La sangre era más oscura de lo que Riven recordaba. Se esparcía en el suelo empedrado, formando charcos espesos que reflejaban la pálida luz de la luna. El hedor a hierro y carne quemada impregnaba el aire. Respiró hondo, sosteniendo su espada con firmeza, sintiendo el peso del cansancio en cada músculo.
Frente a él, el cadáver aún humeante de la criatura que había cazado. No era solo una bestia… era algo más. Su piel escamosa, sus ojos inteligentes que no reflejaban miedo, sino comprensión. Como si, en sus últimos momentos, hubiese querido decirle algo.
"¿Quién es el verdadero monstruo aquí?"
Esa pregunta lo perseguía desde hacía años. Desde el día en que tomó su primera vida a cambio de oro.
Un sonido rasgó el silencio. No estaba solo. En las sombras, algo más lo observaba. Algo que sabía que él había cruzado una línea de la que tal vez nunca podría volver.
Editado: 21.03.2025