El precio de mi destino_ Saga Lazos Malditos

Capítulo 5. Mi perdición (Terminado)

           

En medio de las constantes discusiones en las que me vi envuelto con Therese los dos últimos días, decidí abandonar de una vez por toda la tenebrosidad de esa mansión. Caminé nuevamente sin rumbo por las calles de la ciudad que en muchas oportunidades fue testigo de mis tonterías y de mis excesos. Ahora egoístamente trataba de encontrarme a mí mismo, limitándome a ver desde la distancia los inmensos lujos que hasta hace poco disfrutaba gracias a mis padres. Con nostalgia vagué de un lado a otro, sintiéndome culpable, preguntándome en especial por mi madre. Tenía hambre y sin un solo dólar en el bolsillo, me vi forzado a ir a una casa de empeño y entregar mi reloj para tener un poco de dinero.

            Irónicamente me burlé de mi condición actual, especialmente de lo mal vendido de mi reloj, ese mismo que recibí de mi padre unos meses atrás como regalo de cumpleaños. Con menos de la mitad del valor en mi bolsillo, volví a tomar el transporte público. Miré en todas direcciones, esperando no encontrarme una vez más, a aquella señora de edad. Me alivié al no verla, luego de unos minutos bajé en el pleno centro de Hidden. Me dirigí inmediatamente a una tienda de ropa de segunda mano. Allí compré un atuendo más sencillo y menos llamativo. Si quería sobrevivir lejos de los ojos de mi familia, tenía que adaptarme a las circunstancias y abandonar los lujos a los que estaba acostumbrado.

            Respiré profundamente para darme ánimos para continuar. Los hoteles que iba con frecuencia no serían una opción si pretendía vivir lejos de casa el tiempo suficiente. Con suspicacia observé los hostales en el área, algunos en unas condiciones indeseables fueron descartados sin titubear. Quería huir no vivir como un pordiosero. Caminé un poco más y fui capaz de encontrar uno que se ajustara a mi presupuesto y demandas. Vaya que tuve que ceder en varias cosas, pero, antes que nada, me vi forzado a bajarle a mis pretensiones de niño rico.

            La habitación en sí, bastante modesta. Antes de decidir quedarme hice la prueba del colchón. Pude haber cedido en algunas otras cosas, pero no me quedaría allí una noche si debía dormir en un trozo de piedra. Efectivamente me tiré tan fuerte que la cama se vino abajo, el dueño quien al mismo tiempo estaba en la recepción vino rápidamente tocando a mi puerta al oír el ruido. Mi expresión al abrirle fue sola una, como imaginé me pidió de regreso las llaves, además me vi obligado a pagar el valor de la cama, la cual fue elevada drásticamente gracias a la ocasión.

            Pensativo, nuevamente deambule por las calles. Lejos de todo y de las personas que conocía por elección. Desde que puse al límite mis emociones, me percaté que estaba llegando al punto de perderme en este enorme laberinto. Me pregunté qué clase de futuro me esperaría al ser tomado por “ÉL”. Olvidaría a mis padres, la olvidaría a ella y también a Nath. Me perdería en su consciencia mientras empujaba la mía a lo más profundo de la suya. Las cosas a mi alrededor me preocupaban, haciéndome perder la cordura en algunos momentos. Nunca pude, no sé cómo llego hacerse tan estrecha la distancia que me mataba o sería mejor decir que me enterraba en las profundidades de mi propia desesperación.

            Antes que eso sucediera, me negué a seguir apartándola de mi lado. Preferí hablar con ella cara a cara, dejándole saber mis verdaderos pensamientos. Ella llegó personalmente por mí en menos de veinte minutos. Me sorprendí porque hubiese preferido ser recogido por su chofer que tenerla cerca de mí, cuando mi mente me engañaba haciéndome perder el control. Me quedé callado todo el camino a su casa, me recosté del lado de la puerta, quedándome dormido.

            El cansancio físico y mental lo tomaba todo. Cansado de lo absurdo y en casa de Nathalie hablo sinceramente con ella.

—Si tú supieras como me duele contemplar la posibilidad de olvidarte. Soy tal vez un loco porque pienso en esa posibilidad cuando en verdad extraño tus besos. No merezco este castigo, no puedo olvidarte, solo me pido una oportunidad para demostrarme a mí mismo que te amo. En vez de comparar esta relación con la de ella, todo de ti me recuerda a Mich por más que intenté dejarla ir, tú presencia me hace recordarla con mayor intensidad.

            Mi corazón no ha parado de latir por ese amor. Me conozco y nunca fui demasiado fuerte, pasaran más de mil años para que la olvidé. No deseo lastimarte Nath, pero si esto continúa, estaría causándonos el peor de los daños.




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