El Precio de mi Secreto

Capítulo 26: Bajo las Estrellas de la Noche

La discoteca estaba a reventar, las luces de colores bañaban el lugar con destellos vibrantes y la música retumbaba con fuerza en el pecho de todos los presentes. Adriana sentía que estaba en otro mundo, un lugar donde las reglas y los temores no existían. Sabía que había hecho algo peligroso al escapar de casa para asistir al cumpleaños de Derek, pero algo en su interior le decía que esta noche sería especial, que valía la pena cada riesgo.

Su vestido rojo abrazaba sus curvas con delicadeza, brillando bajo las luces de la discoteca, y su cabello caía en suaves ondas por su espalda. Al cruzar la puerta, sintió como todas las miradas se posaban en ella, pero la única que realmente importaba era la de Derek. Él estaba esperándola junto a sus amigos, su sonrisa ancha y sus ojos recorriéndola de arriba a abajo con una intensidad que le hizo perder el aliento.

Pensé que no vendrías —dijo él acercándose, con esa sonrisa traviesa que tanto le gustaba.

No podía perderme tu cumpleaños —respondió ella, tratando de sonar casual aunque su corazón latía a mil por hora.

Derek se inclinó hacia ella, lo suficiente como para que sus rostros estuvieran peligrosamente cerca.

Te ves increíble, Adriana. —Su voz era suave, pero cargada de emoción.

Adriana sintió el calor subir por su cuello, su cuerpo reaccionaba a cada palabra, cada mirada de Derek. Este chico había logrado desestabilizarla desde el primer momento en que lo conoció, y esta noche no era la excepción.

Vamos, brindemos por ti —dijo ella, tratando de recuperar la compostura.

Ambos se unieron al grupo, donde todos reían y charlaban despreocupadamente. Los amigos de Derek ya estaban algo bebidos, pero la atmósfera era divertida. Le extendieron un vaso a Adriana, y aunque ella no era de las que bebían, esta vez decidió tomar un trago. El licor bajó con ardor por su garganta, y casi de inmediato sintió cómo una calidez agradable se esparcía por su cuerpo.

¿No te pasará nada por estar aquí? —preguntó Derek con una ceja levantada, aunque una sonrisa divertida curvaba sus labios.

Adriana se encogió de hombros, pero en el fondo, la adrenalina la consumía. Sabía que había hecho algo peligroso al salir sin permiso, pero estar allí, con Derek mirándola de esa manera, lo hacía parecer lo correcto.

Esta noche no quiero pensar en eso —dijo, y para su sorpresa, se acercó un poco más a él.

Derek la miró durante unos segundos, sus ojos chispeando de algo más que diversión, como si hubiera estado esperando que ella diera ese paso. Sin decir nada más, la tomó suavemente de la mano y la guió hacia la pista de baile, donde las luces parpadeaban al ritmo de la música.

Baila conmigo —susurró él en su oído, tan cerca que Adriana sintió un escalofrío recorrer su columna.

La música los envolvía, el bajo vibrante resonaba a través de sus cuerpos mientras comenzaban a moverse. Al principio, Adriana intentaba mantener la distancia, pero pronto se dio cuenta de que todo lo que quería era sentir a Derek más cerca. Él, notando su entrega, colocó sus manos firmemente en su cintura, atrayéndola hacia él hasta que no quedaba espacio entre ellos.

Sus cuerpos se movían juntos, sincronizados, como si el mundo alrededor de ellos hubiera desaparecido. Adriana sentía el calor de Derek, su respiración entrecortada cada vez que se rozaban, y la sensación era embriagante. No sabía si era el licor o la conexión que sentía con él, pero todo en esa noche parecía arder de una manera diferente.

Adriana... —susurró Derek, bajando la cabeza para que sus labios casi rozaran su oído—. Eres tan hermosa.

Su voz la envolvió, haciéndola sentir un torrente de emociones que nunca había experimentado antes. Levantó la mirada hacia él, sus ojos oscuros reflejando las luces intermitentes del lugar, y en ese momento todo pareció detenerse.

Derek bajó la cabeza, su respiración se entremezclaba con la de Adriana. El espacio entre ellos se redujo hasta que sus labios estuvieron a centímetros de distancia. Adriana podía sentir el calor que emanaba de él, su corazón latiendo desbocado dentro de su pecho, pero antes de que pudiera decir algo, Derek la besó.

Fue un beso suave al principio, como una pregunta que Adriana respondió sin dudarlo, entregándose completamente. La intensidad creció rápidamente, como si ambos hubieran estado conteniendo ese momento por demasiado tiempo. El beso se volvió más profundo, más urgente, y Adriana sintió que el mundo entero se desmoronaba bajo sus pies. Todo lo que existía era Derek y la manera en que sus labios se movían contra los suyos, el calor de su cuerpo, y el latido acelerado de sus corazones.

Cuando finalmente se separaron, ambos respiraban con dificultad, y Derek la miró como si hubiera descubierto algo completamente nuevo en ella.

No sabes cuánto he deseado esto —susurró él, su frente apoyada en la de Adriana.

Yo tampoco lo sabía —admitió ella, su voz temblorosa por las emociones.

El momento fue interrumpido cuando uno de los amigos de Derek apareció riendo, interponiéndose entre ellos con un vaso en la mano.

¡Derek! ¡Es tu cumpleaños! ¡No puedes pasar la noche besuqueándote! —gritó el amigo, tirando de Derek hacia el grupo.

Adriana rió, tratando de ocultar el calor en sus mejillas. Derek le guiñó un ojo antes de seguir a su amigo, pero la chispa entre ellos seguía ardiendo, palpable en el aire.




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