El precio de mi destino_ Saga Lazos Malditos

Capítulo 4. Juego y Mentira (Terminado)

La Orden en el último mes se movilizó sigilosamente en las sombras. Su propósito seguía siendo el mismo y con eso en mente deseaban acabar de una vez con la vida de Jack y de los miembros del reino de la luz. Su mundo había cambiado drásticamente desde la aparición de un conflicto que los marco enormemente como seres humanos, sumado a lo anterior, la gran catástrofe rompió cualquier tipo de relación que pudiera marcar una alianza para erradicar a Deterenium. Todos representaban una amenazaba sin importar el grado debían ser eliminados a cualquier costo.

Uno se reunió bajo tierra con los demás miembros. Era tiempo de actuar apartando de una vez por todas la reserva de ser descubiertos. El mundo los conocía y conocían muy de lo que eran capaces, se venían lucrado de su tecnología, sus desarrollos, además era bien sabía su influencia en las diferentes escalas de poder. Era hora de mostrar sus garras contra los enemigos de la humanidad y todo aquel que se pusiera en su contra.  Las órdenes fueron claras y al mismo tiempo desafiantes, a estas alturas no existía la palabra IMPOSIBLE y mucho menor DIFICIL, cada uno había vivido bajo sus propias reglas de juego en vez de haber asegurado la aniquilación de los miembros de ambos reinos antes que el despertar sucediera. El aura de su enemigo crecía con prisa y él, el líder de La Orden podía darse cuenta con solo cerrar sus ojos. Aquella ventaja se convirtió con el tiempo en su castigo, al tener que sentir a ese apocalíptico ser.

Conoció a Jack gracias a Adriane quien fácilmente accedió a sus caprichos con tal de llevarse a casa un poco más de dinero para satisfacer su alto estilo de vida. Cada uno de los detalles descubiertos, resultó de gran utilidad para llevar a cabo sus planes.  Lo poco que obtuvo causó gran revuelo en su interior, no pudiendo ocultar la emoción insaciable de matarlo a sangre fría sin piedad hasta satisfacer su alma hambrienta de sus pecados.

El escenario se tejía tras bambalinas, acercándose la hora de comenzar de una vez por todas, la batalla para proteger su mundo. Los números lejos de crecer bajo un objetivo de una manera u otro se consideraban seres superiores capaces de castigar a los de su misma especie sin límites. La muerte de Adriane fue una de muchas otras escondidas bajo la misma premisa. No había quien se le opusiera dentro de la misma organización ni mucho menos en el mundo. Su presencia estaba en todos lados y el alcance de su influencia hasta el día de hoy, seguirá siendo infinita.

El juego estaba listo, al igual que los jugadores. Por ello, Uno decidió dar el primer paso enviando a DeadGirl quien ocupaba la tercera posición dentro de La Orden y una de sus subordinadas más confiables. A pesar de esa apariencia infantil y débil. Era considerada una de las más fuertes y tenebrosas. Confiando en sus cualidades aceptó la misión, la cual consistía en ir aniquilar a los futuros herederos de la casa Blood, Arlon y Saiga quienes el próximo fin de semana tomarían el liderazgo, dejando a su madre Merline libre de aquella carga.

Aquella tarea, parecía haberle llegado en el mejor momento. Estaba aburrida y sus anteriores misiones en Nueva Zelanda no la complacieron como hubiese querido. Había llegado después de más de veinte horas de viaje, luego de haber realizado más de una docena de labores administrativas en la subsede de esa parte del mundo. No estaba de dispuesta a llenar estúpidos informes y definitivamente le haría saber a ese par el precio de su destino.

La casa Blood como segunda fuerza dentro de sus iguales, era temida. Los hijos de Merline habían heredado la mayor bendición de sus antecesores incluso de su madre. Ella estaba feliz de haber dado luz a unos seres capaces de elevar el estatus de su casa hasta la cúspide.  Ambos sin ningún tipo de distinción compartían el mismo nivel de fuerza y magia espiritual. Ellos representaban una excepción en comparación con los demás descendientes, su caso nunca antes se había visto y pese a que a ser gemelos fueron ratificados por su misma madre para liderar las fuerzas de la familia Blood con orgullo.

            DeadGirl había tenido la oportunidad de conocerlos unos años atrás cuando aún eran unos bebes. Estuvo a unos pocos centímetros de distancia y esa hubiese sido el mejor escenario para acabar con ellos, aunque hubiese estado en sus planes sus órdenes fueron dejarlos con vida.

            Tantos años de espera, resultaron en una cacería de brujas, su hambre foraz por acabar con ellos se fortaleció a medida que pasaban los años. Aquel par de gemelos serían su más grande trofeo después de todo, ambos ocupaban por poco el mismo lugar dentro de sus respectivos grupos. A pesar de estar en desventaja, número dos no le importaba tener que enfrentarse a dos combatientes al mismo tiempo, confiaba en sus habilidades y sus capacidades en batalla debido a la experiencia. En sus manos tenía ni más ni menos la mancha de haber matado a más de 500 personas. La sangre fría recorría sus venas insaciables de desesperación. Le encantaba tomar un poco de ella después de matar a sus víctimas. Esa apariencia de infantil no le hacía justica a su descabellada forma inhumana de acabar con sus enemigos. DeadGirl era simplemente una máquina creada por humanos para matar sin piedad a cualquiera que fuese su objetivo.




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