El precio de la inmortalidad

Capítulo 16

Cuando aún me estaba acostumbrando a aquella habitación que de ahora en adelante sería mía, admirando el precioso tocador de ébano y las pesadas cortinas que enmarcaban las ventanas, llamaron a la puerta.

—Adelante —dije.

La puerta se abrió y entraron dos chicas que parecían un poco mayores que yo. Vestían igual que las personas que me habían dado la bienvenida. Debían ser las chicas a las que Mihael había hecho llamar.

—Disculpe la intromisión, señorita —dijo una de ellas, la que parecía la mayor de las dos—, pero el señor nos ha ordenado que vengamos de inmediato a presentarnos. Yo soy Ileana.

—Y yo soy Soare, señorita. —La otra también se presentó, esbozando una cálida sonrisa—. Desde hoy seremos sus doncellas personales así que pídanos todo lo que necesite. Estamos a su entera disposición. —Ambas hicieron una reverencia que hizo revolverse sus moños morenos.

Durante unos segundos, me quedé atónita intentando asimilar lo que estaba pasando. Mihael iba en serio con eso de convertirme en una noble. Estaba encantada y a la vez sorprendida. Había tantas cosas a las que me tenía que acostumbrar que demasiadas novedades seguidas empezaban a abrumarme. Tenía delante a esas dos chicas, que ahora harían lo que les pidiera, pero no sabía bien qué pedirles. Tenía dos opciones: fingir que sabía lo que hacía o admitir que no tenía ni idea de lo que suponía tener unas doncellas a mi disposición. Opté por ser sincera.

—La verdad es que es la primera vez que tengo criadas y no sé muy bien qué pediros. —Miré con cierta vergüenza la alfombra del suelo.

—Lo primero de todo podría ser un buen baño —sugirió Soare, risueña—. Después de un viaje tan largo, lo mejor para relajarse una vez se ha llegado a casa es un buen baño. Seguro que le sienta bien, señorita.

—Supongo que tienes razón. Un baño no estaría mal.

Soare se marchó a preparar el agua caliente mientras yo me quedé con Ileana que se había ido a buscar entre mis cosas la ropa para cuando saliera del baño.

—¿Cuál prefiere, señorita? ¿El blanco o el verde? —Me enseñó dos de los camisones que había comprado.

Al principio, Ileana me ponía de los nervios. A diferencia de su hermana, era muy seria y parecía que el enfado era su estado natural. Ni siquiera la veía sonreír. Y, en más de una ocasión, por culpa de esa actitud, me costaba confiar en ella.

—El verde mejor.

En ese momento, me di cuenta de que los nobles llevaban sus privilegios en ocasiones demasiado lejos. Cuando entramos en el baño, Ileana comenzó a desnudarme y ella misma fue la que me ayudó a bañarme. Ya sabía bañarme sola, llevaba trece años haciéndolo, pero me sabía mal decirle que no. Era muy incómodo que alguien más se encargara de mis baños, pero si era lo que se consideraba normal, me tenía que acostumbrar al hacer de los nobles. Ya sabes, si vas a Roma, haz como los romanos, supongo. A pesar de mi incomodidad, Soare tenía razón. Después del baño, con la ropa limpia y ya en la cama, me sentía mucho mejor. Aquella iba a ser mi casa de ahora en adelante. ¡Aquello era real! No más harina, no más quejas, no más obligaciones sin sentido. Ahora esa era mi vida: baños calientes, ropa bonita, criadas y estudio. Había salido ganando con el cambio.

—Mañana quiero que me enseñéis el castillo —les ordené, ya arropada en la cama, cuando se disponían a marcharse.

—Claro, señorita —contestó Ileana—. Le pediremos permiso al conde y mañana le enseñaremos todo.

Al día siguiente me desperté con muchas ganas de explorar. Quería saber qué es lo que se escondía detrás de cada una de las puertas del castillo así que salté de la cama y me puse a mirar en mis armarios cuál de mis vestidos podría ponerme. En ese momento, las puertas se abrieron y mis dos criadas me miraron con sorpresa al no verme en la cama.

—Buenas noches, señorita —me saludaron.

Al principio, me costó mucho acostumbrarme al tan brusco cambio de los horarios. De día se dormía mientras que de noche era cuando el castillo cobraba vida. Sabía que con el tiempo aquellos horarios se habrían vuelto los míos propios y no algo extraño. Todo era cuestión de acostumbrarse.

—No se preocupe por la ropa —intervino Ileana apresurándose al armario.

—De eso nos encargamos nosotras —concluyó Soare que me llevaba de vuelta a la cama.

Me senté obedientemente mientras ellas preparaban la ropa y me decían que mi conde les había dado permiso para enseñarme el castillo. No cabía en mí de gozo. Por fin podía explorarlo todo, descubrirlo todo. No sabía si se quedaría alguna habitación sin explorar en aquel enorme castillo, pero valía la pena intentarlo.

Después de vestirme, empezó el tour por el que se había convertido en mi hogar. Lo primero fue el ala en la que se encontraba mi habitación que era principalmente una zona de habitaciones. Me contaron que, antaño, casi todas estaban habitadas por miembros de la familia Blaire. No obstante, en aquel momento, solo se usaban para acoger a los invitados que venían al castillo. Una lástima. A pesar del poco uso que se les daba, todas las habitaciones eran preciosas y estaban perfectamente cuidadas.

Una cosa que me fascinó desde el primer momento que puse un pie en el castillo fue ver cómo, de vez en cuando, de alguno de los cuadros del pasillo salía alguien del servicio, atareado con sus quehaceres.

—La mayoría de accesos desde la zona de servicio están tapados por cuadros—me explicó Soare—. Así no se ven tantas puertas en el castillo.

En la planta baja estaban todas las instalaciones del servicio: cocina, dormitorios, cuadras, despensas... Esa parte tuve que esperar un poco más para verla. No estaba permitido que una señorita pisara el área del servicio, pero después de varios días insistiendo, me dieron permiso para ir.

Por otra parte, el ala oeste estaba dedicada al entretenimiento. Tenía una preciosa sala de música con instrumentos de todo el mundo, salones de juego y varios saloncitos para reuniones más íntimas. En la planta baja, en el lado opuesto a la zona de servicio, se encontraban el comedor y el salón de bailes, las estancias reservadas a las grandes celebraciones.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.