El Precio de mi Secreto

Capítulo 25: El Cumpleaños de Derek

El bullicio de la noche ya se sentía desde la distancia mientras Adriana caminaba nerviosa por las calles. El vestido rojo que había elegido, uno de los pocos que tenía para ocasiones especiales, ondeaba al ritmo de su apresurado caminar. Se había escapado de casa, desafiando una vez más a sus padres, para asistir al cumpleaños de Derek. Era arriesgado, lo sabía, pero esta vez no podía perderse la celebración. No después de todo lo que había sucedido entre ellos.

No me creerían si les dijera que tengo algo importante —se dijo a sí misma mientras ajustaba el lazo de su vestido. Sabía que su padre montaría en cólera si la veía salir así, pero esta noche no se trataba de él. Se trataba de Derek, y de lo que empezaba a sentir por él.

Cuando llegó frente a la discoteca, el sonido de la música retumbaba desde adentro. Luces de neón brillaban sobre la entrada y grupos de jóvenes reían, hablando entre ellos antes de entrar. Adriana respiró hondo, intentando calmar sus nervios. No estaba acostumbrada a este tipo de eventos, y el simple hecho de que se había escabullido de su casa ya hacía que su corazón palpitara con fuerza.

Cuando entró, fue recibida por el vibrante estruendo de la música y el olor a perfume mezclado con el calor de los cuerpos bailando. Las luces parpadeaban, haciendo que todo se sintiera un poco irreal. Era como estar en otro mundo.

Buscó a Derek entre la multitud, nerviosa pero emocionada. Lo vio finalmente, en una mesa con sus amigos, riendo y disfrutando de la noche. Él irradiaba carisma, y su presencia llenaba la sala. Pero no fue el único que la vio. Tan pronto Adriana cruzó la puerta, muchas miradas se posaron sobre ella. Las chicas del círculo de Derek, aquellas que siempre se habían sentido intocables, la miraron con desdén, sus ojos destellando con celos cuando la vieron acercarse con su vestido rojo.

Derek la notó inmediatamente. En cuanto sus ojos se encontraron, una sonrisa amplia y sincera se dibujó en su rostro. Se levantó rápidamente de su asiento, ignorando las conversaciones a su alrededor y las miradas curiosas de sus amigos. Caminó hacia ella, su andar seguro y decidido, como si todo lo demás hubiera dejado de importar.

¡Adriana! —exclamó cuando llegó a su lado, sin poder apartar la mirada de ella—. Te ves increíble.

Adriana sintió el rubor subir por sus mejillas, pero se permitió sonreír tímidamente.

No podía perderme tu cumpleaños —respondió ella, tratando de mantener la calma, aunque su corazón latía a mil por hora.

Derek no dijo nada más. En lugar de eso, tomó su mano con delicadeza y la guió hacia la mesa donde estaban sus amigos. Las chicas, claramente incómodas con la situación, intercambiaban miradas entre ellas, murmurando en voz baja. Los celos en sus ojos eran innegables. Algunas habían intentado captar la atención de Derek durante meses, y ahora lo veían completamente embelesado por Adriana.

Adriana, estos son mis amigos —dijo Derek, haciendo las presentaciones. Algunos la miraron con curiosidad, mientras que otros, particularmente las chicas, apenas pudieron disimular su incomodidad.

Una de ellas, Valeria, la exnovia de Derek, quien había estado presente en la cena anterior, se acercó con una copa en la mano, su rostro esculpido en una sonrisa fingida.

Vaya, Derek, parece que traes una... sorpresa esta noche —dijo Valeria, sus ojos clavándose en Adriana de una manera calculadora.

Adriana sintió la tensión en el aire. Valeria era hermosa, una de esas chicas que siempre parecía tener el control de todo, y su manera de mirarla dejaba claro que no le agradaba para nada. Pero antes de que Adriana pudiera responder, Derek interrumpió.

No te metas, Valeria —dijo con firmeza, tomando la mano de Adriana aún más fuerte—. Estoy feliz de que ella esté aquí.

Adriana notó cómo los ojos de Valeria chispearon de molestia, pero decidió no decir nada. El simple hecho de estar allí, de ser la chica a la que Derek estaba mirando con tanto cariño, ya era suficiente.

Mientras la noche avanzaba, la música continuaba llenando la pista de baile y los amigos de Derek seguían celebrando. Adriana se sentía cada vez más integrada en el ambiente, pero al mismo tiempo, no podía evitar notar las miradas constantes de las otras chicas, en especial de Valeria.

—¿Quieres bailar? —preguntó Derek, inclinándose hacia ella para que pudiera escucharle por encima del estruendo de la música.

Adriana vaciló por un segundo, no acostumbrada a bailar en lugares tan llenos, pero la forma en que él la miraba la hizo sentir segura. Asintió con una sonrisa.

Derek la llevó al centro de la pista, y cuando comenzaron a moverse al ritmo de la música, todo el resto del mundo pareció desvanecerse. Adriana olvidó sus preocupaciones, olvidó las miradas de los demás, olvidó incluso los problemas que tenía en casa. Era solo ella y Derek, y el calor de sus cuerpos moviéndose juntos.

Me alegra tanto que hayas venido —le susurró él al oído, su aliento cálido contra su piel.

Adriana sonrió y cerró los ojos por un momento, permitiéndose disfrutar del momento. Se sentía viva, deseada y especial, como nunca antes. Las manos de Derek la sostenían con firmeza, pero al mismo tiempo, con una delicadeza que la hacía sentir segura.

Después de lo que parecieron horas bailando, Derek la apartó suavemente del centro de la pista y la guió hacia una zona más tranquila, lejos del ruido y las miradas curiosas.

Necesitaba un poco de aire —dijo él, sonriendo mientras se recostaba contra una pared—. Y también necesitaba un momento a solas contigo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.