El Precio de tu Perdon

Capitulo 13

Axel

Dejé a Ambar dormida en la habitación, su respiración suave marcaba el ritmo del silencio en la oscuridad. Me quedé mirándola un momento más, incapaz de apartar la vista de su rostro relajado. Parecía tan vulnerable, tan perfecta. Y yo... aún no podía creer que en pocos meses sería padre. Salí de la habitación en silencio, cerrando la puerta con cuidado, dejando atrás la paz momentánea que ella me brindaba.

Caminé por el pasillo, sumido en mis pensamientos. El aire frío de la noche me despejó un poco la cabeza, pero no lo suficiente para sacarme de este torbellino de emociones. Yo, Axel King, el hombre que siempre lo tuvo todo bajo control, ahora me encontraba peleando por una segunda oportunidad con la única mujer que me había importado de verdad.

"¿Qué demonios me pasó?", pensé, pasando una mano por el cabello. No era el hombre que solía ser. Antes, lo único que me preocupaba era cerrar negocios, disfrutar de mi libertad, y, bueno, aprovechar el hecho de que las mujeres siempre caían rendidas a mis pies. Pero con Ambar... todo eso cambió.

Mientras caminaba, mis pensamientos se entrelazaban entre lo que perdí y lo que aún podía ganar. Me detuve cerca de una terraza, el sonido del mar rompiendo en la orilla me calmaba. Cerré los ojos por un segundo, pero mi momento de paz fue interrumpido por una voz detrás de mí.

—Pensé que te encontraría aquí —dijo Dave, acercándose con una botella en la mano, sonriendo como si supiera algo que yo no.

Giré la cabeza, arqueando una ceja.

—¿No estás borracho todavía? —respondí, intentando sonar más casual de lo que me sentía.

—Dejé de beber antes de que fuera demasiado tarde. No quería dar lástima mañana por la resaca —contestó, colocándose a mi lado y mirando el horizonte.

Nos quedamos en silencio por un momento, observando el océano bajo la fría luz de la luna.

—Sé por qué viniste, Axel —dijo finalmente, rompiendo el silencio—. No solo por los negocios. Lo de Ambar y el bebé... lo sabía desde el principio.

Lo miré de reojo, sin saber muy bien qué responder. Claro que lo sabía, no era estúpido, pero escuchar esas palabras de él me hizo sentir expuesto.

—No vine solo por eso —mentí a medias, aunque no sonaba muy convincente. Al final, suspiré—. Está bien, lo admito. La cagué con ella, y ahora estoy haciendo todo lo posible por recuperarla.

Dave rió por lo bajo, pero no de manera burlona, sino como alguien que entendía más de lo que decía.

—Típico de ti, King. Pero ¿sabes? Te veía de lejos en la universidad. Siempre eras el tipo que tenía todo bajo control. El que se robaba todas las miradas, todas las chicas. Las cosas no cambian mucho, ¿verdad?

Negué con la cabeza, sonriendo de lado.

—Tal vez en ese entonces... pero ya no soy ese hombre. —Sentí el peso de esas palabras, la verdad detrás de ellas.

—Sí, me di cuenta —respondió Dave, mirándome de lado—. Y por eso estuve coqueteando con Ambar en tus narices. Sabía que te haría reaccionar.

Le lancé una mirada incrédula.

—¿Disculpa? —respondí, frunciendo el ceño—. ¿Quieres decir que lo hiciste a propósito?

Dave soltó una carcajada.

—¡Claro que sí! Alguien tenía que hacer que te pusieras las pilas. No soy un rival, Axel. Solo la veo como una hermana pequeña. No tienes que preocuparte por eso.

Resoplé, aunque algo en mi interior aún me molestaba.

—Lo sé. —Hice una pausa, buscando las palabras correctas—. Pero si alguna vez vuelves a intentarlo...

Dave levantó las manos, riendo.

—No volverá a pasar. Pero en serio, me alegro de que estés intentando recuperarla. No todos tienen esa segunda oportunidad.

Nos quedamos en silencio de nuevo. Esta vez, la brisa fría de la noche parecía más ligera, y el ruido del mar llenaba los espacios vacíos entre nosotros.

—Voy a hacer lo que sea necesario para tenerla de vuelta, Dave. A ella y a nuestro hijo. No voy a fallar esta vez —dije finalmente, mirando al horizonte, mi voz baja pero firme.

Dave asintió, dándome una palmada en el hombro.

—Eso es lo que quería escuchar. Pero oye, no olvides que también tenemos negocios que atender. Y no creas que voy a dejar que te lleves todo el crédito con Mystikós —dijo con una sonrisa retadora.

—Veremos, Simons. —Respondí con una sonrisa similar—. No te lo voy a poner fácil.

Ambos compartimos una risa antes de que el cansancio de la noche empezara a hacerse evidente.

—Es tarde. Será mejor que descansemos. Mañana tenemos un día largo —dijo Dave, dando un paso atrás.

Asentí.

—Sí, tienes razón.

Nos despedimos brevemente, sabiendo que, aunque no éramos enemigos, la competencia entre nosotros sería inevitable. Mientras lo veía alejarse, volví a pensar en Ambar, en nuestro futuro, y en cómo haría lo que fuera por asegurarme de no perderla nunca más.

***

El sonido de las olas rompiendo contra las rocas fue lo primero que escuché al despertar. El suave murmullo del océano solía relajarme, pero hoy solo me recordaba lo que estaba en juego. Me levanté de la cama, sintiendo los músculos algo tensos tras una noche de pensamientos agitados y conversaciones pesadas.

Me vestí rápido y salí al balcón. El aire fresco de la mañana golpeó mi rostro, despejando los restos del sueño. Desde allí, pude ver cómo el equipo comenzaba a reunirse en la playa, todos listos para el siguiente día de trabajo en el proyecto Mystikós. Alice estaba entre ellos, como siempre, tratando de llamar mi atención, pero mi mente estaba en otra parte. En Ambar.

Al regresar a la habitación anoche, la había encontrado profundamente dormida. Había algo en su tranquilidad que me hacía querer protegerla más que nunca. Mi objetivo estaba claro: construir este proyecto y, al mismo tiempo, reconstruir la confianza con ella.

Bajé a la playa, decidido a comenzar el día. El ambiente en el grupo era animado, aunque algunos aún se recuperaban de la resaca de la noche anterior. Dave ya estaba allí, charlando con algunos ingenieros. No me sorprendió; él siempre sabía cómo mantenerse funcional, incluso después de una noche de copas.




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