Aún no eran las 9 de la mañana y Bruce y Rebecca ya estaban esperando para la reunión con Evelyn. La supervisora llegó con puntualidad y los invitó a sentarse en la sala de reuniones de Teison. Sobre la mesa, había una serie de documentos y un informe actualizado del estado del proyecto.
—Bien —comenzó Evelyn mientras entrelazaba sus manos sobre la mesa—. Como ya saben, los inversores han dado luz verde a la siguiente fase del desarrollo. Esto significa que a partir de hoy contaremos con dos técnicos de apoyo para las pruebas, y en un plazo de dos semanas recibiremos el nuevo equipamiento que solicitaron.
Rebecca asintió, satisfecha con la noticia.
—Eso es excelente —dijo—. Cuanto antes podamos avanzar, mejor.
—Así es —continuó Evelyn—. Sin embargo, antes de continuar con el proyecto, hay un tema más que necesitamos discutir. Los inversores han solicitado que firmen unos documentos previos a la continuación del proyecto. Son condiciones que quieren establecer para garantizar que los recursos sean bien utilizados y que el proyecto avance en los plazos establecidos.
Bruce tomó uno de los documentos y comenzó a leerlo por encima. Al avanzar en la lectura, su expresión cambió drásticamente. Frunció el ceño y dejó el papel sobre la mesa con un golpe seco.
—¿Qué es esto? —preguntó, con evidente molestia—. Aquí dice que si no entregamos resultados favorables en un mes, cambiarán al equipo desarrollador del proyecto. Es decir, nos echarán. Nos reemplazarán en nuestra propia investigación. Y lo peor de todo, sin importar si el avance es significativo o no.
Rebecca tomó el documento y lo leyó con rapidez. Su mirada se oscureció.
—Bruce tiene razón —dijo con seriedad—. Este proyecto es suyo desde el inicio. Esto es completamente injusto.
Evelyn suspiró, manteniendo la calma.
—Entiendo su frustración —dijo con tono conciliador—, pero deben ponerse en el lugar de los inversores. Están financiando un proyecto de gran envergadura sin garantías de éxito. Necesitan seguridad de que el dinero invertido generará beneficios.
—¿Beneficios? —Rebecca apretó la mandíbula—. Esto no es solo un negocio. Estamos hablando de avances científicos que pueden cambiar la vida de millones de personas. No podemos apresurar los resultados solo porque quieren recuperar su inversión cuanto antes.
Bruce apoyó los codos sobre la mesa y se frotó la sien, tratando de calmarse.
—No voy a aceptar esto —dijo finalmente—. No voy a firmar algo que me quite el control de mi propio trabajo.
Evelyn mantuvo su mirada en él, con una expresión paciente.
—Bruce, escúchame. No digo que estén obligados a firmar sin discutirlo, pero esta es la única manera de que los inversores continúen financiando el proyecto. Si se niegan, podríamos perderlo todo ahora mismo.
Rebecca intercambió una mirada con Bruce, comprendiendo la gravedad de la situación. Sabía que ceder a las exigencias de los inversores no era lo ideal, pero tampoco podían permitirse perderlo todo en este punto.
—Podemos negociar los términos —propuso finalmente—. No nos negamos a la supervisión, pero un mes es un plazo absurdo. Necesitamos más tiempo y condiciones más justas.
Evelyn asintió, como si ya hubiera esperado esa respuesta.
—Déjenme hablar con ellos —dijo—. No prometo nada, pero intentaré conseguir mejores condiciones. Mientras tanto, sigan trabajando. Demuéstrenles que este proyecto vale la pena.
Bruce apretó los labios, sin estar completamente convencido, pero asintió.
—De acuerdo. Pero no firmaremos nada hasta que las condiciones sean justas.
Evelyn se levantó de la mesa, dándoles una última mirada.
—Mañana les traeré una respuesta. Hagan lo que mejor saben hacer: avanzar con la investigación y dar resultados.
Con eso, la reunión terminó y Bruce y Rebecca se dirigieron al laboratorio. Aún estaban molestos, pero sabían que tenían que mantenerse enfocados si querían salir adelante.
Frente a la puerta del laboratorio, dos personas esperaban con credenciales colgadas al cuello.
—Parece que esos son nuestros técnicos —susurró Bruce.
Rebecca asintió y se acercaron a saludarlos.
—Buenos días —dijo la mujer, una joven de cabello corto y oscuro con una expresión entusiasta—. Soy Olivia Bennet.
El otro técnico, un hombre alto con gafas y actitud reservada, habló después.
—Thomas Reed. Es un placer.
Rebecca les estrechó la mano mientras Bruce hacía lo mismo.
—Soy Bruce Carter, y ella es Rebecca Blanc. Bienvenidos al equipo.
Olivia sonrió y miró el laboratorio detrás de ellos con emoción.
—Nos dijeron que este proyecto tiene un potencial increíble.
Bruce asintió.
—Así es. Pero antes de empezar, les explicaremos en qué consiste todo.
Entraron al laboratorio y se reunieron alrededor de una mesa con hologramas proyectados en el centro. Bruce y Rebecca les explicaron desde los fundamentos de la investigación hasta los avances que ya habían logrado.