El precio de la corona.

V. Solo los jodidos se enamoran.

Decidimos que era mejor adentrarnos un poco más al bosque, para que pudiéramos encontrar una salida mucho más cercana que tener que regresar al castillo por donde regresamos, no me pregunten porqué, fue a votación y esta misma fue dirigida por mi guarura, tres a favor y uno en contra, ¡acertaron! El mío es el que estaba en contra. Mis ánimos ahora están neutros, pero si vuelvo a escuchar otro: “hacia la derecha” les juro que empezaré a ponerme de mal humor.

—Doblaremos hacia la derecha.

Al parecer ese es el pasatiempo favorito de Ryan, le insisto que por una maldita vez doblemos hacia el lado contrario, y claro que lo hacemos, no puede reclamarme nada, mucho menos porque soy yo la que manda. Aunque Ryan me insiste que vaya entre ellos me adelanto, no me importa lo mucho que mi guarura me reclame, el que nos metió en esto fue él.

—Por favor manténgase cerca de nosotros princesa.

—¿Me estás diciendo que hacer Ryan? — enarco una ceja y sonrío.

—Por favor no lo haga…

No termino de escucharlo, porque yo ya estoy cabalgando un poco más rápido que ellos, esquivo las ramas, aunque algunas raspan las mangas de mi traje no importa, les demostraré que soy mucho más inteligente yo que ellos tres juntos. Y no es que no puedan serlo, solo que lo que tienen no saben aprovecharlo. Hago que el caballo se detenga repentinamente cuando veo un tronco tirado en el suelo, suelto un grito ahogado ya que me ha tomado por sorpresa, busco la manera de rodearlo, la oscuridad no me permite ver bien hasta donde termina, pero por suerte logro seguir mi camino sin ningún otro tropiezo.

La luz de la luna atraviesa la copa de los árboles, pero a pesar de eso empiezo a preocuparme no poder ver mucho mejor, aunque les parezca increíble ya que llevo veintiún años viviendo en Arnovia, aun no sé realmente que amenazas naturales nos acechan en el bosque. A lo lejos puedo ver el reflejo de una luz, volteo hacia atrás, los tres hombres vienen un poco apartados de mí, estoy dudando en esperarlo o no, pero recuerdo cuando ellos dudaron sobre mi toma de decisión así que alzo los hombros y continúo con mi camino. Poco a poco voy escuchando voces y risas.

Estoy cerca un pequeño callejón, sé muy bien cuál es, siempre que vamos en el coche me llaman la atención las luces que cuelgan de unos pequeños árboles y las mesas que están situadas en las aceras. Disminuyo la velocidad, para detenerme antes de salir completamente hacia la ciudad me detengo, y le doy oportunidad a ese trío a que me alcance.

—¿Está lista?

—Siempre lo estoy.

Me enderezo, pongo la expresión más neutra que tengo —que es usualmente la que uso cuando estoy en público— y tomo aire. Volteo para ver a Ryan, él pasa delante de mí, luego voy yo, Landon va de siguiente y, por último, la otra guarura, Carlo. Mientras avanzamos, personas que estaban dentro del local más concurrido del callejón salen a vernos, que estresante, aunque a veces me gusta que dejen a un lado sus cosas por verme a mí, me hacen reafirmar mi ego.

Empiezo a notar que cuchichean demasiadas personas entre sí, un grupo de mujercitas nos miran y sueltan un pequeño grito de emoción, y ahí entiendo todo el alboroto, Landon Madden trae consigo el galanteo, al voltearlo a ver noto que está sonriendo a toda persona que lo salude, aunque la mayoría son mujeres.

—Si sigues así dirán que mi próximo esposo le coquetea a cualquiera que se lo ponga enfrente.

Dejo que se coloque a mi lado y él solo ríe.

—Quiero aclararle su majestad, que solo tengo ojos para usted.

—¿Aun si pusiera sus conquistas en riesgo? —lo veo fijamente y él me sonríe coquetamente.

—Aun si eso fuera posible.

Niego con la cabeza, sonrío me vuelvo a concentrar en el camino, estamos entrando a la calle principal, así que solo es cuestión de seguir en línea recta hasta llegar al castillo. Me impresiona la cantidad de gente que viene a verme, es como si no hubiera salido en años, aunque reconozco que rara vez salgo, pero no creo que una salida mía sea el suceso del año. Las reverencias empiezan a aparecer, y por consecuencia una sonrisa falsa se plasma en mi rostro, tanta gente me ha empezado a estresar.

—Al parecer no le gusta el público, su majestad.

—Lo tolero, aunque ahora lo único que quiero hacer es ir a darme un baño y dormirme.

—Pienso lo mismo.

Sigo con la mirada hacia el frente, pero aun así puedo sentir la mirada de Landon sobre mí, trato de concentrarme para no gritarle frente a todos estos ciudadanos que por favor tenga la decencia de dejarme de ver. Cuando veo de lejos el castillo, le pregunto a Ryan si por favor pueden abrir las puertas de una vez. Él confundido accede y por medio de su radio pide a los guardias que se encargan de estar en la entrada que abran los grandes portones.

Logro ver como el portón está completamente abierto, busco un espacio por donde pasar para evadir a Ryan, cuando lo encuentro no dudo ni un segundo en aumentar la velocidad. Paso a su lado y puedo ver como su rostro empieza a ponerse rojo de coraje, me prepararé mentalmente para sus regaños juntos con los de Kate, por ahora solo disfrutaré de la brisa nocturna golpeando contra mi rostro. Saludo a los guardias y a ellos les sorprende que solo alzan su mano con emoción.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.