Adriana se sentía agobiada por la confusión y el desasosiego. La última cosa que quería era tener una conversación con Derek, sobre todo después de lo que había visto y sentido. Pero sus amigos, en un intento de "ayudar", decidieron que lo mejor sería encerrarlos juntos en un baño de la universidad.
—¡Vamos, chicos! ¡Esto será divertido! —exclamó uno de los amigos de Derek mientras la arrastraban.
—No, ¡déjenme en paz! —gritó ella, pero fue inútil. Sus amigos la empujaron hacia adentro, cerrando la puerta detrás de ellos con un clic que resonó ominosamente.
Derek, que había sido arrastrado junto a ella, no podía evitar sentir una mezcla de preocupación y diversión. El encierro no era lo que esperaba, pero sabía que sus amigos habían hecho esto con la mejor intención. Sin embargo, la tensión en el aire era palpable. Adriana se quedó en un rincón, tratando de mantener la distancia.
—¿Qué tal, Adri? —dijo Derek con una sonrisa nerviosa, pero ella no le respondió.
El ruido de las risas y los gritos de sus amigos afuera se desvaneció lentamente, dejando un silencio incómodo entre ellos. Adriana se sentía atrapada. La pequeña habitación, con sus azulejos fríos y el aire húmedo, parecía volverse más claustrofóbica a medida que el tiempo pasaba.
—¿Por qué no me miras? —preguntó Derek, dando un paso hacia ella, rompiendo la distancia que había entre ellos.
Adriana se cruzó de brazos, incapaz de dejar de pensar en la imagen de él con Valeria. La rabia y los celos la consumían.
—No quiero hablar contigo, Derek —dijo con voz firme, aunque su corazón latía con fuerza.
—Pero yo quiero hablar contigo. —Él se acercó un poco más, sus ojos intensos—. Estoy cansado de esta situación.
Ella sintió una chispa de desafío en su interior y decidió mantener su postura. Sin embargo, a medida que el silencio se instalaba, comenzó a sentir la tensión crecer. La forma en que él la miraba la hacía dudar, y aunque trataba de mantener su enojo, había una parte de ella que ansiaba estar cerca de él.
Derek, dándose cuenta de que la situación se estaba volviendo tensa, decidió cambiar de táctica. Se acercó un poco más, creando un espacio reducido entre ellos, casi como si el mundo exterior hubiera desaparecido.
—Adriana, por favor —susurró, su voz suave como un susurro, lleno de desesperación—. Solo dame una oportunidad para explicarme.
Adriana lo miró a los ojos y, en un momento de debilidad, sintió cómo sus defensas comenzaban a desmoronarse. Su corazón se aceleró al sentir que él la estaba buscando, deseando conectar con ella a un nivel más profundo.
El sonido de las risas afuera se desvaneció, y, en su lugar, un silencio denso llenó el aire. Adriana no sabía si lo que estaba sintiendo era confusión o deseo, pero su cuerpo comenzó a responder a la cercanía de Derek. Ella tragó saliva y dio un paso atrás, pero él la siguió, atrapándola en el rincón del baño.
—No quiero perderte —dijo Derek, con una sinceridad que la sorprendió. Sus palabras resonaban en su pecho, y, por un instante, el tiempo pareció detenerse.
El espacio entre ellos se volvió más pequeño, y Adriana, sintiendo la presión de la situación, cerró los ojos por un momento. Cuando los abrió, vio el deseo en la mirada de Derek. Era como si todo lo demás hubiera desaparecido.
En un impulso, sin poder resistirlo más, Adriana se acercó un poco, y antes de que pudiera pensarlo, sus labios se encontraron. El beso fue suave al principio, lleno de una mezcla de confusión y anhelo. Derek la tomó por la cintura, acercándola a él, y el mundo exterior se desvaneció por completo.
Las risas y gritos afuera se convirtieron en un eco distante, mientras sus cuerpos se movían al unísono, el deseo acumulándose entre ellos. Adriana sintió que todo lo que había estado reprimiendo se desbordaba; era como si todo el peso de sus preocupaciones se desvaneciera en ese instante.
—¿Adriana? —susurró Derek entre besos, sus manos acariciando su espalda suavemente.
Adriana no respondió con palabras, simplemente dejó que sus labios se encontraran de nuevo, sintiendo cómo su corazón se llenaba de algo que había estado buscando. El encierro en el baño se había convertido en un refugio, un espacio donde podían olvidarse de sus problemas, aunque fuera solo por un momento.
El beso se volvió más apasionado, cada uno explorando los límites del otro, mientras la tensión que había construido entre ellos durante semanas comenzaba a desvanecerse. Adriana se sintió viva, completamente sumergida en el momento, olvidando todo lo que la había atormentado.
Cuando finalmente se separaron, ambos respiraban con dificultad, y la sonrisa en el rostro de Derek era contagiosa. Adriana sintió que su corazón latía con fuerza, y aunque la realidad aún la esperaba fuera de esas cuatro paredes, en ese instante, solo existían ellos dos.
De repente, la puerta del baño se abrió bruscamente, y sus amigos, todavía riendo, entraron sin previo aviso. La risa se detuvo en seco al ver a Adriana y Derek en una posición comprometedora, pero para ellos, el momento ya no era importante. Adriana y Derek se miraron y, aunque algo incómodos, sabían que esa experiencia había cambiado las cosas entre ellos para siempre.
—¡Vaya, parece que se han divertido! —bromeó uno de los amigos, rompiendo la tensión en el aire.
Adriana se sonrojó, pero una sonrisa también se dibujó en su rostro. Esa chispa entre ellos estaba viva, y aunque sabían que tenían que enfrentar los problemas que aún existían, el mundo exterior parecía un poco menos aterrador.