Eso le brindo la fuerza suficiente y antes de llegar al suelo, se transformó.
En años se había visto algo como tal, era algo que los simples mortales nunca entenderían. Fernando se abrió paso en una corriente oscura y unos metros antes de tocar el suelo, subió hacia los cielos uniéndose con las pocas nubes que yacían en el mismo, solo notándose como si un rayo estuviese corriendo dentro de ellas.
En menos de unos minutos ya se encontraba llegando al castillo, casi de manera instantánea. Se detuvo a observar el lugar y pudo ver como el pueblo de su nacimiento se encontraba totalmente renovado, casi irreconocible, lo único antiguo que quedaba en pie era el castillo de su hermano Vlad.
En lo único que pudo pensar Fernando es en como iba a entrar y en como iba a recuperar a su hija. ¡Tengo que hacerlo! cueste lo que cueste…era el pensamiento que rondaba constantemente en su cabeza desde que se lanzó del edificio.
Luego de dar vueltas y vueltas en el asunto, decide que no podía estar al descubierto y debía encontrar un lugar hasta hallar la forma de entrar al castillo y rescatar a su hija de una manera exitosa, por lo que decide ir a la cabaña que había sido el escondite de Vlad.
Cuando entra, se da de cuenta que la rosa de aquel ataúd todavía estaba viva. Sorprendido, mira la rosa y no puede evitar pensar en voz alta
–si tu todavía estas viva, eso significa que mi amigo aún no ha muerto… –murmuro sin dejar de apreciar la rosa.
Dejó de mirar la rosa por unos segundos y miro entonces el ataúd, donde se encuentra una moneda diferente a todas las que el ha visto en su vida, donde fue inevitable no ver el escrito que se marcaba en la mima: “la fuente de la juventud”.
Por curiosidad, dio la vuelta a la moneda y pudo ver del otro lado un mapa que dirigía a la parte de atrás del castillo. Siente una corriente pasar por su espalda, pero no duda en dirigirse al lugar señalado en la moneda.
Una vez en la parte de atrás del castillo, descubre que no era nada más que un cementerio lleno de familiares de la realeza. Pero sin detenerse a leer los nombres de las lapidas, sigue las indicaciones de la moneda. Luego de caminar cuidadosamente por el lugar y siguiendo el mapa, encuentra un pase a un calabozo.
Al bajar las escaleras, se encontró con muchas lapidas en fila enumeradas desde el numero uno al sesenta. Fernando comienza a caminar entre las mismas y cuando llega al final, noto que solo hasta la lapida número cincuenta y nueve, había un nombre escrito, sin embargo, en la lapida número sesenta, no había nombre.
Sintió una sensación extraña al estar frente a la lápida, como si tuviera una gran conexión con la misma. No pudo evitar quedarse unos segundos mirándola, pero igual siguió su camino, no podía perder más tiempo.
Siguió caminando hasta encontrarse con una cueva muy oscura. Sin detenerse, vio una laguna que parecía ser muy honda, casi sin fondo. Decidió acercarse y no pasaron más de diez segundos cuando el agua comienza a brillar, con un brillo parecido al que tenía el féretro de su hija. Esto lo hace acercarse aun más hasta al punto de asomarse y ver su reflejo en el agua.
Sintió un leve temblor en la mano, lo que provoca que mire la moneda que yacía ahí y nota que esta comienza a iluminarse de color verde. Fue tanto el escalofrió que esto le causo, que la deja caer en el agua. Esto provoca que comience a temblar y del nerviosismo, comienza a mirar para todos lados hasta que todo queda en calma.
Suelta un suspiro, aun con los nervios de punta, regresa su vista al lago y en el reflejo del agua, se podía ver en su rostro la preocupación. Hasta diría que estaba más pálido de lo normal. Sin embargo, eso no era lo único que el estaba viendo, en el reflejo, no se encontraba solo.
Suspiro con desaliento y tristeza –que más quisiera que de verdad estuvieras a mi lado hermano –murmuro con decepción –capaz y este poso solo te muestra cuáles son tus deseos mas no la realidad.