El precio de tu amor

Capítulo I ¿ Sabes cuántas personas desearían nuestro apellido?

•>CAPITULO UNO<•>

Somos energía que se gasta y se recarga cada día ,que se consume y se renueva,que evoluciona y se convierte en materia.

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Narrador
Anya McCarthy

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Genuinamente, los delgados rayos del sol se sucumben en una entrada a través del platinado velo vacilante de mi ventanal, estos mismos terminan su trayecto en mi pálido rostro, una chica promedio de dieciocho años. Este antes mencionado ya se oscila aplastado por las grandes almohadas acojinadas en mis ligeras facciones conjuntamente con un grupo de cabellos castaños libertinos.
 


 

Suelto un leve quejido antes de descifrar con la palma de mi mano la ubicación correcta de la calida colcha y así terminar de cubrir el resto de mi cuerpo. Detesto los lunes, por lo tanto este día será odioso.

En un aspecto balanceado, ya que desde este inicio de semana prosperan las vacaciones de otoño.
A mi edad la mayoría de las chicas ya conservan medallas olímpicas en algún deporte mundial, otras son sumamente famosas en el ámbito musical, o quizás  teatralmente; y después estoy yo, una principiante universitaria proveniente de una familia prestigiosa, abandonada en el olvido por mis dos hermanos mayores Seline McCarthy y Drystan McCarthy.

Mi familia es mundialmente conocida por dos imponentes razones, mis padres son dueños de más de diez empresas fundadoras de hospitales, entre tanto Seline actualmente es la célebre actriz más cotizada del momento, trabajando con los mejores actores de todo América, tanto es su avance que contiene su estrella en el paseo de la fama, Hollywood. Además de ser generalizada como la ganadora de tres globos de oro a mejor actriz de nuestra era, debo aceptar que la mayoría del tiempo nuestro hogar se encuentra invadido de paparazzi hasta tal punto de no permitirme dormir con sus ruidosas cámaras. La seguridad funciona, pero los ruidos fastidiosos de sus admiradores, nadie es capaz de detenerlos. Gracias a esto, el reconocimiento de la familia Hawthorne McCarthy se elevó mucho en los últimos años.

En conclusión, mi hermano mayor Drystan Hawthorne McCarthy a sus veinticinco años conserva una amplia línea de autos limitados, es dueño de siete empresas de economía mundial rigiéndose en territorios dispersos a lo largo del Reino Unido, y por supuesto es el heredero de industrias M'C por obvias razones, por añadidura es el supervisor de llevar a cabo el orden de los ingresos de la empresa a lado de mi padre, muy pronto suponiendo dentro de cuatro meses toda la agencia principal, la cual gobierna sobre las nueve restantes, pasara a la gran responsabilidad de Drystan convirtiéndose así en el CEO de la M'C, y en el responsable del patrimonio de la familia.

—Niña,niña, hey!—un brazo zarandea mi cuerpo con la intención de hacerme reaccionar.

—Buenos días, felino —burlescamente mi hermana McCarthy, se retira de mi cercanía para aislar por completo los cortineros y así permitir el paso de la colosal mañana que ya se esmera por presentarse.

—Ahora, que quieres!?— indagó mientras inicio a tañar mis ojos con mis nudillos para despertar mi visibilidad.

¡—Hoy es el gran día —se detiene con una sonrisa de malicia en su rostro esperando mi respuesta, tal contestación nunca llego, puesto que no sostengo ni la menor idea de lo que está articulando —En serio Anya! Tienes una pésima memoria— bufo acercándose en dos pasos hasta saltar sobre mi desordenada cama, produciendo un alboroto. Tanto que mi pequeña mascota, un Husky de tan solo dos meses salió disparado por los aires.—Hoy es el día de nuestro compromiso, los hermanos Oxbridge nos estarán esperando en su gran mansión en los Ángeles—

¡—Claro!! Como olvidarlo llevas repitiéndolo desde el mes pasado—exprese sin importancia, a la vez que colocaba un par de calcetines blancos sobre mi calzado, dirigiéndome lentamente con tanta pereza que solo transcurso arrastrando ambos de mis pies, hasta finalmente llegar al cuarto de baño y cerrar la puerta de un solo golpe, dejando a mi hermana en el lado opuesto de la pieza del la ducha.

—No sientes ni una sola pizca de emoción saliendo de ese cerebro de maní — preguntó con curiosidad, la chica rubia, acercándose al gran armario de su menor hermana, con una operación de picardía al saber cuál será la próxima prenda que le pedirá prestada, aclarando que ese prestamos ya no sostendrá un regreso fijo.

—Nuestros padres arreglaron los matrimonios desde hace dos años—respondí.—Estás segura de que seremos felices, lo único que sabemos de ellos, son sus nombres y la cantidad de ceros a la derecha que coexisten en sus herencias —realicé una mueca de disgusto sobre mis labios, a la vez que miraba mi rostro sobre el colosal tocador.

— Querida Anya el dinero es el comprador crucial del amor —La chica pelirrubia, tomo sin importancia una sudadera ocre de su hermana McCarthy.— Sabes cuantas chicas de la sociedad desearían tener nuestro apellido, no solo eso, sabes cuantas personas anhelan estar cerca de los hermanos Oxbridge— expuso con cierta elocuencia en la tonalidad de su voz.

— Esas chicas poseen algo que nosotras no! —escupí el enjuague de la pasta de dientes en el lavatorio para culminar así con mi cepillado.

—Casas pequeñas, autos del siglo pasado, o por supuesto, asisten a escuelas públicas— bromea.

Mi mano se posiciona progresivamente sobre la perilla de la puerta, para eficazmente tirar de ella y enfrentar así el rostro de mi hermana mayor, que ya se encuentra divertidamente expresivo.

— Libertad—Terminó.

—Siempre fuiste la oveja rara de la familia — sus brazos comienzan ajustarse a la chaqueta elegante de Anya—Tarde o temprano deberás aceptar tus ideales—

—Y si talvez, son hombres que solo les interese colmar la mujer de hijos, para después ser infiel a la siguiente noche —insisto moviendo mis brazos con duda, recostada boca abajo de mi cama observando como mi hermana analiza con fascinación mi closet similar a si estuvieran en una boutique de compra en línea, algo que ya es normal de ella.




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