El precio de las palabras

Capítulo 3

Jaden Wayne

La cagué.

No, la recontra cagué.

¿Por qué no pude mantener la puta boca callada?

Ya había pasado una semana desde que vi a Lea, y si antes respondía mis mensajes cada diez horas, ahora lo hace cada veinte horas. Y si es que lo hace, a veces sólo me clava el visto.

¿Debería volver a escribirle? Le escribí hace quince minutos, bueno, le mando memes o le pregunto cómo va su día.

-Vas a parecer un intenso- comenta Min, como si supiera lo que pienso-. Ya déjala un ratito en paz, te va a demandar por acoso.

-Me comporte como un idiota.

-Esa es tu mayor virtud, Jaden.

-No ayudas- lo miré mal.

-Bueno, a ver- se sentó delante de mí-, analicemos la situación. ¿Qué paso exactamente?

-Le pregunte si había sido difícil.

-¿Qué cosa?- preguntó, confundido.

-Adelgazar.

-Qué clase de persona pregunta eso- mi mira, como si quisiera matarme-, y más sabiendo que si debió ser difícil con su pasado.

-Ya lo sé- me lleve las manos a la cara-. Las palabras sólo salieron de mi boca y para cuando quise callar ya era demasiado tarde, ella ya se estaba yendo.

-Y con razón se estaba yendo. Yo te hubiera tirado el vaso de agua en la cara- dijo, indignado-. Desubicado.

-Me estás haciendo sentir peor de lo que ya me siento.

-Deberías sentirte peor- reclamó.

Necesito juntarme con ella, de una manera casual. ¿Pero cómo? Con mi inútil mente no se me ocurre nada.

Tal vez si le pido ayuda a mi querido tío pueda arreglar los tantos con ella.

Sí, eso haré.

Joder, soy un verdadero genio.

Me levante de golpe provocando que Min se sobresaltara y me tirara un almohadón.

-¿Qué te pasa idiota?- dijo, asustado.

-Tuve la mejor idea de todas- le tiré el almohadón-. Esta capacidad no la tiene nadie- digo con un tono de superioridad.

-Ya déjate de pendejadas- se acomoda en la silla-. ¿Qué vas a hacer?

-Ya verás- sonreí malignamente para darle drama a la situación.

Sí, lo sé, soy algo tarado.

-Nos vemos más tarde- dije y salí de la habitación.

Es un poco patético, pero había ido a su casa a lamentarme por haberme comportado así. Lo normal en jóvenes, lamentar la vida.

-Adiós, señora Lee- despido a la mamá de el idiota de mi amigo.

-Adiós, cielo- dice cariñosamente-. Ven cuando quieras.

Siempre dice eso, pero estoy 24/7 en su casa.

-Sí, vendré más seguido- tomo el picaporte de la puerta-. Adiós.

Una vez ya fuera, tomo el celular y marco el número de mi amado tío Rick.

Un tono, dos tonos y al tercer tono atiende.

-Jaden, sea para lo que sea que me llames, estoy ocupado.

-No te tomara mucho tiempo- aseguro.

-Sí, claro- ironiza-. Lo digo enserio, estoy trabajando.

-Está bien, cuelga, llamare a Kate y le diré lo que le paso a su vestido favorito- amenace.

-Eso es jugar sucio- cambia su voz a un tono más serio.

Qué bueno es que le tenga miedo a su esposa.

-Lo amerita lo situación- sonrió torpemente, al imaginarme un escenario, donde Rick es perseguido por una loca con una escoba.

-¿Qué quieres?- inquiere.

-Organiza una cena con la familia Anderson- demando.

-¿Qué? ¿Para qué?- dice, confuso.

-Tú solo hazlo.

-Necesito un motivo, no, Kate necesita un motivo- corrige-. ¿Es por la chica?

-¿Qué chica?- me hago el desentendido.

-Tú sabes a lo que me refiero, pequeño travieso- dice en un tono pícaro.

-No sé de que hablas- continúo con mi desentendimiento-. Solo organiza la cena.

-Uh, alguien se enfado- bromea.

Qué maduro.

-¿No tenias que trabajar?- digo en un tono más serio-. Adiós, a las ocho estoy en tú casa- dicho eso cuelgo.

Es un tanto estúpido negar que es por Lea, pero si le lo confirmo no dejara de molestarme nunca. Y cuando digo nunca, es nunca.

Me subo a mi moto y me dirijo a mi casa. Debería bañarme, necesito estar presentable.

Aparco frente a mi casa y entro a esta.

-Hijo, ¿no ibas a quedarte en casa de Min?- pregunta mi mamá, extrañada por mi aparición.

-Iba, pero voy a ir a cenar a casa de Rick- le comento.

-Tío Rick- corrige.

-Sí, sí, tío Rick- subo las escaleras a mi cuarto.

Me saco la ropa y entro a la ducha dándome una ducha a la velocidad de la luz.

Diablos, si que estaba emocionado.

Pero no puedo evitarlo, necesitaba arreglar la estupidez que dije.

Elijo la camiseta gris que había comprado con ella. De hecho me gustaban mucho, la mejor compra que había hecho en mucho tiempo.

O quizás me había gustado mucho la compañía y por eso me había me encantaba la camiseta.

No lo sé, nunca lo sabré.

Una vez ya cambiado miro la hora y son las 7:15 am, es temprano, pero igual voy a ir. No me gusta llegar tarde a ningún lado.

Mentira.

Bueno, no quería llegar tarde esta vez.

Tomo mi moto nuevamente y me dirijo a la casa de mi querida tía Kate.

Realmente no podía llamarlos tíos, tenemos una relación que no me lo permite.

Pasamos tantas cosas juntos, o mejor dicho me encubrieron en tantas cosas, que los veía como amigos y no como mis tíos.

Una vez ya en su casa, me adentro sin tocar el timbre.

-¡Llego la alegría del hogar!- exclame.

-No grites que está durmiendo Will- me chita Kate.

-Que amargados están.

-¿Amargada? Esta amargada es la que está organizando una cena con treinta minutos de anticipación- dice, indignada-. Espero que esa chica valga la pena.

-Lo vale- aseguré.

-Entonces si es por la hija de los Anderson- me miró con cara de loca.

Mierda, ya me había delatado.

Ya no había marcha atrás. No valía de nada negarlo.

-Sí, es por ella. Me comporte como un idiota, tengo que solucionarl0.




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