El Precio de tu Perdon

Capitulo 3

Narrador Omnisciente

Ambar llegó a casa con el cuerpo pesado y la mente cargada de emociones contradictorias. Había sido un día agotador, y el inesperado reencuentro con Axel durante la presentación solo había añadido más caos a su mundo ya revuelto. Se dejó caer en el sofá de su pequeño pero acogedor apartamento, cerrando los ojos por un momento, tratando de calmar su respiración.

Todo lo que había logrado en los últimos meses parecía desmoronarse con su sola presencia. "No voy a caer de nuevo", se dijo a sí misma, aunque sabía que en lo más profundo de su corazón, aún había emociones sin resolver. Axel había tenido ese efecto sobre ella desde el principio, y ahora, con todo lo que había sucedido, era difícil simplemente ignorarlo. Se llevó la mano al vientre y acarició suavemente su barriga, como si eso la ayudara a mantenerse conectada a la realidad. "Esto es lo que importa", murmuró.

Justo cuando intentaba poner en orden sus pensamientos, su teléfono vibró. Era un mensaje de Kate. "¿Café esta tarde? Necesito despejarme después del trabajo", leyó. Sonrió, agradecida por la distracción. Si alguien sabía cómo sacarla de ese torbellino emocional, era Kate.

Una hora más tarde, Ambar se encontraba en el acogedor departamento de su amiga. El aroma a café recién hecho inundaba el ambiente, y el hijo de Kate, un niño encantador de cinco años, jugaba tranquilamente en el rincón con unos bloques de colores. "Estás más callada de lo normal", comentó Kate mientras le pasaba una taza de café. "¿Mal día en la oficina?"

Ambar tomó un sorbo de su café antes de contestar. "Algo así... Tuvimos una presentación importante hoy, con los inversionistas."

Kate arqueó una ceja, interesada. "¿Y qué tal? ¿Estaban todos esos tipos trajeados que parecen salidos de una película?"

Ambar dejó escapar una risa suave. "Sí, algo así. Fue... interesante."

Kate sonrió, detectando el tono evasivo de su amiga. "Vamos, ¿quién era el galán del día? Siempre hay uno que destaca."

Ambar trató de no pensar en Axel, pero sus pensamientos la traicionaron. "Bueno, había uno en particular que, digamos, no pasó desapercibido."

"Ah, ya veo. ¿Alto, misterioso y con ese aire de ‘sé exactamente lo que estoy haciendo’?"

Ambar dejó la taza sobre la mesa y suspiró. "Más o menos... Aunque este en especial es alguien que preferiría no haber visto."

Kate frunció el ceño. "¿Alguien del pasado?"

Ambar asintió, mordiéndose el labio. No quería entrar en demasiados detalles, pero Kate siempre había sido su confidente. "Axel estaba allí."

Los ojos de Kate se agrandaron. "¿Axel? ¿Tu Axel? ¿El mismo Axel que no has dejado de mencionar en los últimos meses por sus continuos mensajes?"

Ambar asintió de nuevo. "El mismo. Y sigue siendo tan persistente como siempre."

Kate dejó escapar un silbido. "¡Vaya! Eso sí que no me lo esperaba. ¿Y cómo fue? Digo, ¿qué pasó?"

Ambar se quedó en silencio por un momento, recordando los momentos tensos de la reunión. "Nada, realmente. Fue profesional. Lo más profesional posible, al menos... Pero verlo ahí, tan seguro de sí mismo, fue... difícil."

Kate se inclinó hacia adelante, con una expresión comprensiva. "Bueno, claro que fue difícil. No es como si lo hubieras superado completamente. Y él obviamente no ha terminado contigo."

Ambar negó con la cabeza. "No lo sé, Kate. Me duele que después de todo lo que hizo, siga actuando como si pudiera arreglarlo todo con una simple charla."

Kate sonrió con un gesto cómplice. "Quizás no sea una simple charla lo que tiene en mente, Ambar. Tal vez quiera algo más... tangible."

Ambar rodó los ojos, aunque una pequeña sonrisa se formó en sus labios. "No le voy a dar esa satisfacción."

La conversación derivó hacia temas más ligeros, como el trabajo de Kate. "Por cierto, ¿cómo te fue en tu primera semana en la oficina? No he tenido tiempo de preguntarte."

Kate se animó al instante. "Ha sido todo un reto, pero siento que lo estoy manejando bien. Gracias otra vez por la recomendación, Ambar. Me diste una oportunidad que realmente necesitaba."

Ambar sonrió con sinceridad. "Me alegra que todo esté yendo bien. Sabía que serías perfecta para el puesto."

"Bueno, no sé si perfecta, pero estoy haciendo lo mejor que puedo. Es un alivio tener la guardería en el edificio, eso sí. Me da paz saber que mi pequeño está bien cuidado mientras trabajo."

El niño, ajeno a la conversación de las dos mujeres, seguía jugando tranquilamente. Ambar lo miró con cariño. "Está creciendo tan rápido... Y es tan educado. Lo estás haciendo genial, Kate."

Kate le devolvió la sonrisa. "Gracias. Hago lo que puedo. A veces no es fácil, pero cada pequeño logro, como este trabajo, me recuerda que estoy en el camino correcto."

Ambar la observó por un momento, admirando la fuerza y la determinación de su amiga. Era un recordatorio de que, a pesar de las dificultades, siempre había una manera de salir adelante.

Ambar y Kate salieron de la cafeteria después de una tarde reconfortante. Mientras caminaban hacia la salida, Ambar notó un cambio en el ambiente del edificio. El portero, don Ernesto, estaba de pie junto a la entrada, revisando algunos papeles. Al ver a las chicas, les sonrió y levantó la vista.

"¡Buenas noches, señoritas!" saludó con calidez. "Qué tarde tan agradable hemos tenido hoy, ¿verdad?"

Kate asintió con una sonrisa. "Sí, la verdad que sí. Y espero que no te importe, pero escuché que alguien compró el departamento que estaba vacío."

Don Ernesto asintió, ajustando su gorra. "Así es. Hoy llegó la noticia. Los nuevos propietarios estarán moviéndose en la mañana. Es un joven empresario, al parecer, bastante exitoso."

Ambar sintió un pequeño nudo en el estómago al escuchar la descripción, pero trató de mantener la calma. "¿Un joven empresario? Eso suena interesante."

"Sí, parece que se mudará mañana. Estaremos conociéndolo pronto," dijo Ernesto, antes de añadir con una sonrisa, "y si es tan exitoso como dicen, tal vez podrías conocerlo en el futuro."




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