El Precio de tu Perdon

Capitulo 9

Ambar

Era un día más en la oficina, con el equipo trabajando en los últimos detalles para el gran proyecto del complejo vacacional. Estábamos reunidos en la sala de juntas cuando Dave entró con una sonrisa en el rostro.

—Bueno, equipo —dijo con entusiasmo mientras todos volteaban a mirarlo—, tenemos buenas noticias. El proyecto Mystikós está listo para la siguiente fase, y nos vamos de viaje a supervisar el progreso. Será un viaje de tres días para asegurarnos de que todo esté funcionando como debe ser.

Las miradas emocionadas y los susurros de emoción llenaron la sala. Sabía que el viaje significaba mucho para la empresa, pero para mí, también significaba estar más cerca de Axel. Él estaba sentado al otro lado de la mesa, y nuestros ojos se cruzaron por un breve momento antes de que desviara la mirada. Desde que habíamos acordado la lista de deseos, las cosas entre nosotros eran... tensas, pero de esa manera en la que ambos disfrutábamos poner al otro a prueba.

—El equipo seleccionado será pequeño pero eficiente —continuó Dave—. Axel, Ambar, Ethan, Valeria, y Bianca irán conmigo. Será una excelente oportunidad para reforzar la colaboración entre áreas.

Durante el resto del día, las interacciones con los compañeros comenzaron a cambiar. Valeria, una de las nuevas integrantes del equipo de marketing, me guiñó un ojo y sonrió en varias ocasiones, mientras Ethan, que trabajaba en finanzas, no perdía oportunidad para hacer comentarios graciosos y coquetos.

—No me acostumbro a trabajar con una mujer tan hermosa como tú, Ambar. Será mejor que me prepares para el viaje —comentó Ethan, con una sonrisa juguetona que me hizo rodar los ojos, aunque no pude evitar reírme.

Cada comentario que recibía, cada mirada, sentía la presión en el ambiente. Sabía que Axel lo notaba. Lo veía cada vez que alguien se acercaba demasiado a mí. Él apretaba la mandíbula, sus ojos se oscurecían y sus manos se cerraban en puños. Lo disfrutaba, sabía lo mucho que le costaba controlar sus celos.

En un momento, mientras revisaba unos documentos con Valeria, Axel pasó por detrás de mí, rozándome levemente y susurrando:

—No juegues con fuego, Ambar.

El día en la oficina continuó con ese ambiente, hasta que finalmente llegó la hora de irnos a casa. Axel insistió en llevarme, como lo hacía últimamente, y aunque intenté decir que no, sabía que era una batalla perdida. Al subir al coche, el silencio entre nosotros era denso, cargado de tensión. Sabía que Axel estaba al borde de estallar, y disfrutaba llevarlo al límite.

Llegamos al departamento y cuando la puerta del coche se cerró tras de mí, Axel no aguantó más.

—¡No puedo más con esto, Ambar! —exclamó con frustración—. ¿Vas a pretender que no te das cuenta de lo que está pasando? Todos esos idiotas no quitan los ojos de encima de ti, y tú... ¡tú lo disfrutas!

Me crucé de brazos, levantando una ceja con una sonrisa sarcástica en el rostro.

—¿Y qué? —dije con frialdad—. No tienes derecho a reclamarme nada. Tú me dejaste. ¿Recuerdas? Ahora no puedes venir a hacerte el posesivo.

—¡Claro que tengo derecho! —respondió con una mezcla de rabia y desesperación—. ¡Eres la madre de mi hijo, Ambar! Y tú eres... tú eres mía.

Su tono era áspero, su mirada intensa, y noté cómo la frustración lo consumía. Pero en lugar de ceder, decidí aprovechar la situación. Sabía lo que estaba haciendo, y disfrutaba verlo perder el control.

—Axel, no eres dueño de mí. Y si quieres siquiera pensar en tener otra oportunidad, entonces tendrás que cumplir con lo que te pedí —dije acercándome, con una sonrisa desafiante—. Mi primer deseo... quiero mi espacio. Si vas a estar cerca de mí, más te vale aprender a controlar tus celos, porque de lo contrario, ni siquiera habrá una segunda oportunidad.

Lo miré directamente a los ojos, desafiándolo. Axel respiró hondo, sus puños aún tensos, pero sabía que no tenía opción. Si quería ganarse mi perdón, tendría que seguir mis reglas.

—Está bien —dijo entre dientes—, pero no pienses que voy a dejar de protegerte. No dejaré que nadie te aleje de mí ni de nuestro hijo.

***

El avión aterrizó suavemente en la pista de la pequeña isla, y desde el momento en que puse un pie en tierra firme, sentí el cambio de atmósfera. La brisa tropical acariciaba mi piel, mientras las palmeras se mecían con el viento. El lugar era todo lo que Dave había prometido: paradisíaco.

—Bienvenidos al proyecto más importante de nuestra empresa —anunció Dave con entusiasmo—. A partir de hoy, tenemos tres días para asegurarnos de que todo esté en perfecto orden.

Axel, que había estado caminando a mi lado, se mantuvo en silencio. Podía sentir la tensión en cada paso que daba, como si estuviera luchando contra sí mismo para cumplir con lo que me había prometido. Pero yo estaba disfrutando ese control que tenía sobre él. Lo veía en su rostro cada vez que alguien más me dirigía la palabra.

—¡Ambar! —llamó Bianca, una joven arquitecta con quien había congeniado rápidamente—. ¿Te unes a nosotros en la revisión de la zona de bungalows? Será divertido.

—Claro, suena interesante —le respondí, mientras notaba cómo Axel endurecía la mandíbula. No dijo nada, pero su mirada decía mucho.

Durante el recorrido, vi cómo Axel seguía tratando de mantener su distancia, pero sabía que estaba al borde de perder el control. Fue entonces cuando decidí lanzar mi segundo deseo.

—Axel, quiero decirte cuál es mi segundo deseo —dije en voz baja mientras nos quedábamos un poco atrás del grupo.

—Dime, lo que sea —respondió con seriedad, aunque claramente ya estaba irritado por todo el día.

Sonreí y lo miré directamente a los ojos.

—Quiero que pases un día completo sin hablarme, sin mirarme, sin reclamarme nada. Quiero que respetes mi espacio, completamente.

Axel apretó los puños. Podía ver la lucha interna en su rostro. Sabía que eso lo pondría en apuros, porque era todo lo contrario a su naturaleza posesiva y protectora. Pero, si realmente estaba dispuesto a recuperarme, tendría que seguir mis reglas.




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